El cómico comentó que no se muere de hambre ni se encuentra pidiendo limosna, tras contar que viene haciendo taxi para llevar un pan a su hogar tras cerrar su restaurante y verlo en el programa ‘Magaly Teve. La Firme’, vendiendo helados en Ventanilla.

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“El negocio del restaurante no iba bien y solo se trabajaba para pagar el alquiler del local, los sueldos y los servicios, así que lo cerré para no vivir estresado con eso. Por eso, empecé a trabajar con mi taxi y estoy manteniendo a mi familia. No me estoy muriendo de hambre ni pido limosna. Es más, tengo mi casa y en unas semanas voy a abrir un espacio para vender comida de la selva”, señala Gino Arévalo, ante las críticas que viene recibiendo.

Además, comentó que lamenta que haya tocado puertas y no le hayan respondido.

“No pido nada regalado, he tocado las puertas de algunos programas y de artistas pero algunos ni siquiera me responden, no se sinceran y me dicen ‘mira Gino, por ahora no hay nada’, eso no lo entiendo, es lamentable”, comentó.

Sin embargo, señala que no pierde la fe pues es un hombre que siempre ha trabajado y se ha levantado.

“Soy chamba, yo no me quejo. Por eso, ahora estoy vendiendo cecina, chorizo y demás productos de la selva, tengo mis clientes y así van entrando otros ingresos; pues debo pensar en el colegio de mis hijas y también para poder seguir con mi carrera de derecho”, añadió.

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‘LA TELEVISIÓN ES INGRATA’

Gino Arévalo decidió reinventarse luego de abandonar la televisión y verse obligado a cerrar su restaurante, porque ya no le alcanzaba el dinero para pagar el alquiler ni a sus trabajadores. El popular cómico tampoco encuentra trabajo en la TV, por lo que ahora se recursea como taxista y vendedor ambulante de helados.

Un informe de Magaly Tv La Firme ingresó a la intimidad del humorista, quien reveló que fue dos veces víctima de la delincuencia mientras taxeaba. Según su testimonio, le robaron en dos oportunidades, una en La Victoria y otra en Cárcamo, cuando recogió a un pasajero y le arrancharon su celular.

Pero eso no es todo. En los días bajos, Gino Arévalo se ve obligado a salir a las calles de Ventanilla personificado como su entrañable personaje de ‘La Tacachera’. Se pone peluca, se maquilla y se coloca sus implantes para salir a ofrecer los helados artesanales que su esposa prepara en casa.

“La televisión es ingrata, no es perpetua, yo pensaba que era así, teníamos todo a la mano, pero hay que pisar tierra, la televisión no va durar para siempre”, indicó para las cámaras de la urraca.

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