Tomás Borda asegura que no le gusta la fama

En el agua, entre braceadas y respiración agitada, Tomás Borda parece soltar el estrés que produce realizar una operación o haber sido grabado por una cámara imprudente. El Doctor TV se relaja en un club miraflorino que lo cobija durante años y es el lugar ideal para conocer el interior de este señor, que cura enfermedades y salva vidas. Nada más y nada menos que eso.

¿Cuáles son sus mayores placeres fuera de la medicina?Soy un hombre simple. Me gusta juntarme con mis amigos y tomar unas cervecitas.

¿Alguna vez operaste ‘resaqueado’?Nunca, y menos si he peleado con mi esposa. Eso afecta tu trabajo.

Hace un tiempo lo detuvieron manejando ebrio…Fue un error. Más aún, siendo médico e imagen pública. Por eso pedí disculpas.

Ya no es un profesional común y corriente.La fama me quitó hasta el apellido. Ya no soy Tomás Borda. Ahora soy el ‘Dr. TV’.

¿Le incomoda eso?No me gusta la fama. Incluso acepté el programa después de hablar mucho con mi familia. Al principio tenía mis dudas.

¿Cambió su vida?Mucho. Ahora en la calle me paran y me consultan por problemas de salud que sufren hace diez años.

¿Qué es más bravo: ingresar a una sala de cirugía o a un set de televisión?Antes de cada operación, todavía me pongo nervioso. Peor cuando una mamá viene y me dice: ‘Le encomiendo la vida de mi hijo’.

Salvador Bilardo dice que los médicos son como los técnicos: no se pueden equivocar.Así es. Una vez tenía que hacer un corte para extirpar un tumor, pero había el riesgo que me lleve una arteria.

¿Y qué hizo?Me la jugué y no pasó nada. Yo mismo me susurré: ‘Ufff, qué lechero’.

¿Cuánto le estresa perder un paciente?No se me borra nunca. A una niña, una combi le pasó por encima y me preguntaba: ¿Voy a estar bien?

¿Qué contestaba?‘Tranquila’. Luego la pequeña me hablaba: ‘Ya no me duele’, y era porque la vida se le iba apagando y murió en mis brazos.

¿Cómo hacer en esos momentos para hablar con los parientes?Lo peor es comunicarle a la familia y eso afecta también mi vida.

¿Cuáles son los casos más difíciles que le ha tocado?He atendido terroristas, criminales y los salvé.

¿Lo han maldecido?Una vez vinieron todos los familiares a pegarme porque no salvé a su mamá.

¿Entre tanta desgracia le habrá quedado una moraleja?‘Nunca te quejes porque no tienes zapatos, porque hay otros que no tienen pies’. Eso me repetía mi madre.

¿Cuál es la clave para ganarse la confianza de la gente?Creo que el médico no debe decir: “Señora, ¿qué tiene?” sino: “Señora Juanita, ¿en qué la ayudo?”

¿Se persigna antes de una intervención?Soy más científico que creyente. Pero cuando mi paciente está dormido, hago la señal de la cruz. No es cábala, sino que necesito un apoyo Superior. Pido que la fuerza me acompañe.

A los galenos los ven con admiración. ¿Ganó con varias chicas?Somos muy admirados, pero tenemos guardia toda la vida.

¿Pero andan bien económicamente?No siempre. Por ejemplo, cuando mis amigos terminaban la carrera y llenaban la billetera, yo recién iba a mitad de mis estudios.

¿Así como los peloteros pierden peso después de un partido, a los doctores les ocurre lo mismo después de una cirugía?En las largas, la tensión me hace bajar hasta 3 kilos.

Como médico conoce la muerte de cerca, ¿le tiene miedo?No, pero sí tengo el temor de que se mueran los seres que más quiero.

¿Cuántas veces insultó a la ‘parca’?Cuando he visto morir un par de niños: “Me ganaste esta vez”.

¿Es un ‘matasanos’ con calle?Voy por barrios bravos. Cuando estaba de guardia de madrugada salía a las 3 de la mañana a buscar chifa por las calles de Villa María del Triunfo.

¿Algo que no sepa la gente de usted?Para que me dejen operar mi primera vez, un apéndice, a mi jefe le tuve invitar a almorzar. A la carta todavía.

Gracias por atendernos. Pocos saben los secretos de un doctor.Una vez un delincuente me puso la pistola en la cabeza para robarme y, si disparaba, ahora Trome no estaría acá conmigo. Gracias a ustedes por permitirme contarle a la gente algo más de mí.

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