"La verdad, nunca imaginé dedicarme a criar caballos de paso. Un día fui al norte y vi uno de estos. En ese momento la historia cambió, ahora llevo casi 50 años con ellos".
"La verdad, nunca imaginé dedicarme a criar caballos de paso. Un día fui al norte y vi uno de estos. En ese momento la historia cambió, ahora llevo casi 50 años con ellos".

Desde la primera vez que Emiliano Quispe (71) vio un caballo, supo que quería estar rodeado de estos animales. Lo que nunca imaginó es que el destino no solo le cumpliría su sueño, sino que lo convertiría en el criador de caballos de paso más antiguo de Lima Norte.

¿Cómo empezó su gusto por los caballos?
Yo crecí en la chacra de mis papás aquí en Carabayllo, había un vecino que criaba caballos y yo vivía fascinado con ellos. Mi papá decidió comprar uno para que nos ayude en las faenas de campo y yo no perdí el tiempo en aprender a montar.

¿Le costó aprender?
No es sencillo, pero tampoco difícil. Es cuestión de práctica.

¿Y cómo empieza con los caballos de paso?
La verdad, nunca imaginé dedicarme a eso (risas). Un día fui al norte y vi uno de estos. En ese momento la historia cambió, ahora llevo casi 50 años con ellos.

¿Qué le impactó?
Quedé fascinado por ese estilo peculiar que tienen para caminar. Porque el ritmo en ellos es natural, prácticamente no necesitan ser adiestrados.

¿Cómo los entrena?
Estos caballos llevan el ritmo en las venas, solo necesitan práctica y ser guiados correctamente. Ellos se van familiarizando poco a poco con el compás de la música.

¿Y no se rebelan?
Claro, a veces no están de humor y el ruido los fastidia. Los chalanes terminan pagando las consecuencias. Felizmente ni a mí, ni a los muchachos, nos ha pasado algo grave.

¿Tiene sus engreídos?
Por supuesto, El Campeón y La Moza son mis dos engreídos, aunque tengo una ‘ovejita negra’ que se ha ganado mi corazón: Capotazo.

¿Qué hace?
Se escapa de nuestra chacra y se va a visitar a las yeguas que tienen los vecinos. Al comienzo nos asustábamos y lo íbamos a buscar, pero ahora ya no. Ya sabemos que en dos días regresa como el hijo pródigo (risas).

EN FAMILIA
¿Su familia también ama a los caballos?
Sí, mis hijos me ayudan en la crianza. Solo mi hijo Luis decidió convertirse en chalán, además mi nieta, Bella (12), es quien baila marinera con los caballos. Y los pequeños Arón y Jared, de 6 y 3 años, que están aprendiendo a montar.

¿Dónde podemos ver a sus animales?
Aquí en el complejo El Chaparral, que está a la altura del paradero Huacoy en el kilómetro 22.5 de la avenida Túpac Amaru.

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