Xoana González revela todo lo que está dispuesta a ser para convertirse en mamá
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Como veo que la columna de los roches funciona – o sea abrir mi corazón y contarles mis más profundos miedos y angustias les resbala- y teniendo en cuenta que en el borrador de la columna anterior dejé afuera muchos roches, acá va la segunda parte “Top ten rochoso parte II”

10) En un momento de mi vida se en dio por recorrer todo Argentina en mi auto en busca de buenas notas para el programa que producía y conducía. Estaba en Mendoza después de manejar 12 horas. Paraba en hostels donde dormían 10 en esas camas que las de arriban hacen que las de abajo sean una especie de cama solar (justo para los que tenemos claustrofobia) En fin, de día buscaba notas y de noche iba a los salones de fiestas para ver si me podían dar trabajo con pago al día de lo que sea. Me dijeron que esa misma noche estaban buscando una bailarina de árabe para el cierre de un show y yo les dije que era experta (solo había ido a 4 clases) El vestuario me quedaba y era buena plata, Esa noche ya toda tuneada mirando videos en el celular de Shakira como si la pudiera imitar, empiezo a darme cuenta que la fiesta era de la comunidad árabe y los números anteriores a mi baile eran chibolas todas coordinadas Bailando con un cuchillo, después salían otras bailando todas con bastones, otro grupo haciendo lo mismo con una sábana y después de semejantes repertorios yo era la última (como me quedaba espectacular el vestuario pensaron que el número era espectacular)

Me toca a mí y yo por dentro me digo “Dale Xoa, todo sea por comprar lentejas para mañana y cargar el tanque. Todo en la vida es cuestión de actitud“. Salí entre las mesas bailando convencida que estaba dando un baile increíble, pero más parecía que tenía problemas de motricidad y, viendo la cara del que me contrató, sabía que no me iba a pagar. Así que me fui bailando lo que más bien parecía la coreografía de Peter Anguila hasta la puerta y me fui sin pedir mi pago. Todavía tengo en la cabeza los gestos de asombro de los turcos de Mendoza sin descifrar si eso era una joda o un baile de última moda.


9) Voy a mi cirujano traumada por una experiencia sexual donde yo creía que tenía un agujero de ozono más que una chuchuna normal, cuando mi cirujano me revisa (pone su dedo índice con guante adentro de mi casita y me pide que haga una contracción de músculos internos y me dice que estaba bien) Yo lloraba sabiendo que él no me iba a poder operar así que pedí otra opinión. Llama a la enfermera, quien repite el mismo proceso y me dice lo mismo. Yo sigo llorando desesperada porque quiero más opiniones. Viene la recepcionista y así en un momento eran como 10 personas. Solo faltaba el portero metiendo su guante y dando su opinión. En fin, el cirujano accedió a operarme porque entendió que estaba desesperada.

8) En el avión a Buenos Aires en la Navidad pasada, teníamos solo 3 perros y los traíamos a Buenos Aires cada vez que viajábamos más de 5 días. Eso fue antes de adoptar a Gala Marta Frijolito de las legumbres viajaba en cabina con Rodrigo y yo tenía a María Copito de las Nieves y Lola, por su peso, viajó en el lugar especial presurizado pero la retirábamos con el equipaje (Lola viajó más de 10 veces a Argentina conmigo y otras viajaba en ese lugar. Lola es la perrita más dócil y tranquila del mundo) Para Copito y Frijol era su primera vez en el avión y estábamos curiosos de ver si necesitaban contención, así que con Rodrigo decidimos que cuando todos ya estaban durmiendo, las sacaríamos del bolso bajo del asiento y las llevaríamos abrazadas.

Esos eran asientos de 3: Rodrigo estaba al lado del pasillo, yo en el medio y a mi derecha estaba una señora que parecía que había desayunado clavo con vinagre. A mí me toca Frijol, quien se marea viajando en auto. Así que sentí que estaba por vomitar tras sufrir unas convulsiones medias raras. Al final, terminó manchándole toda la ropa a la señora y a mí con sus heces. Parecía la escena de Carrie, pero en vez de sangre de chancho, era caca mostaza de Frijol.

Rodrigo lloraba de risa y yo desesperada limpiando con la frazada que te prestan. Como la frazada no fue suficiente, yo limpiaba con la misma Frijol, que es una pequeña oveja blanca y terminó de color chocolate. Le pedí disculpas a la señora. Vinieron azafatas, la señora se cambió de asiento, nadie quiso sentarse con los que tenían caca. En una radio de 3 asientos alrededor, nadie se quiso sentar, se quejaron y pidieron cambio.

