Víctor Contreras habla con Emprende Trome.
Víctor Contreras habla con Emprende Trome

Por: Katty Gines

Víctor Contreras es un huancaíno que nació en el seno de una familia muy humilde. Su padre murió cuando él apenas tenía 13 años y su madre era una aguerrida campesina que se esforzó para darles educación a sus hijos.

A los 17 años, Víctor llegó a la capital, trabajó en una distribuidora de telas y a la par estudiaba Educación en ‘La Cantuta’, carrera que no logró terminar. Luego ingresó a la Escuela Técnica del Ejército, donde aprendió sobre aeronáutica. Una decepción lo hizo abandonar la vida militar y, por la necesidad de mantener a su familia, decidió convertirse en fabricante de polos junto a un sobrino. Hoy su marca ‘Yol’ es reconocida en el mercado y cuenta con 22 tiendas a nivel nacional.

Tengo entendido que usted fue técnico de tercera y manejaba aviones, ¿cómo así decide fabricar ropa?

En 1990 pasé al retiro y por necesidad de mantener a mi familia, mandamos a hacer cien polos a un servicio en Gamarra, luego mi sobrino los llevó a vender y regresó con dinero, fue así que se me prendió el foquito para hacer ropa...

Pero usted estaba en las Fuerzas Armadas...

He sido mecánico aeronáutico, de ahí me fui a la aviación del Ejército, una cosa es saber de fierros de los helicópteros y otra, muy distinta, el mundo empresarial. Por eso fuimos a buscar a los amigos de Gamarra que me encaminaron, pues no sabía nada de esto.

¿Quién diría que fue su inspiración para empezar un negocio?

La decisión y la formación militar me ayudaron para lograr lo que tenemos hasta la fecha.

¿Cree que la necesidad lo motivó a superarse?

Sí, tenía que seguir educando a mis hijos, buscar el dinero para el diario, esa desesperación me motivó a encaminarme en esto.

¿Llevó algunos estudios para manejar mejor su empresa?

Sí. Lleve unos cursos de gerencia en IPAE y estuve en algunos institutos para saber más sobre el mundo de la moda.

¿Cuáles fueron las dificultades que tuvo al inicio?

El capital, porque rápidamente me inserté al mundo financiero por la formalización. Cuando una microempresa se formaliza y trabaja con los bancos tiene una palanca financiera.

¿Cómo así logra despegar con su propia marca?

Cuando noté que tenía aceptación en el mercado alquilé una tienda en Huallaga, en la galería ‘Abancay’, era una de las más importantes de Lima, se movía todo el comercio textil, ahí manejábamos buscando nuestra clientela al por mayor y nos fue muy bien.

¿Con cuánto capital se inició?

Con algo de 500 soles, pero poco a poco el capital fue creciendo rápidamente.

Como empresario con experiencia, ¿qué errores no volvería a cometer?

Como tuve gran aceptación en el mercado con mis productos, el error más grande que tuve fue tratar de meterme en el negocio de telas, yo las ofrecía como ‘marketeando’ mi pantalón. Me dieron unas facturas falsificadas y tuve que pagar a la Sunat cerca de medio millón de dólares en multas e impuestos, cerré la empresa, y de las 48 tiendas que tenía a nivel nacional me quedé con 22.

Muchos se quejan que la ropa china los perjudica, ¿ustedes cómo hacen?

Estuve en Italia y ahí aprendí que con la calidad de nuestras prendas podemos competir con el producto asiático.

¿Le sirvió la carrera militar para tener éxito en su empresa?

Sí. Sobre todo la disciplina y formación, porque acá se trabaja más de 10 horas, y cuando armaba las tiendas laboraba las 24 horas, pero me divertía con lo que hacía.

¿Quién diría que es su competencia?

Hay varias marcas, Pioner, Kansas, Piers, las grandes marcas ya no están en el mercado.

¿Se necesita mucha inversión para tener un negocio como el suyo?

Fabricar ropa con denim necesita de mucha inversión, porque es necesario tener máquinas especializadas.

Si yo le digo ‘Yol’, ¿qué me diría?

‘Yol’ es parte de mi familia, yo la he criado, lleva el nombre de una de mis hijas, que se llama Dennis Yol.

¿De qué manera innova?

Viajamos mucho. Los que predominan en moda, en Sudamérica, son Brasil y Colombia, luego seguimos nosotros, pero aún nos falta.

¿Qué hace con todo lo que gana?

Se reinvierte todo.

¿Qué es más importante, el capital, la idea?

El equipo de trabajo, formar el mejor no es fácil, pero ellos son la base para que la empresa sea un éxito.

¿Diría que los provincianos tienen ese empuje para lograr sus metas?

¿Por qué emigramos a la capital?, porque en provincia hay pocas posibilidades de trabajar y estudiar. Yo quedé huérfano a los 13 años y mi mamá era campesina y, con lo poco que ganaba, nos educó. Me vine a Lima a los 17 años, terminé mi secundaria, trabajaba en una distribuidora de tela y de ahí me fui a estudiar a ‘La Cantuta’ y luego postulé a la Escuela Técnica.

¿Qué consejos les daría a los emprendedores?

El secreto del éxito es hacer un producto de calidad y poner un precio justo, con esto vas a ganar clientes y un buen mercado.

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