(Agencias)
Selección de Uruguay

Un se caracteriza por su temple, carácter, fortaleza y garra. En los colegios, desde niños les enseñan la historia del ‘Maracanazo’, esa final que le ganan a Brasil en el Mundial 1950.

No es casualidad aquella frase: ‘No hay uruguayo cobarde’. Son capaces de dejar la vida por la ‘Celeste’. En Suiza 1954, Juan Eduardo Hohberg (campeón dirigiendo a la ‘U’ y Alianza, y abuelo del blanquiazul Alejandro Hohberg) vio la muerte en pleno partido.

Uruguay jugaba la semifinal ante la Hungría de Ferenc Puskas y perdía 2-0. Hohberg marcó doblete y tanta fue la alegría de sus compañeros que tras el segundo gol, todos se le tiraron encima.


Soportar tanto peso le provocó infarto cardíaco. Durante 15 segundos no tuvo signos vitales, sin pulso ni respiración. Se trató de reanimarlo con masajes al pecho y respiración boca a boca, pero sin resultados.

El kinesiólogo tuvo que darle Coramina (estimulante prohibido) y ahí recién reaccionó. A pesar de las recomendaciones de los médicos, Hohberg volvió a la cancha para jugar la prórroga.

Al final, los uruguayos cayeron 4-2, pero demostraron al mundo que son capaces de vencer a la misma muerte. 

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