¿Qué puede haber en la cabeza de alguien para intentar asesinar a otra? Es más, ¿qué grado de maldad puede existir si el blanco es alguien con quien se compartió noches, experiencias y sentimientos? Estas preguntas solo las podría responder la expareja de Noela Rukundo, sujeto que intentó matarla. Ella vivía feliz con su marido y sus 8 hijos en Melbourne, La vida, hasta ese momento, le sonreía.

Todo comenzó en febrero de 2015 cuando la mujer, oriunda de Burundi, tuvo que volver a su país por el fallecimiento de una tía cercana.

Durante una de las noches que pasaba en su tierra, Noela Rukundo tuvo una llamada nocturna. Era su esposo, quien la telefoneó para saber cómo estaba.

Lo que pudo ser una conversación preocupada para saber el estado y sentimientos de la mujer, le sirvió al sujeto para ‘marcar’ la posición de su blanco. “No imaginé nada. Solo creí que me estaba cuidando, que estaba preocupado por mí”, sostuvo Noela Rukundo.

Poco después de colgar, alguien llamó a la puerta. ¿El personal de mantenimiento o el portero con algún encargo? No, era un sicario que, pistola en mano, la esperaba para cumplir su trabajo.

Como se puede suponer, la fémina no sabía en absoluto sobre esto. Abrió la puerta y quedó paralizada, pasmada, por lo que vio. “No grites. Si empiezas a gritar, te disparo”, dijo el malhechor.

PERDÓN

Noela Rukundo fue llevada por este misterioso hombre a un vehículo con otros dos sujetos. La modalidad era la usual: un tipo de ‘campana’, el otro de protección y el último ejecutaría la labor.

Ellos la llevaron a un sitio similar a una sala de interrogatorios y la amarraron a una silla. “¿Qué le hiciste a este hombre? ¿Por qué nos pidió que te matemos?”, el increpó uno de los sicarios.

La mujer no supo qué responder. Esta consternación se convirtió en una pena inmensa cuando se enteró que el hombre al que se referían se trataba de su esposo.

La confirmación vino de imprevisto cuando el asesino llamó para reportarse con su jefe. “Mátala”, fue la orden que escuchó al otro lado del auricular. Enseguida, se desmayó.

MUERTE

“Estoy muerta”, fue lo que pensó cuando despertó del sueño, esperando que todo lo ocurrido haya sido parte de una pesadilla. Los sicarios le habían perdonado la vida, “nosotros no matamos a mujeres ni a niños”, le comentaron.

Tras el pago del sobrante, la mujer fue liberada y volvió, al mismo de estilo de ‘The Bride’ de Kill Bill, a Australia dispuesta a zanjar todo de un tirón. Cuando llegó, la imagen que le recibió fue surrealista: estaba en su funeral y su marido recibía el pésame de los allegados.

Según se enteró, ella ‘murió’ en un accidente en Burundi. Ello era lógico, el sujeto pensó que el trabajo fue exitoso y que había enviudado de una forma efectiva.

Cuando Noela Rukundo entró a escena, el rostro del autor intelectual del plan quedó perplejo. Estaba velando a la persona que tenía ante sus ojos y había mandado a liquidar. “Noelia, ¿eres tú?”, se limitó a decir.

“¡Lo siento por todo!”, expresó de inmediato el hombre. “Su voz siempre vuelve en mis pesadillas: mátala, mátala”, sostuvo la mujer en una entrevista con la cadena

“Todas las noches recuerdo lo que pasó en esos dos días con los secuestradores. Pero debo mantenerme como una mujer fuerte. El pasado ya terminó. Estoy empezando una nueva vida”, agrega como parte de las experiencias vividas.

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