Quizás hemos sido burlones, crueles o tramposos en alguna vida, porque algo estamos pagando. Nuestro castigo empieza todos los diciembre y continúa por cuatro meses más. Nos golpean, nos golean y nos apalean. La hace muchos años se convirtió para los equipos nacionales en una manera directa de ingresar dinero a cambio de humillación, de llenar las arcas y desaparecer su dignidad. Este 2017 no fue la excepción.

La Copa Libertadores arrancó en enero con la eliminación de Deportivo Municipal ante Independiente del Valle. Un 'Muni' de malos refuerzos y que para colmo su dirigencia dejó escapar a su mejor jugador, Pablo Lavandeira. Mucho más horroroso fue lo de  ante Deportivo Capiatá. Ganó 3-1 en Paraguay y para muchos Roberto Chale merecía dirigir la selección peruana, Alexi Gómez irse al AC Milan y el resto del equipo una estatua. Pero no.

La Copa Libertadores no te sonríe si ganas un partido de contragolpe y tu arquero o la suerte te salvan. Una semana después, Capiatá jugó en el Monumental y demolió 3-0 a los cremas mereciendo incluso hacer tres goles más. Pasó por encima a un equipo que pareció amateur. Dos clubes menos y quedaban dos : , que sigue viviendo de lo que hizo hace 20 años y Melgar de Arequipa que tiene la altura solo de adorno.

Sporting Cristal. Un desastre en la defensa, un equipo que prefirió traer pseudo-goleadores como Rolando Blackburn, mantener a otros como Diego Ifrán y seguir esperanzados que los casi 40 años de Carlos Lobatón se luzcan como ante Comerciantes Unidos. ¿Alguien no les pudo aconsejar que si eres un equipo chico en la Copa mejor contrata dos centrales?. Resultado: no ganó un solo partido de local, fue goleado en sus tres salidas y los hinchas casi les pegan.

Melgar. Juan Reynoso debiera canalizar todo su malestar con la prensa en mejorar el juego de su equipo. Trajeron a Carlos Ascues cedido del Wolfsburgo que nos explicó con su pésimo rendimiento el porqué en Alemania quizás ya no quieran su regreso. Ficharon a Diego Penny que de no salvar goles en Cristal pasó a no hacerlo en Arequipa. Resultado: ganó un partido y nunca empató...porque perdió los otros cinco. Pobre Misti.

La Copa Libertadores, eterna maldición y dolor. Equipos peruanos, no les pedimos ser campeones, llegar a semifinales o a cuartos, pese a los miles de dólares que cobran. Tan solo les solicitamos la valentía (por no decir otra cosa) de decir "gracias, prefiero no participar" antes de hacernos quedar como aquel insulto que no se puede escribir.

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