Andrea Llosa habla con Trome sobre su programa, su esposo, su familia
Andrea Llosa

Por: Miguel Alegre

llega al parque en el que realizaremos la sesión fotográfica y su presencia no pasa inadvertida para nadie. Las mujeres la admiran y los hombres aprecian su belleza impactante.
Pero hay otros, aquellos que tienen la conciencia manchada por algún secreto pecaminoso, que se ponen nerviosos. Unos sueltan inmediatamente la mano de su ocasional pareja. ¿Estará ahí ella para ‘atraparlos’? Miran a todos lados. Empiezan a sudar. La conductora pasa de largo para encontrarnos, con una sonrisa que no siempre aparece en la televisión. Entonces todos se relajan y los ‘tramposos’ se van a casa con un susto que no olvidarán. Quizá ‘nunca más’ se vuelvan a portar mal.

¿Caminas con seguridad por miedo a la venganza de los maridos agresores?
No, no tengo miedo. Es más la gente que me quiere que la que me odia. Muchos hombres se me acercan y me piden fotos.

¿Has recibido amenazas?
Hace un par de años me mandaron una corona fúnebre en la que me decían que me iba a morir. Sí tengo cuidado por mis hijos, sobre todo cuando he hecho una historia de un agresor con antecedentes penales, por ejemplo. Y mi esposo cambia de ruta por si acaso, pero no vivo traumada.

Cuando encaras, ¿eres consciente del peligro?
Me concentro, cinco minutos antes pido que no me hablen en el carro, incluso hasta lo disfruto porque salgo con la adrenalina cargada después de haber visto imágenes del hombre golpeando a su mujer.

¿Has llegado a golpear a alguien?
No, pero sí uso muchas lisuras y en ocasiones se me va la mano. Soy menos agresiva de lo que piensan. La gente, a veces, cree que yo ando gritando todo el día en el trabajo. Tampoco es así.

¿Lisurienta?
Siempre, desde chiquita, pero sí sé donde y en qué momento.

¿De barrio?
Mi padre fue coronel de la FAP y toda mi vida he vivido en villas militares y como todo es cerrado, tenía mucha libertad y paraba en la calle. Me gustaba jugar con hombres, porque era bastante achorada, ruda, nunca he sido muy femenina.

Pero participaste en un concurso de belleza...
Sí, es lo peor que he hecho. Hasta ahora cargo con esa cruz. Cuando tenía 17 años mi mamá me metió al Instituto ‘Frieda Holler’ para que aprenda modales de señorita y terminé en el concurso ‘Bellezas Peruanas para el Mundo’, que transmitían en el canal 2. Era como un ‘Miss Perú’. Al final terminé haciendo huelga, porque según yo, estaba arreglado y se sabía quién iba a ser la ganadora. No quedé ni en el puesto 10. Miré al público, estaba mi exenamorado, unas tías que hacían barra y me dije: ‘P..., qué hago acá’.

¿Y de ahí te pasaste al periodismo?
Hice varias cosas antes, pero como lo único que me gustaba era escribir poemas, me recomendaron estudiar Comunicaciones. No era porque quería hacer televisión ni mucho menos conductora. Lo único que quería era redactar en un periódico. Así comencé, primero en una revista y luego hice crónicas en el dominical de un diario popular.

¿En casa también eres achorada?
Con mis hijos soy mucho más flexible que mi esposo. Ellos hacen lo que les da la gana conmigo. Mi marido tiene más autoridad en el hogar, pero cuando digo ‘no’ es no.

¿Alzas la voz?
Sí y mis hijos me amenazan con denunciarme. Yo les digo: “Bueno, vamos que te llevo al Inabif”.

¿Y con tu marido?
Trabajo con él. A veces estamos en la casa hablando de casos del programa, es inevitable, y discutimos, pero después seguimos como si nada. No hay ofensas, es mi mejor amigo.

¿Cómo se enamoraron?
Era mi camarógrafo y éramos superpatas.

¿Tiene su carácter?
Cuando se molesta, lo hace en serio. Se pone como una hembrita y se queda horas ahí enojado.

