BÉSAME MUCHO

Nadie nace sabiendo. Todo uno lo va aprendiendo. Primero a llorar por la teta. Luego a decir papá, mamá. De allí a gatear, caminar, hablar, escribir, correr. Viene el nido, el colegio, la universidad, la vida. Esta es una historia singular y divertida de dos compadres, dos amigos inseparables de la juventud. Percy Rojas y Juan Carlos Oblitas. Una dupla mortal en la cancha. Un ‘dúo dinámico’ con las féminas.

Se conocieron a fines de los años 60 cuando se escuchaba la ‘Sonora Matancera’, los mambos de Pérez Prado, los boleros de ‘Los Panchos’, los Beatles. La época de los hippies, áfrica look, los pantalones acampanados, las camisas de cuello en punta.

Hubo química y conexión de inmediato, a pesar de llevarse dos años de diferencia. El ‘Trucha’ ya había debutado en el primer equipo de Universitario. El otro era promisoria figura de la reserva. La combinación perfecta. Un palomilla de la Unidad Vecinal de Mirones y un cacharrero del sur de Mollendo. Salían juntos los días de descanso y en las vacaciones. El limeño, con sangre para conquistar damas, era el encargado de presentar a las chicas, a las sanas, a las trampitas a su ‘compinche’. La pepa ayudaba al ‘Ciego’, pero por una u otra razón no tenía el éxito esperado con las flacas, no definía. Un día el ‘9’ lo encaró: ‘¿Qué les dices a las mujeres? En algo fallas porque no te quedas con ninguna’. Antes que el ‘11’ responda, otra vez arremetió: ‘Ya sé lo que pasa, no sabes besar, claro, eso es, no tienes la experiencia de un chico de barrio como yo, a los provincianos les suele pasar eso’.

En ese instante apareció un ‘maduro’ trabajador del ‘Lolo Fernández’, quien había escuchado la conversación: ‘Todo tiene solución Juan Carlos, no te preocupes, yo te ayudo a resolver ese tema y, si hay que dar algunas clases, te las doy’. Los dos se quedaron sorprendidos y rieron. ‘No se preocupe, maestro, no es para tanto’, contestaron al unísono. A los pocos días, agendaron una cita con dos chicas, pero el zurdo los plantó. El centrodelantero apenas lo vio a su brother se lo comió vivo: ‘Me hiciste quedar mal, ¿qué pasó?’, preguntó. ‘No tenía ganas de salir, la próxima no te fallo’, contestó el puntero izquierdo. La frase no lo convenció, la excusa de su amigo no lo dejó satisfecho. Hasta que un compañero de equipo le reveló: ‘Vimos a tu amigo con el empleado Manuelito conversando animadamente en las oficinas’. Pasaron unas semanas y los ‘angelitos’ volvieron al ‘campo de batalla’. Esta vez el juvenil ‘campeonó’ y Percy exclamó: ‘No sé cómo lo lograste ni quién te enseñó, no tengo pruebas de nada, pero me alegro por ti’. Juan Carlos se agrandó: ‘Los provincianos, como dices tú, también tenemos nuestras cositas’. Ambos se convirtieron en cracks. Triunfaron en sus carreras y nos llevaron a Mundiales. Se convirtieron en padres, en abuelos y 45 años después se siguen tratando de compadres de cariño. Los dos son tan buenos besando que sus esposas siguen a su lado. Quizás sea el secreto del amor eterno.

EL BOBO TYSON

Lo relojearon. John Galliquio pasó su juventud entre la liga de Pisco y la Segunda División. Una gran campaña en la ‘U’ de América lo llevó a una selección Sub-23, que disputaría sin mucho éxito el Preolímpico en Brasil. En su primera concentración se le notó temeroso y muy reservado al verse rodeado de jugadores de clubes grandes y de Europa. Había que sacarle las palabras con cucharita. Claudio Pizarro, que ya reventaba redes en el Werder Bremen en la Bundesliga, se acordó que en su día, en el Sipesa, también fue nuevo y recibió el apoyo de los experimentados. Entonces, decidió darle su apoyo a ‘Tyson’ y lo adoptó como ‘ahijado’. El chico poco a poco se soltó, pero con humildad y hasta con cierto recelo y distancia con los ‘consagrados’.

Previo a un viaje, mientras la delegación esperaba la llamada por los altoparlantes del aeropuerto para tomar el vuelo, el zaguero que no se separaba ningún instante de el ‘Bombardero’, empezó a mirar con detenimiento y fijamente el reloj de su ‘padrino’, un Rolex valorizado en varios miles de dólares. El ‘14’ se dio cuenta de la exagerada atención que prestaba su ‘protegido’ a su ‘bobo’ y le sugirió: ‘Cómprate uno, si nos dieron buenos viáticos a todos’. Su engreído no movió los labios, la lengua, no supo qué responder. Marko Ciurlizza, de los más alegres y jodones del grupo, hizo hora y le preguntó al pisqueño: ‘¿qué harías tú con eso en el brazo?’. El novato, con la sinceridad de alguien que todavía no piensa en el carro, los vacilones y las chicas, contestó: ‘Lo vendo al toque y compro tierras, semillas y en un par de años me retiro del fútbol’. El ‘Conquistador’ entendió que no era buena idea lucir algo valioso y lanzó una broma en voz baja: ‘Mejor no me lo pongo más, no vaya a ser que a mi ahijado se le pegue’. Al día siguiente, el delantero utilizó algo más sencillito, un ‘piojito’ para no darle más cuerda al vacilón. A John lo relojearon y bobearon, todo el campeonato.

Si te interesó lo que acabas de leer, puedes seguir nuestras últimas publicaciones por , , y puedes suscribirte a nuestro newsletter.

