Miércoles, 26 de octubre. 8:45 de la noche. En el estadio ‘Miguel Grau’ hay confusión, rabia, nerviosismo. es parcialmente goleado 4-1. La San Martín le ha metido tremendo baile en el primer tiempo. Los cremas entran al vestuario. No están cabizbajos, se les nota con la sangre en el ojo. Generalmente, cuando el marcador es amplio, se oye un silencio sepulcral, algunas lisuras del entrenador y se buscan responsables. Esta vez no fue.

“¡Vamos, carajo, que le damos vuelta!”, fue el grito que encendió la chispa en el camarín estudiantil. Como si aquella voz fuera una corriente eléctrica, todos empezaron a vociferar: “¡Vamos, vamos. Lo empatamos y lo volteamos...!” En los 15 minutos de descanso, los jugadores patearon el piso, arrojaron camisetas, golpeaban las paredes. Querían pegarle a alguien. No había duda, estaban enrazados.

El DT , que había estado en un rincón de la sala observando la actitud de sus pupilos, rompió su silencio. Todos hicieron un círculo. “Si vamos a perder, hay que hacerlo con dignidad. Yo no voy a hacer ningún cambio, eso sería lo más fácil. 

Ustedes tienen que dar la cara a la gente, a los hinchas y comerse la vergüenza. Podemos perder 7-5, pero con dignidad. Esta es la ‘U’ y nadie nos golea de esta manera... ¿Está claro? Repito, ¿está claro?... Ahora todos me salen y afrontan esto”, fue el mensaje del técnico. Más que motivador, corajudo y punzante.

El resto de la historia ya es conocida. Universitario . La palabras de Roberto Chale se habían convertido en glóbulos blancos que llevaron oxígeno al cerebro de cada jugador. No le mentó la madre a nadie, pero todos defendieron el escudo de la ‘U’ como si fuera su propia madre.

NOTICIAS SUGERIDAS

Contenido GEC