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En los buscadores de internet, al escribir el nombre de Steven Rothstein se obtiene como resultado que fue la “peor pesadilla” de American Airlines que, por la década del ochenta, era la tercera compañía aérea más poderosa del mundo. ¿Cómo pudo un hombre de familia de clase media alta generar molestia en una empresa tan poderosa?

En septiembre de 1987, Steven, un experimentado corredor de bolsa, no dudó en aprovechar una de las ofertas más insólitas de la aviación comercial -algo que en la actualidad no se vería-: American Airlines lanzó el AAirpass, un ticket aéreo de por vida en primera clase para viajeros frecuentes. Y él era un viajero frecuente, un apasionado de los viajes, por negocios y placer.

Por 250.000 dólares fue una de las pocas personas adquirió el ticket y acumuló más de 30 millones de millas en los interminables viajes que hizo durante 21 años. Se estima que llegó a darle más de 500 vueltas al mundo, podía estar en la mañana en Los Ángeles, para la tarde en Chicago y en la noche en Tokio.

Caroline Rothstein, hija de Steven, escribió un artículo en 2019 para y recuerda esos tiempos así:

“Los principales centros de Estados Unidos y el mundo se convirtieron en la oficina de papá; American se convirtió en su hogar. Conocía a todos los empleados en su viaje, desde la acera, pasando por la seguridad, hasta la puerta y el avión”.

Pase cancelado

En 2008, cuando estaba ingresando al avión que lo llevaría de Chicago a Londres Steven quedó sorprendido cuando un oficial le dijo que su AAirpass estaba cancelado.

Para entender el abrupto final, la historia de Steven se remonta a 1989 (dos años después que comprara el AAirpass) cuando por otros 150 mil dólares adquirió un ticket complementario que le permitió llevar a otra persona en cualquier vuelo. Se benefició su esposa, hijos, y personas a las que apenas conocía que ayudó en sus años de viajes gratuitos: familiares de sus amigos, trabajadores de American Airlines con vuelos retrasados, empleados que querían ver a algún familiar enfermo, etc.

Pero después de tantos años y pese a que Steven era conocido por todos en la empresa -incluso en más de una ocasión le pidieron donar millas de vuelo a personas necesitadas-, estuvo siendo monitoreado por el departamento de ingresos de American para ver cuánto le estaba costando a la aerolínea sus boletos dorados en ingresos perdidos.

American Airlines afirmó que Steven había incumplido su contrato por hacer “reservas especulativas”. La empresa fue contundente con las pruebas: durante mayo de 2005 y diciembre de 2008, Rothstein reservó 2.648 tiquetes de vuelo para compañeros de viaje y 2.269 fueron cancelados o su acreedor no se presentó.

Hubo una disputa legal que no falló a su favor.

Steven había perdido a su hijo Josh de 15 años en 2002 en un accidente de tránsito y los viajes se convirtieron entonces en un escape a ese dolor, según recuerdan sus familiares.

Desde el aviso en 2008, hasta la última declaración que dio para su hija en 2019, se siente el resentimiento por una decisión que considera injusta y unilateral. “Estoy enojado, me robaron la personalidad”, dice.

“Me robaron mi amor. Robaron exactamente lo que me hizo darles medio millón de dólares en primer lugar. Y medio millón de dólares es probablemente como 5 millones de dólares hoy. Y lo hicieron con malicia. Si hubiera habido un problema, lo correcto habría sido llamarme por teléfono y decirme que les gustaría que cambiara la forma en que utilicé el AAirpass”, concluye.

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