Milagros Zegarra nunca esperó que su vida cambiara rotundamente tras someterse a una operación para aliviar el dolor de sus piernas. La mujer, asistida por su seguro de EPS de Rímac, acudió a la Clínica Good Hope en para atender su dolencia.

El diagnóstico del médico Julio Ernesto Rivera Torres fue Tromboflebitis. Según su análisis, las venas de Milagros Zegarra estaban muy inflamadas y debían extraerlas. Para ello, agendaron una operación a mediados del 2013.

El consentimiento informado de la Clínica Good Hope, que advierte de las posibles complicaciones de la intervención, señalaba que la paciente podría sufrir de hemorragia o infección postoperatoria tras la cirugía. Milagros Zegarra firmó el documento.

Tiempo después de la operación, otro médico examinó a Milagros Zegarra y concluyó que el ardor, malestar y adormecimiento en las piernas podrían haberse tratado con cirugía láser. Asimismo, la paciente descubrió un error en el consentimiento informado de la Clínica Good Hope.

El documento de la clínica era ligeramente diferente a la copia que tenía Milagros Zegarra. Y es que allí figuraba una tercera complicación tras la operación: una neuropatía de nervios, algo que la paciente desconocía y que finalmente le terminó quitando la movilidad de las piernas.

La Clínica Good Hope, Rímac y Claudia Zegarra se reunieron para llegar a un acuerdo. Sin embargo, el proceso se cerró por la inasistencia de las partes: para la cuarta reunión, no se presentaron ni los representantes de la clínica ni los de Rímac.

En enero del 2017, la fiscal Ana María Santiago archivó la denuncia por delito contra la vida, el cuerpo y la salud contra el doctor Rivera y la Clínica Good Hope. Sin embargo, ordenó formalizar otra denuncia contra el médico por presuntamente haber alterado el consentimiento informado.

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