Si creías que tu se enfermará porque juega con el barro o anda en el suelo todo el día, te equivocas. Resulta que la excesiva limpieza podría traer consecuencias negativas para tu pequeño. ¿Por qué sucede esto? Porque el ser humano, en sus primeros años de vida, necesita tener contacto con los microbios del medio ambiente para crear un sistema inmune más fuerte.
Un equipo de alergólogos suecos demostró que los niños que viven en casas donde se lavan los platos a mano y se compra comida directamente de las granjas sufren menos casos de asma, rinitis, conjuntivitis y eccemas en la piel. Otra reveló que pequeños que crecen en medios rurales y en contacto directo con animales desarrollan menos alergia, también presentan menos casos de enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple, la diabetes y la psoriasis.
Aunque parezca un fenómeno contradictorio, tiene una explicación científica. Existen ciertos linfocitos encargados de defendernos de los parásitos, estos alcanzan cantidades demasiado altas en los niños que viven en ambientes sumamente limpios.
Es necesario que exista un contacto temprano con los microorganismos para que nuestro sistema inmune tenga las proporciones correctas y aprenda a autorregularse. De lo contrario, la superpoblación de células especializadas en defendernos de agresiones externas puede hacer que nuestro organismo sea demasiado sensible y tienda a reacciones exageradas frente a sustancias y microbios.
Si eliminamos los microorganismos con una pulcritud extrema, casi obsesiva, el sistema a inmunológico se descontrola. Por ello, la conclusión es sencilla: hay que permitir que los niños se ensucien para que crezcan sanos y fuertes.

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