Cristina Colán, de ambulante a reina del fútbol.
Cristina Colán, de ambulante a reina del fútbol

Por: Katty Gines

A sus cortos 17 años y con una niña en brazos, Cristina Colán dejó su natal Huaral para buscar un mejor futuro en la capital. Con mucho afán de superación, empezó como ambulante vendiendo zapatos.

Con algunos ahorros decidió traer carteras de Chile y luego abrió un taller para confeccionar maletines que tuvieron gran demanda y le permitió dejar la calle.

Cuando ingresa al rubro de ropa, descubre que había un ‘nicho’ poco explorado, es así que empieza a fabricar prendas deportivas, las que bautiza como ‘Lomas’. Hoy cuenta con cuatro tiendas en Lima y también llega a varias provincias.

¿A qué se dedicaba antes de emprender este negocio?

A los 18 años yo era ambulante, vendía zapatos y durante cinco años logré ahorrar algo de dinero. Me capitalicé y tuve la oportunidad de importar mercadería de Chile y Panamá, de donde traía carteras hechas de tela, luego vimos la posibilidad de confeccionarlas. Ese producto tenía demanda y abrí un taller de confección de maletines y carteras. Fue tan bueno que en dos años ya tenía 40 trabajadores.

¿Tuvo alguna dificultad al empezar con esta empresa?

Cuando llegué vivía en cuarto alquilado y cuando empecé a hacer carteras logré comprarme un departamento, pero luego vino la crisis durante el (primer)gobierno de Alan García, bajaron mis ventas, se tuvo que despedir a trabajadores y me quedé con solo 4 personas con la esperanza de que esto mejore.

¿Cómo nace ese espíritu emprendedor?

Soy del campo, de Huaral, en ese tiempo me vine a Lima, terminé mi secundaria y tuve una hijita. La necesidad de querer mejorar mi vida económica, me hizo tener esa fuerza y el deseo... Para una joven de 17 años que jalaba una carreta es algo raro, pero yo soñaba ser mejor.

¿Cómo es que de confeccionar carteras pasa a ropa deportiva?

Cuando hubo la recesión pasaron como cinco años para buscar qué hacer, decidí confeccionar ropa porque las chicas querían vestirse, pero no me imaginé que el rubro deportivo era bien comercial. A raíz de eso, empecé a investigar los negocios en la avenida Abancay y vi la demanda. Me inicié con indumentaria para vestir equipos de futbol, nosotros realizamos sobre pedido. Ahora me compran empresas, equipos de fútbol profesionales, colegios e instituciones.

¿Dónde empezó con su taller?

Empezamos en un lugar alquilado en la avenida Abancay, en un segundo piso, luego compré un terreno que nos permite hacer grandes cosas.

¿Por qué ‘Lomas’?

Porque soy de Huaral, y es en homenaje a la fiesta que se hace en junio en Lomas de Lachay.

¿Se inspiró en alguna marca en especial?

No, ‘Lomas’ pegó de inmediato, la gente le dio aceptación porque también vestimos a equipos de fútbol profesionales en ese tiempo, Melgar, Juan Aurich, Ciclista, San Agustín...

¿Dónde encontramos sus productos?

Tenemos cuatro tiendas en la avenida Abancay, en Arequipa, Chiclayo, Chimbote, además de la página web de ‘Lomas’.

¿De dónde viene su materia prima?

Los hilos los traemos de afuera y nosotros tejemos la tela. Hoy revoluciona la moda digital y la pintura también es de afuera.

¿Cuánta gente trabaja para usted?

180 personas.

¿Cuál es su estrategia de marketing?

Ahora estamos con ‘Esto es guerra’, es una buena vitrina y en los equipos profesionales.

¿Por qué un peruano debe comprar su marca?

Por muchas razones: buena calidad, tiene tecnología, es personalizada y es al gusto del cliente.

¿Qué proyectos se vienen?

Estamos haciendo un estudio minucioso para seguir creciendo.

¿Ha sido difícil entrar al mercado de ropa deportiva por el hecho de ser mujer?

No fue difícil, fue una gran oportunidad...

¿Es rentable este negocio?

Sí, mucho, y eso que tuve limitaciones, ya que no tuve un título de universidad, hubiera explotado más, pero estoy en ese camino. Contratar gente con conocimiento para crecer.

¿Qué consejos le daría a los emprendedores?

Ser positivos, no desmayen en ningún momento. Yo, para llegar hasta donde estoy, me he caído muchas veces, siempre busqué una nueva oportunidad. Probé, investigué y encontré mi ‘nicho’.

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