Xoana González nos sorprende con una nueva columna donde resalta que aprendió la lección y aprendió a madurar tras los escándalos en los que estuvo involucrada.
Xoana González

 en se describe como una chica rebelde, pero sensible y aunque no midió las consecuencias de sus actos en años anteriores, con los que se ganó más de un juicio y perder a más de una amigo, en esta columna la argentina hace un mea culpa y resalta lo que aprendió.

Uno puede elegir entre el rencor o la compasión, el egoísmo o ser bondadosos. Uno elige si desea llorar a su padre ausente o ir por él dejando los prejuicios de lado. Es que cuando la oruga pensaba que se moría, se convirtió en mariposa. Uno es libre de elegir si soltar el dolor y dejarlo volar o amarrarlo y ahogarse en el mar del pasado.

Agradezco esa realidad, porque sacó mi lado valiente; aprendí a perdonar y a entender, a valorar; pero sobre todo porque con la carencia de recursos económicos de chica, pude ver con mis propios ojos el infinito amor de madre, a valorar lo que se tiene, a desprenderme de lo material, a ser feliz con poco. A aceptar la realidad y construir la felicidad en base a lo que hay y; si todavía duele la falta de amor una junta valor y va por el.

Aprendí las diferentes formas de amar: que no nos amen como nosotros quisiéramos no significa que no nos aman, solo nos aman a su manera. Te puede llenar o no, pero hay que entender que del otro lado está el amor y que debemos verlo con los ojos del corazón.

Mi papá siempre fue frío y solo dos veces me dijo que me quiere y ya se le llenan los ojos de lágrimas y se siente mal, pero a pesar de odiar la tecnología ahí se compró su celular con WhatsApp, aprendió a usar skype, stokea mis redes aunque se olvida las claves y hasta pintó su casa de fucsia sin importar quedar como el rosquete del barrio con tal de robarme una sonrisa.

Quizás yo necesitaba más palabras, pero siento su amor cuando aprendí a ver que su forma de querer era totalmente diferente a la mía y así me siento súper amada.

Hasta los presos son libres en sus celdas, el sol sale para todos y hasta en las condiciones menos favorables de privación de libertad uno elige si estudia una carrera y aprovecha el tiempo en su celda como un aprendizaje o si forja su odio y su bronca contra el mundo.

Uno elige si aprende a controlar sus acciones e impulsos por ser sincera y graciosa y contar cosas que no corresponden en un programa de Tv y ganarse un juicio. Eso, sí bien me causo mucho dolor, pues estuve un año sin poder salir del país para ver a mis familiares, aprendí la lección de la prudencia, de cerrar la boca, de entender que estoy en una cultura más reservada donde a diferencia con lo que me crié, hubiese sido un excelente stand up para Calle Corrientes, en Buenos Aires.

Mi generación se crió viendo parejas homosexuales casándose y la libertad de expresión está a la orden del día y el humor no se censura y no se enjuicia y si uno entra a la tele entiende el juego mediático, pero quizás necesitaba ese baldazo de agua fría para aprender la lección.

En fin, uno puede amarrarse al rencor o soltar y agradecer por la lección aprendida. Le he pedido perdón a Joshua en varias oportunidades, pero también agradezco que me haya dejado un año sin poder ver a mi familia. Le agradezco el dolor que me causó y de haber transformado ese dolor en aprendizaje, para luego soltar y sanar.

Creo que la vida es un gran aprendizaje constante donde uno elige si quiere avanzar aprendiendo hasta de las experiencias más doloras o si se estanca y no evoluciona.

Yo decidí ser menos superficial, hasta me saqué mis grandes sandías (prótesis) que amaba por un proyecto superior que estoy segura que llegará en el momento justo. Mi mejor arma contra el dolor es la bondad, mitigó mi angustia con pequeños actos desinteresados que no vienen al caso contarlos, me los reservo para mí. Esa plenitud interna va curando las heridas.

Sentir compasión de alguien que ha sido extremadamente cruel con nosotros es un signo de madurez, verlo como un ser humano herido, que no aprendió nada de bondad y repite lo que seguramente le han hecho a él a través de su educación.

Transformar el odio en agradecimiento me costó un tiempo, pero una vez que lo logras, agradeces hasta al más perro de tus ex por cada experiencia que viviste, sea buena, mala o pésima.

Todo sirve y todo se transforma.

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