XOANA LOVE se ha vuelto la columna más esperada de los lunes. Ya lo ha dicho Xoana González: quiere superar a Carlos Galdós en Somos, quiere superar a nuestro Búho, el columnista más leído del Perú. Pero lo que más quiere Xoana es que sus lectores se diviertan y la conozcan más. Esta vez Xoana hace uso de la libertad que tanto ama y hace un agradecimiento sincero y masivo. Antes de que empiece, ¿dónde puedes encontrar todos sus textos? Al final de este o en este link de . Basta de preámbulos. Xoana, empecemos en 3,2,1, ¡va!

Quiero hacer un corto agradecimiento. Antes, eso sí, despójense de cualquier tipo de prejuicio y de fácil sonrojo. Así hablamos entre amigos, dejémonos de hipocresías. Y, compañeros y compañeras machistas, no solo los hombres pueden hablar de su pasado sexual con total libertad. Nosotras, también. Tu hija, tu madre, tu hermana, tu novia, también. Ellas pueden tener un pasado sexual más rico y menos aburrido que el tuyo. ¿List@? Empecemos.

Agradezco a todos y cada unos de los hombres con los que me he acostado, con aquellos con los que he compartido momentos y con los que he hecho el amor. A los bendecidos con el tamaño y a los que me demandaron por su pequeña autoestima. A todos ellos van estas líneas.

De todos he aprendido. Hasta he aprendido a no dejarme llevar por manos y pies antes de ir a la cama. Eso de las dimensiones de las extremidades engaña, a entenderlo de una buena vez: es una leyenda urbana más. Al grano: puede calzar 45 y medir 4,5. Es así, no se mientan.

También aprendí que los defectos del hombre con dimensiones menores me molestan más. Mucho más. Son menos soportables. Me causan un coma emocional. Ahora, por ejemplo, si deja la toalla húmeda sobre la cama pero es un trípode, está perdonado.

Así las cosas, hay que desarrollar el nivel de paciencia al estar enamorada de penes que van de extensiones chicas a normales. Sí, me gustan grandes y no tengo reparos en decirlo.

También quiero agradecer profundamente a los hombres que me he comido por algún interés, ambición o aburrimiento. Y a cada feo que me he comido gratis, porque sí, porque quise, porque me apeteció, porque me dio la soberanísima gana.

A los modelos de revista y a los gorditos simpáticos, como mi primer novio, sería mezquino no mencionarlos. También, las gracias a ellos.

A mis seis convivencias frustradas. Cada una sirvió para pulirme.

Y también, al hombre que hoy me disfruta.

Él se lleva la versión más madura de mí.

Imagínense lo que era antes.
Debería sentirse suertudo.

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