, investigados por corrupción y a quienes hasta hoy nadie los encuentra, estaba cantada.

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Fray Vásquez y Gian Marco Castillo se escondieron mucho antes del 28 de marzo pasado cuando la fiscal Karla Zecenarro pidió detenerlos, dijeron fuentes que investigan dicha huida.

Lo mismo hizo Bruno Pacheco, quien estaba en la clandestinidad antes del 12 de marzo, día que difundió un video, grabado por él mismo, en donde amenazaba con decir todo lo que sabe.

Días antes de solicitar ante un juez las detenciones, la fiscal Zecenarro pidió a los agentes de la División Contra la Corrupción (Dircocor) y la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior (Digimin) que ‘centraran’ a esos tres objetivos para detenerlos.

“Esa es una regla de oro. Lo primero que se hace es asegurar los blancos. Se les hace una OVISE (observación, vigilancia y seguimiento). Se los fija sin que ellos se percaten hasta esperar la orden para detenerlos”, explicó la fuente relacionada a la investigación.

Sin embargo, los agentes de inteligencia no encontraron rastro de ellos. Ya desde hace un buen tiempo les habían perdido la pista. Le recomendaron a la fiscal que suspendiera la medida hasta obtener nueva información sobre su paradero. De lo contrario, la misión sería un fracaso, como en efecto ocurrió.

¿Quién puso a buen recaudo a los sobrinos del presidente? Funcionarios palaciegos le han contado a este columnista que Fray Vásquez y Gian Marco Castillo eran íntimos amigos de José Fernández Latorre, el jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), quien tiene una oficina especial en Palacio de Gobierno.

‘CHACALES’

“Los dos sobrinos participaban en las reuniones que convocaba Fernández con el presidente Pedro Castillo. Parecían dos funcionarios más. Fray era compulsivo cuando conversaba, Gian Marco más sereno. Todo lo apuntaba en su laptop. Hay otro sobrino llamado Rubdel Oblitas. Pocos lo mencionan. Es el que más influye en su tío”, contaron. Todo lo ven negocio, los tres son unos chacales, agregaron, en alusión a esos depredadores carnívoros y carroñeros.

Los sobrinos, siempre según los testigos, también participaban en reuniones con ministros. Especialmente con los que eran de confianza de su tío, como el exministro de Transportes, Juan Silva, con quien “hasta revisaban expedientes de obras”.

Como se sabe, Silva se mantuvo en ese ministerio durante ocho meses, pese a que sobre él pesaban graves denuncias. Según la colaboradora Karelim López, en esa entidad operaba una presunta mafia.

El sobrino del presidente Castillo, Rubdel Oblitas, era un asiduo visitante del despacho de Juan Silva, como quedó registrado en el libro de visitas de ese organismo.

No es de extrañar que los sobrinísimos gozan de protección gubernamental. Como bien dice un conocido dicho, este Gobierno no quiere ni puede luchar contra la corrupción porque él es la corrupción. Nos vemos el otro martes.

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