Este Búho considera que hoy será un día histórico para el ‘deporte rey’, pues seremos testigos de una nueva final de una entre la Argentina de Lionel Messi y la Francia de Kylian Mbappé. Para Leo es la última oportunidad de alcanzar un trofeo que le ha sido esquivo, pero Argentina ya obtuvo la Copa en dos oportunidades, de la mano de dos futbolistas que se erigieron como los mejores jugadores de aquellos mundiales: Mario Alberto Kempes en 1978 y Diego Armando Maradona en 1986. El ‘Pelusa’, cuya imagen es identificada por todo el mundo, ya no se encuentra entre nosotros. Pero Mario Alberto Kempes es una leyenda viva y constantemente es enfocado por las cámaras de televisión en Qatar, presenciando los partidos de su selección.

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Muchos jovencitos que ven el Mundial no saben de su extraordinaria participación en el torneo de 1978, del que salió goleador y obtuvo el sobrenombre de ‘Matador’. Ingreso al túnel del tiempo. Nunca olvidaré que vi la inolvidable final de Argentina 1978 en pantalla gigante y a color en el coliseo ‘Amauta’. En ese tiempo estaba chiquillo y nos zampábamos con mi mancha de ‘lagartazos’ de la Unidad Mirones por los muros del coliseo. La gente llegaba en sus autos desde barrios residenciales y también hartos extranjeros. Pero me sorprendí por la pifiadera al dictador argentino, el teniente general Jorge Rafael Videla. Los extranjeros abuchearon con todas sus fuerzas al sanguinario dictador. ¡Asesino! ¡Maldito! ¡Dónde están los desaparecidos! y sacaban banderolas y repartían volantes, donde se veía una pelota de fútbol desinflada que chorreaba sangre. En Argentina, el régimen militar secuestraba a estudiantes, obreros, dirigentes políticos y estos no volvían a aparecer.

No solo ‘desaparecían’ argentinos, sino también extranjeros, profesionales, curas, monjas, bajo las acusaciones de ser subversivos. Por esta razón varios gobiernos europeos reclamaban a la cancillería gaucha sobre el paradero de sus compatriotas y planeaban boicotear el Mundial. La dictadura no respondía. Por eso el torneo significaba mucho para ellos. Un fracaso deportivo iba a acelerar las protestas. No solo debían organizar el campeonato sino ganarlo. Argentina llegó a la final después de una discutida goleada de 6 a 0 sobre Perú, donde Kempes anotó dos goles. Pero en la selección albiceleste no solo destacaba Kempes. Desde la defensa, con un arquerazo como Fillol y un zaguero como Daniel Pasarella, y con un mediocampo con un infatigable ‘todo terreno’ Ardiles y en la ofensiva la potencia de un toro, Leopoldo Jacinto Luque, y la habilidad del ‘Loco’ Bertoni.

El domingo 25 de junio, los rioplatenses jugaban su segunda final mundialista

48 años después de su derrota ante Uruguay, en un Monumental de River colmado de 71 mil espectadores. Holanda era sobre el papel favorita. Cuatro años antes, en el Mundial de Alemania, ‘La naranja mecanica’ había asombrado al mundo con su ‘futbol total’, de la mano del extraordinario Johan Cruyff. En aquella justa merecieron ser campeones después de golear a la Argentina de Brindisi y destruir al Brasil de Rivelino y Jairzinho, pero perdieron en la final ante la local Alemania de Gerd Müller por 2 a 1.

Obtener la Copa tenía sabor a revancha, además llegaba con todos los astros de la final anterior como Neeskens, Rensenbrink, Krol, Johnny Rep, Haan, y con refuerzos como el gigantón Nanninga y los habilidosos mellizos René y Willy van de Kerkhof. Fue un partido electrizante, de infarto. Kempes anotó el primero para Argentina, pero a los 35 del segúndo tiempo el ingresado Nanninga, de soberbio cabezazo, decretó el empate. La historia pudo cambiar cuando a los noventa minutos, un tiro de Rensenbrink chocó en el palo, dejando enmudecido a todo el estadio. La historia pudo cambiar en esa jugada, pero el destino tiró los dados a favor de los locales. Se fueron a tiempo suplementario y Holanda se desinfló, y llegaron los goles de un incontrolable Kempes y un desequilibrante Daniel Bertoni.

Argentina finalmente se alzó con la Copa. Los siniestros militares celebraron con el pueblo la obtención del título. Pero no les duraría mucho la alegría, pues en 1982, después de la derrota que les significó la Guerra de las Malvinas, dejaron el poder en la ignominia y el asesino Rafael Videla terminó con sus huesos en la cárcel donde murió sin pena ni gloria. Los rioplatenses tuvieron que esperar siete años para obtener una vez más la Copa del Mundo, gracias a Diego Armando Maradona, en Mexico 1986. Hoy Lionel Messi puede darle a su pueblo su tercer título. Como sudamericanos, tenemos nuestro corazoncito con la albiceleste. Apago el televisor.

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