BÉSAME MUCHO

Nadie nace sabiendo. Todo uno lo va aprendiendo. Primero a llorar por la teta. Luego a decir papá, mamá. De allí a gatear, caminar, hablar, escribir, correr. Viene el nido, el colegio, la universidad, la vida. Esta es una historia singular y divertida de dos compadres, dos amigos inseparables de la juventud. Percy Rojas y Juan Carlos Oblitas. Una dupla mortal en la cancha. Un ‘dúo dinámico’ con las féminas.

Se conocieron a fines de los años 60 cuando se escuchaba la ‘Sonora Matancera’, los mambos de Pérez Prado, los boleros de ‘Los Panchos’, los Beatles. La época de los hippies, áfrica look, los pantalones acampanados, las camisas de cuello en punta.

Hubo química y conexión de inmediato, a pesar de llevarse dos años de diferencia. El ‘Trucha’ ya había debutado en el primer equipo de Universitario. El otro era promisoria figura de la reserva. La combinación perfecta. Un palomilla de la Unidad Vecinal de Mirones y un cacharrero del sur de Mollendo. Salían juntos los días de descanso y en las vacaciones. El limeño, con sangre para conquistar damas, era el encargado de presentar a las chicas, a las sanas, a las trampitas a su ‘compinche’. La pepa ayudaba al ‘Ciego’, pero por una u otra razón no tenía el éxito esperado con las flacas, no definía. Un día el ‘9’ lo encaró: ‘¿Qué les dices a las mujeres? En algo fallas porque no te quedas con ninguna’. Antes que el ‘11’ responda, otra vez arremetió: ‘Ya sé lo que pasa, no sabes besar, claro, eso es, no tienes la experiencia de un chico de barrio como yo, a los provincianos les suele pasar eso’.

En ese instante apareció un ‘maduro’ trabajador del ‘Lolo Fernández’, quien había escuchado la conversación: ‘Todo tiene solución Juan Carlos, no te preocupes, yo te ayudo a resolver ese tema y, si hay que dar algunas clases, te las doy’. Los dos se quedaron sorprendidos y rieron. ‘No se preocupe, maestro, no es para tanto’, contestaron al unísono. A los pocos días, agendaron una cita con dos chicas, pero el zurdo los plantó. El centrodelantero apenas lo vio a su brother se lo comió vivo: ‘Me hiciste quedar mal, ¿qué pasó?’, preguntó. ‘No tenía ganas de salir, la próxima no te fallo’, contestó el puntero izquierdo. La frase no lo convenció, la excusa de su amigo no lo dejó satisfecho. Hasta que un compañero de equipo le reveló: ‘Vimos a tu amigo con el empleado Manuelito conversando animadamente en las oficinas’. Pasaron unas semanas y los ‘angelitos’ volvieron al ‘campo de batalla’. Esta vez el juvenil ‘campeonó’ y Percy exclamó: ‘No sé cómo lo lograste ni quién te enseñó, no tengo pruebas de nada, pero me alegro por ti’. Juan Carlos se agrandó: ‘Los provincianos, como dices tú, también tenemos nuestras cositas’. Ambos se convirtieron en cracks. Triunfaron en sus carreras y nos llevaron a Mundiales. Se convirtieron en padres, en abuelos y 45 años después se siguen tratando de compadres de cariño. Los dos son tan buenos besando que sus esposas siguen a su lado. Quizás sea el secreto del amor eterno.

EL BOBO TYSON

Lo relojearon. John Galliquio pasó su juventud entre la liga de Pisco y la Segunda División. Una gran campaña en la ‘U’ de América lo llevó a una selección Sub-23, que disputaría sin mucho éxito el Preolímpico en Brasil. En su primera concentración se le notó temeroso y muy reservado al verse rodeado de jugadores de clubes grandes y de Europa. Había que sacarle las palabras con cucharita. Claudio Pizarro, que ya reventaba redes en el Werder Bremen en la Bundesliga, se acordó que en su día, en el Sipesa, también fue nuevo y recibió el apoyo de los experimentados. Entonces, decidió darle su apoyo a ‘Tyson’ y lo adoptó como ‘ahijado’. El chico poco a poco se soltó, pero con humildad y hasta con cierto recelo y distancia con los ‘consagrados’.

Previo a un viaje, mientras la delegación esperaba la llamada por los altoparlantes del aeropuerto para tomar el vuelo, el zaguero que no se separaba ningún instante de el ‘Bombardero’, empezó a mirar con detenimiento y fijamente el reloj de su ‘padrino’, un Rolex valorizado en varios miles de dólares. El ‘14’ se dio cuenta de la exagerada atención que prestaba su ‘protegido’ a su ‘bobo’ y le sugirió: ‘Cómprate uno, si nos dieron buenos viáticos a todos’. Su engreído no movió los labios, la lengua, no supo qué responder. Marko Ciurlizza, de los más alegres y jodones del grupo, hizo hora y le preguntó al pisqueño: ‘¿qué harías tú con eso en el brazo?’. El novato, con la sinceridad de alguien que todavía no piensa en el carro, los vacilones y las chicas, contestó: ‘Lo vendo al toque y compro tierras, semillas y en un par de años me retiro del fútbol’. El ‘Conquistador’ entendió que no era buena idea lucir algo valioso y lanzó una broma en voz baja: ‘Mejor no me lo pongo más, no vaya a ser que a mi ahijado se le pegue’. Al día siguiente, el delantero utilizó algo más sencillito, un ‘piojito’ para no darle más cuerda al vacilón. A John lo relojearon y bobearon, todo el campeonato.

Si te interesó lo que acabas de leer, puedes seguir nuestras últimas publicaciones por , , y puedes suscribirte a nuestro newsletter.

tags relacionadas

NOTICIAS SUGERIDAS

Contenido GEC