Luis ‘Cuto’ Guadalupe es de los personajes más carismáticos del fútbol peruano. No importa de qué equipo seas, de Universitario de Deportes, de Alianza Lima, de la Vallejo o del Manucci, siempre cae bien. Y tiene muchas historias que contar. Muchísimas. Varias de ellas nos las cuenta todos los viernes aquí, en . Empecemos:

Estaba en la cocina de Restaurante ‘Cuto 16’ preparando un rico pejerrey arrebozado para mis clientes y miré con ternura al pequeño pescadito y me acordé de . El divertido ‘chato’ que hizo famosos el trencito con Alexis Ubillús vivió uno de los episodios que jamás podrá olvidar en su vida y hoy se los cuento.

Paolo era un jugador rápido, desequilibrante, gambeteador, con cuota de gol y recontra cargoso. Era bien espeso, nadie se salvaba de sus bromas. Paolo Maldonado paraba fresco como una lechuga, incansable para la joda, demasiado pícaro. Siempre andaba de buen humor y con una sonrisa más grande que la de luego de un gol. Hasta que un día se la borraron de un cachetadón…

“Oe, ayer te vi en la mañana en la bajada Armendáriz, en Miraflores”, me dice un día, así de la nada. Lo quedé mirando, medio confundido: “Yo no paro por eso lares, no es mi zona”, le respondí. “Estabas en bicicleta y con una ropa de baño bien pendeja, apretadito”, me replica bien serio. Abrí mis ojazos de y lo miré aún más extrañado. “Ah chu… me equivoqué, entonces era Peter Ferrari… ¡Eres igualito!”. Y todos en el camarín se mataron de risa. Así como me vacilaba, lo hacía con todos. No medía si estabas de buen o mal humor. Él jodía nomás.

Un 4 de marzo del 2000, me acuerdo bien clarito, estábamos en un previo al clásico por el Apertura. Universitario de Deportes se concentraba en el hotel ‘Ariosto’. Yo estaba suspendido, pero igual acompañaba al equipo. En esa época andaba en amores con la conductora de televisión . Era su pareja oficial. Una relación muy publicitada en los medios. Pero en esos días algo había pasado entre ellos que Juan andaba callado, serio, arisco, de mal humor. Hasta que a Paolo se le ocurrió agarrarlo de punto a ‘Chiquito’.

El ‘Enano’ tocó fibras cuando metió en sus bromas a ‘Tula’. “Deja de joder, para con eso, no me molestes con ella… Ya te estoy advirtiendo”, le dijo Juan muy molesto. Pero fue como si hubieran echado gasolina al fuego. El ‘chato’ se prendió y lo jodía más y más.

Era la hora del almuerzo, estábamos Juan Ángel, ‘Goyo’ Bernales, Roberto ‘Foca’ Farfán, Maldonado y yo. “Paolo ya te dije que no me fastidies… ¡A la próxima no me contengo!”, gritó Flores. Pero el ‘chato’ era incansable, sordo a las amenazas. Siguió fastidiando. Le costaría caro.

En eso, ‘Chiquito’ se para y le mete un cachetadón de antología. ¡Lo recuerdo y me duele! Imagínense la manazo de un arquero de 1,95 de estatura contra la carita de un petiso con contextura de sietemesino, que apenas llegaba al 1,60.

Lo tumbó al suelo, le hizo ver pajaritos como en los dibujos animados. Fue un nocaut rotundo. Más rápido de los que hacía , de esos que hacen perder el conocimiento a los boxeadores. Después de unos segundos, mi ‘chato’ se paró, quiso reaccionar y pegarle a Juan. Creyó que David siempre vence a Goliat. La cosa se puso picante, intervenimos para impedir que las cosas que agraven. Fue un momento muy tenso y a horas de jugar un clásico.

Paolo Maldonado se fue a su habitación, no almorzó. No sabemos si por rabia o porque el golpe lo dejó lelo. En esas llegó la dirigencia, se pidió un informe de lo ocurrido. El ‘Enano’ amenazó con ir a la comisaría a demandar a Juan por agresión. Todos le hablamos para que eso no se haga público.

“Siempre estás jode y jode a la gente, nadie te dice nada… Esta vez te tocó perder, apechuga nomás, caballero…”, le dijimos y lo convencimos de que todo debía quedar en la interna. Si la prensa se enteraba, perdíamos.

Pero cuando llegó la noche, Paolo estaba con fiebre. ¡Se había enfermado por el golpe! No es broma, no exagero. Todos estábamos preocupados. Él era titular y ‘Chiquito’ suplente. Todo el trabajo táctico de la semana se iba al tacho.

Amaneció el domingo y mi ‘chato’ no se recuperaba, lo veía débil, atontado como pollo con moquillo, seguía en duda para jugar. A pesar de estar malito fue con nosotros a Matute. En el vestuario mostró mejoría y arrancó.

¡EL CACHETADÓN DE LA SUERTE!

Hizo un partidazo, incluso marcó el primero. Un golazo de sombrero desde el borde del área. Maldonado corre a celebrar hacia la banca y el primero que sale a abrazarlo es ‘Chiquito’.

La felicidad que genera el fútbol puede unir el agua y el aceite, desafiar toda lógica. La prueba fue ese abrazo entre ‘Chiquito Flores y Paolo Maldonado. Se abrazaron como hermanos de padre y madre.

Al final ganamos 2-0. En el camarín saltamos, cantamos, al ‘chato’ se le había ido toda la enfermedad y en un arranque de euforia le grité a la gente: “Ya, ya muchachos... ¡desde ahora la cábala será agarrarlo a cachetadas en todos los partidos a Paolo!”. La gente se mató de risa. Me tocó vacilarlo, así como lo hacía conmigo. ¡Nos vemos el próximo viernes, siempre en Trome.pe!

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