Tengo la idea de que es pisado.
No puedo estar con un hue..., con un pelotudo, sino no lo admiraría. Aunque no lo crean, necesito sentirme protegida. Puedo defenderme sola, pero me gusta tener un hombre a mi lado que me apoye. Él se mete en todas las decisiones y además es un gran papá.

¿Salen mucho?
No. Me casé a los 30 años y ya me he juergueado todo lo que he querido y él también. Nos gusta estar en casa, por eso hicimos un sótano donde hacemos nuestras juergas o simplemente nos tomamos un vino juntos.

¿Cómo hacen para mantener encendida la pasión?
Nos vamos de viaje o a un hotel solos. Cuando podemos nos escapamos a un sitio cerca.

¿Es romántico?
No, en eso sí me quejo. Es muy cariñoso, más meloso que yo, pero de mandarte flores o que se acuerde del aniversario, nunca. Yo tampoco. Me gustaría que sea un poco más detallista y se lo digo. Él me dice que tengo razón, pero igual no pasa nada. No todo es perfecto.

Con tantas cosas que ves en tu programa, ¿celosa?
Sí, pero no me da motivos. Tendría que sacarme la vuelta con alguien del trabajo, porque nos vemos todo el día. Yo no manejo y él me lleva a todos lados. Tampoco es de voltear a ver chicas cuando pasan. Igual, si me quiere ser infiel, lo va a hacer.

¿Revisas su teléfono?
Tengo su clave y él la mía, pero no estoy revisándole el WhatsApp. Si se está bañando y suena su celular, yo contesto, aunque no paro pendiente.

¿Le pondrías un detective o le mandarías una cámara?
No, voy yo misma. Eso es lo peor. Yo soy el arma disuasiva. Es muy divertido porque a veces las mujeres en el supermercado se me acercan y se toman un ‘selfie’ conmigo y dicen ‘ya se cagó mi esposo’. Los hombres creen que me voy a aparecer en cualquier momento y no saben que yo estoy en mi casa durmiendo.

¿La infidelidad se perdona?
No. Eso no significa que juzgue a otras mujeres por hacerlo.

Imagino que muchas te piden consejos...
Muchísimas me escriben para contarme sus historias de amor, porque se quieren matar, porque las dejaron o quieren volver con una pareja que les fue infiel.

¿Y una agresión?
Eso sí es imperdonable. Con eso no se concilia.

¿También has hecho casos contra mujeres?
Claro. Hay un montón endosándole una paternidad a otro. O una que cobraba el 60 % del sueldo de su pareja, pero era el hombre el que criaba a los tres hijos y dos de ellos no eran suyos, pero igual los quería. Logramos que el juez la haga devolver el dinero.

¿Por qué te denuncia Carlos Cáceda?
No sé si sale de él o de la familia de la esposa. Creo que él no ha entendido que en el programa en todo momento se dijo que él sí pasaba una pensión a su hija. Esa no era la denuncia.

¿Y te salpicó también el tema de Pedro Gallese?
Ahí te das cuenta de hasta qué punto la gente puede ser tan estúpida en las redes sociales. Me decían ahora te vas a ir presa y yo no tenía nada que ver, porque eso no salió en mi programa.

¿Los mundialistas ahora son intocables?
Sí, no importa lo que hayan hecho. Si violaron o mataron. Es más, en lo de Cáceda había gente que me decía por qué no esperábamos a que pase el Mundial. Están locos. Yo también soy hincha y me encanta Gareca y ‘Orejas’ Flores, pero una cosa no tiene nada que ver con la otra. No tengo ninguna animadversión con Cáceda ni con nadie.

¿Te han llegado acusaciones de otros futbolistas?
Sí, pero muchas no tenían el peso para salir. Sin pruebas o documentos, al final la que tiene que ir al Poder Judicial soy yo.

Gracias, Andrea, por el tiempo.
A Trome por tenerme en cuenta siempre y ya lo saben: Pórtense bien.

tags relacionadas

NOTICIAS SUGERIDAS

Contenido GEC