Paolo Guerrero
Paolo Guerrero

Esta es la historia de un muchacho que no es divo, pero su éxito es tan rotundo, que han hecho que sea tratado como tal. Esta también es la crónica de lo que genera en su entorno. Cerca del mediodía de un día cualquiera, las oficinas de ‘Tondero’, la empresa que produce su película, se abrieron para poder llegar al futbolista, máximo goleador de las selecciones peruanas y figura del Flamengo de Brasil, quizá el club más popular de la tierra de ‘O Rei’.

Último piso es la indicación que nos dan y nos advierten que solo hablaremos 20 minutos. Luego, cuando sugerimos hacer las tomas en el patio, nos aseguran que es posible, pero debido al sol, que lo hagamos rápido y no publiquemos tomas donde salen los ojos achinados. Adentro, donde podremos charlar, está él. Rodeado de empleados que escuchan todo el tiempo lo que responde y sobre todo, lo que se pregunta.

Silencioso, pasa sus manos por sobre sus muslos con cierto rubor, otras veces su mano derecha la pone sobre su codo izquierdo y parece acariciarlo mientras ordena sus ideas.

Solo en casa y se vuelan los plomos, ¿tú mismo eres?
No. Tengo miedo de que me vaya a electrocutar.

¿Cambias el foco?
Eso sí, no seas malo.

Si tienes hambre, ¿te preparas algo o pides por delivery?
A la cocina no entro para nada.

¿Ni siquiera un arroz a la cubana?
Una vez lo intenté cuando estaba en Alemania.

¿Qué tal salió?
Me lo comí porque la comida no se bota, pero salí en busca de un restaurante.

¿Hubo un segundo intento?
Jamás.

Pero sí te luces hablando de nuestros platos.
A los brasileños les hago probar.

¿Y se rinden?
La mayoría, pero algunos me salen con que es muy fuerte el aderezo.

O sea a todos lados con tu estofado, tu seco...
En Río comemos comida peruana. Va una señora a preparar.

Cuando pasas por Lima, ¿llevas ingredientes?
Limones, cosas de ese tipo.

Ya eres un embajador del Perú.
Es complicado, pero me toca serlo así no quiera.

¿Promocionas a la patria?
Lo hago, pero mis compañeros me vacilan.

¿Con qué te ‘ponen al centro’?
Creen que vivimos en una ciudad donde la gente anda con arco y flecha.

No te creo...
Obviamente es vacilándome, pero me tocó a mí cuando vinieron.

¿Cómo te ‘vengaste’?
Solo les pregunté a mis excompañeros de Corinthians y que jugaron para Brasil contra nosotros: ¿Qué tal mi país? Y me respondieron que Lima es muy linda.

Un buen ‘cónsul’ debe cantar el Himno Nacional.
Claro y no sabes qué me pasa por la cabeza.

¿Qué?
El país entero cantando las estrofas y eso me emociona.

¿Te tiemblan las piernas?
¡No! Quiero que empiece el partido y ‘comerme’ al rival.

¿Desde el colegio eres así?
Toda la vida.

¿Y lo de picón?
También.

¿Te mechabas?
En el recreo jugábamos contra otro salón y, si perdíamos, nos íbamos a los puños.

Tanto así.
Me expulsaron por eso.

¿Colegio de palomillas?
José María Eguren de Barranco. Escuela Nacional.

¿Alumno destacado?
Nunca el último de la clase.

¿Curso preferido?
Educación Física.

¿Otro?
Religión.

¿Promedio de notas?
Entre 15 o 16.

¿Lees la Biblia?
No, pero hoy temprano fui a misa.

¿Oras?
Antes de dormir.

¿Se fue el trauma por los aviones?
Sigue allí.

Parece que lo hubieras superado.
El miedo siempre estará, pero lo sé manejar. Y eso lo entendí de niño.

¿Te subieron a la fuerza a un vuelo?
A los 11 años, tenía que viajar a Pucallpa representando al colegio. No quise abordar la nave, tuvieron que llamar a mi papá a ver si me convencía.

¿Lo hizo?
Me habló muy tranquilo: ‘si en realidad quieres ser jugador de fútbol, debes acostumbrarte, porque en esta profesión viajas todo el tiempo. Pero estás joven y hay tiempo para estudiar otra cosa’.

Santo remedio.
Hay temor, pero más puede mi amor a la pelota.

¿Te gusta ser el héroe del partido?
No. Me gusta ganar, así el arquero haga el único gol.

¿Qué música llevas en tu iPad?
De todo, no tengo un grupo o un ritmo especial. Aunque últimamente no me pongo audífonos.

¿Por qué no se te ve bailando?
No lo hago bien.

¿Falta de ritmo?
Timidez.

Cómo se puede ser introvertido y entrar a un estadio con más de 50 mil personas.
Allí me olvido de todo.

Que la gente sepa que si niegas un autógrafo, es porque te ‘palteas’.
Jamás lo hago y, si es un niño, mucho menos.

¿A quién le pedías tú?
Quería tener uno de Waldir Sáenz.

¿A nivel mundial?
Ronaldo, el goleador brasileño.

¿Ya lo conoces?
Sí.

¿Qué tal?
Un fenómeno como persona.

¿Saludas a los jugadores de otras generaciones?
A todos y los trato de ‘tío’.

¿Qué sueñas para el país?
Mayor apoyo a la educación y el deporte.

¿Es bueno sacarse un selfie con la gente?
Cuanto mejor actúes con los hinchas, serás más querido.

Sabes, no te siento como antes.
Estoy más maduro, ya no soy tan juguetón.

¿Por qué hay que ir al cine a ver ‘Guerrero, la película’?
Es un largometraje para toda la familia.

¿El mensaje?
Que los chicos entiendan que nada es fácil, todo puede ser complicado, pero los sueños se pueden hacer realidad. Ser ambicioso es fundamental.

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