7) Intentado explicar a los fans cómo hacer glúteos en la cama me descuidé y no vi que Copito de Nieva estaba ahí. Al saltar de la cama con mis 60 kilos, el colchón lo hizo volar por los aires. Yo encima volé y me lastimé el cuello, lo cual me llevó a sesiones en el quiropráctico. Copito es lo máximo Siempre cae bien y por eso no se lastimó.

6) Peleando con Rodrigo en el programa de Magaly me sentí Marimar y le dije “Podrás tener a mil mujeres en tu cama, pero a la única que amas y a la única que deseas es a mí” La terminé de embarrar cuando le pregunté si ya había tenido intimidad y dijo que no, que son solo amigos por ahora. Me reí como una bruja mala de Disney sin dejar de mirar a mi cámara y dije: "Si todavía no hicieron nada y  no te filmó, olvídate. No tenés chance. No lo calentás"

5) Cuando traje a Lola de Argentina la primera vez , estaba muy estreñida: La llevé a la veterinaria un sábado y me dijeron que le dé vaselina y caldo para tomar. Si no pasaba nada, la podía llevar el día lunes. Sin embargo, la veterinaria cometió el error de darme su celular. Yo, cual madre desesperada, el domingo la llamé como 10 veces y me terminó explicando por teléfono lo que podía hacer.

"Con el guante, metes tu dedo por su trasero y se destapa”. La llamé unas 15 veces más pidiéndole que vaya a mi casa o yo a la suya  (ella estaba en casa de sus padres en un cumpleaños familiar). Entonces, la muy maldita decidió bloquearme en el celular y yo, en desesperación del domingo,  recordé su recomendación y salí a una farmacia. Las cercanas estaban todas cerradas. Como no conseguí guantes, corté mi uña al ras y seguí las instrucciones intentando  no vomitar. Cuando saqué mi dedo, la escena parecía cuando revientan una piñata en un cumple y te cae todo el papel picado encima... solo que no era papel picado.

A Lolita se le fue el malestar y yo tuve, no solo que cambiarme de ropa, sino también de veterinaria.

4) El día de mi boda parecía el arquero de la selección: Todas las piernas peludas, las manos de camionero y el peinado a medio hacer cuando ya teníamos la movilidad en la puerta con las latas “Just married”. (Siempre soñé con eso ¿ok? Es estúpido pero también siempre quise decir “taxi, siga a ese auto” y ese día me saqué las ganas de hacer esas estupideces) Volvamos al casamiento. Me doy cuenta que mis zapatos de canje se enterraban en el pasto y había que devolverlos impolutos y sagrados. Bueno, dejé el formalismo y me puse mis zapatillas imitación de Adidas.

Ya en mi casamiento, el juez que nos casaba decía mal mi nombre y a Rodrigo, le decía Rolando. Natalia, mi madrina de bodas le dijo: “No, no, ese es su ex”. Lo más gracioso es que nos casamos un miércoles 14, para evitar el 13, pero el juez nos confirma que edicto matrimonial se aprobó el martes 13. Nosotros nos miramos y dijimos: ¡NO, estamos caga…!”

3) Pensé que tenía poderes mágicos. Por dos o tres días seguidos, contestaba lo que estaba por pasar y estaba tan sorprendida y asustada que se lo confesé a mi suegro. Con Rodrigo llorábamos de risa por lo absurdo que sonaba mi confesión. Todavía nos acordamos y seguimos riendo. Y los poderes mágicos fueron sólo casualidades.

2) Uno de los momentos más rochosos sin duda es cuando salió mi video porno. Con Rodrigo nos queríamos morir. Él, porque no estaba en su máximo esplendor, y yo -más allá que lo vería mi familia- por dentro pensaba que sé que podría hacerlo mejor. Menos mal que el choro se apiadó y no mostró otros videos donde había un aparato de hacer bucles de por medio.

1) Cuando llegué a Lima llevaba a Lola a una veterinaria muy conocida para que le corten las uñas porque no confiaba en nadie para que la bañen. Me la quitaron de mis brazos y me pidieron que regresara en dos horas. Me negué y decidí esperar en el local. Sus ojos me pedían auxilio. Por eso, intenté entrar esquivando el cartel "Solo personal". La recepcionista se dio cuenta y me ordenó que no entrara. Ok, la obedecía. Hasta que escucho a Lola llorando a gritos. Corrí hacia la puerta y grité: 'Acá está mamá, Lola'.

Bueno, resulta que estaban secando a otro perro que lloraba igual que mi bebé. Me devolvieron mi perra, mi dinero y me pidieron no volver.

Nos vemos el próximo lunes. Mira

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