Todos escriben de Xoana González, y cuando ella escribe todos la esperan. Hasta los que la envidian, ¡hasta la competencia más seria! Ahora, las ideas en el cerebro tienen idas y venidas, crecen, se achican, toman formas indescriptibles, aparecen y vuelve a desaparecer, uno hace saltos en el tiempo que son difíciles de explicar. Esto es lo que plasma en su quinta columna de . Xoana, empecemos:


El morado es algo nuevo, aunque con esta boca de mamona parezco Halloween. El nude es lo seguro. Aunque no sé, hoy quiero cambiar. Disclaimer: hoy conocerán la intensidad, el lado de Xoana que menos ven en la TV o en mis fotos y videos de . Y eso que se ve mucho de mí ;)

Pucha, qué difícil es salir de la zona de confort y arriesgarse a lo nuevo. ¿Por qué será? O sea, un labial no te da seguridad, pero sí la zona de confort. Lo nuevo es arriesgar y los riesgos dan miedo, ¡miedo al rechazo! ¿Estoy hablando de un simple labial o es momento de cambios? ¿Tengo miedo y quizás pánico al cambio?
Tengo tatuado hace 12 años: "Mi vida, mis reglas" Me animé siempre a cambiar, a ser una mujer camaleónica, transgresora. Me he cambiado el color de pelo, estilos, cirugías, me he ido a recorrer toda la Argentina con el auto, una hippie más, he ido a trabajar a otros países. Todo eso y más, ¿y no me animo a cambiar el color de labial? No me entiendo. Quizás me cansé de ser esa mujer que arriesga y quiero ser una mujer en mi zona de confort, sin tener perturbaciones en mi vida cotidiana. "Perturbaciones", qué palabra con tanto peso para mí. Se la escuché a un ser que admiro y se la voy a robar en esta oportunidad.

La paz y mi tiempo son lo más valioso que tengo. Los quiero arriesgar sintiéndome insegura o en un torbellino de sensaciones. "Remontar un barrilete en esta tempestad". Frase de , que no sé cómo se lo llevó el de arriba. Hubiese preferido que se lleve a Arjona, ¡pero a Cerati, no! Escuchando siempre de fondo música de los ochenta... siempre, siempre, de fondo, ahí está. Ya lo confesé en un auto hace unos días y acá estoy escribiéndolo para todos ustedes, confesando abiertamente que estoy condenada, con mis gustos y acciones, a dolores del pasado... aunque escapando de ser quien no quiero ser y, de alguna cierta forma, no imitar los hechos que no me han gustado. Pero si las pasiones definen a las personas, estoy fregada... otra vez, yéndome por las ramas, ya el que ha leído mis columnas anteriores sabe que me es muy difícil cerrar la idea y no irme por las ramas.


Estaba en mis gustos, mi música preferida no es más que el reflejo desesperado de tener cosas en común con el hombre que me escribe diez mails por día, me lleva 30 años, y es mi papá. El hombre que es un hielo y que en la cancha se transforma. Y amo ir a la cancha a ver un partido de Banfield con él, aunque yo no entienda para dónde tengan que patear, pero shhhh, él no lo sabe. Él piensa que miro a los once huevones detrás de la pelota, cuando en realidad son dos tiempos y a veces hasta con alargues. Solo poder mirarlo, observarlo en silencio, ver sus rasgos, imaginar cómo te imaginaba hablándote de mi vida y contándote qué chico me gustaba y que las chicas me hacían bullying, porque tenía una boca gigante (no estaba de moda ser bocona cuando era chica). Y ahí estábamos, vos en una faceta que demostrabas emoción; y yo, llenando vacíos en medio de fantasías y charlas que en realidad eran monólogos en mi cabeza.
Como siempre, entre mi imaginación y la realidad hay un abismo de diferencia. La realidad es una y en mi cabeza meto quinta, arranco y pocas cosas me paran.

PAPÁ
Y así todos mis gustos son más que las ganas de ser y pertenecer a él, a mis raíces, para no sentirme abandonada, para no sentir miedo a decir "chau", a no sentir pánico cuando estoy queriendo a alguien si es que me animo a querer. A no sentirme mal porque no fue como hubiese deseado, a tener que forjarme en la conchudez para hacerme valer y para poder juntar valor y hacer las cosas q he hecho en mi vida. Que, por suerte, a Rodrigo, mi esposo, se las fui contando después de los años, porque seguro que en la primera cita salía corriendo. Aunque, pensándolo bien, en la primera cita tenía la boca muy ocupada para poder decir mi nombre (¡o preguntarle el suyo!).


RODRIGO

Igual, con los años fui contándole uno a uno mis más dolorosos capítulos, él se encargaba de desnudarme la piel y el alma, fragmentos callados por años, llantos que estaban ahí esperando poder llorarse por más de 20 años, en donde yo sentía vergüenza y del otro lado vieron a una mujer que por más que esté llorando como una nena, sintiéndome desprotegida y vulnerable, también tenía una fortaleza y una valentía que yo era incapaz de notar. Hace poco leí en una revista, donde le hicieron una entrevista para Colombia (por los premios que ), y él dijo (sin que lo obligaran, es más, ni lo sabía) que lo que más le enamoró de mí es que había sobrevivido a tanta mierda. Y, es más, hasta veía el lado positivo del dolor y el aprendizaje, que eso le llamaba poderosamente la atención. Más allá de los plásticos, claro.

Poder hablar las cosas me hace sentir mejor, es una especie de terapia poder decir que pucha, sí, la verdad es que me tocó una vida dura, mi hermano no me habla, mi papá es mi amigo y gracias a Dios que decidí ser conchuda en vez de callada y fui por él, una madre que amo y ni me atrevo a escribir nada malo de ella, un barrio donde los chicos de mi colegio me molestaban porque era pobre... y sí, orgullosa de haber nacido y crecido así, con ausencias materiales y afectivas. Porque si no, no hubiese sido tan conchuda y decidir ser así y hacerme fuerte para afrontar un mundo donde me siento de alguna forma victoriosa y bendecida. Un entorno que cada día disfruto, porque puedo tener paz y tiempo, porque los infiernos ya no me consumen, y en el que logré una armonía, en donde me aseguré nunca más pasar ni hambre ni falta de afecto, en donde resguardo a los que me dieron la vida. Porque siempre hay que ser agradecido y quizás es una de las pocas cosas que me enseñaron, porque el resto lo tuve que aprender a los golpes.

Me hubiese encantado tener más límites, más lecciones de vida, más abrazos, pero es lo que tocó. Tocó ponerse esta coraza de fortaleza inventada para camuflarme en el mundo, pero en el fondo no sé hasta qué punto soy fuerte o soy débil y realmente ya no tiene importancia hacerme la fuerte, por lo menos frente a mí. Y aceptar que quizás entre tantos cambios hoy por hoy solo deseo estar en mi zona de confort, entre mi estabilidad que tanto me costó, entre los afectos que tanto busqué.

Así que hoy no elijo el labial morado, hoy elijo mi fiel labial nude que me hace sentir bien. Porque al fin al cabo de eso se trata vivir, ¿no? De buscar el bienestar, elegir lo que nos hace bien.

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