Este se une a la alegría de millones de compatriotas con las grandes satisfacciones que nos vienen dejando los Hay que ser sinceros, muchos políticos de los que ahora se quieren subir al coche con las medallas de oro, plata y bronce, hicieron todo lo posible desde el Congreso para evitar su realización. ¿Qué cambió de aquel 2016 a la actualidad y por qué lo que parecía un proyecto imposible de ejecutar terminó siendo el exitoso acontecimiento organizacional y deportivo que ha llenado de orgullo a todo un país? Aquí algunos puntos claves para entender este fenómeno.

CAMBIO EN EL EQUIPO: Cuando en el 2013 se oficializa a Lima como sede de los Juegos Panamericanos, fue un triunfo del Comité Olímpico Peruano y la alcaldía de Lima con Susana Villarán a la cabeza. Lamentablemente, la Comisión encargada de llevar adelante las licitaciones para las obras de infraestructura deportiva y para el alojamiento, hasta el 2016, no logró impulsar ninguna obra. En julio asume la presidencia PPK y declara como prioridad la realización de ese magno evento ante las advertencias de la Organización Panamericana. Mientras, en el Congreso la oposición enarbolaba como bandera política la cancelación de los Juegos, para evitar que Pedro Pablo Kuczynski los inaugure, pero este realizó una arriesgada y desesperada jugada. Despidió a la inoperante Comisión Organizadora y nombró a Carlos Neuhaus, un empresario que desde la presidencia de la Federación Peruana de Tabla logró organizar un mundial y llevó a los surfistas hasta la élite mundialista.

EL HOMBRE QUE NO CREYÓ EN IMPOSIBLES: El nombre de Carlos Neuhaus es asociado ahora como la cabeza de la organización para llevar a cabo una empresa que parecía imposible de cumplir en tan solo dos años y medio. Pero pocos conocen que Neuhaus es el artífice de que en un inmenso terreno baldío se edificara el primer gran centro comercial del Cono Norte, el primero de su género en la periferia de Lima. A finales de la década de los noventa, el empresario se trasladaba por negocios de San Isidro a Independencia. En una oficina de la Panamericana Norte veía a las secretarias que vivían en la zona, elegantemente vestidas, y les preguntaba dónde compraban su ropa, dónde salían a comer o a divertirse: ‘vamos al Jockey Plaza o al Centro Comercial San Miguel en La Marina. Nos vamos tres chicas en taxi, porque aquí no hay nada’. Su mente comenzó a funcionar: ¿Cuánto se ahorrarían en tiempo y movilidad si hubiera un mall en esa populosa zona? Cuando vio un tremendo terreno baldío, nido de ratas, fumones y rateros en plena Panamericana, se le vino una visión: ¡¡Allí haría un centro comercial como el Jockey Plaza para el Cono Norte!! Esta historia me la contó el propio Neuhaus, sonriente y sin alardes en el 2010, cuando tuve el placer de conocerlo.

INVERSIÓN PARA EL PRESENTE Y FUTURO: ¿Podemos cuantificar en moneda la alegría de todo el país por las medallas de Tejeda y Pacheco en la maratón? ¿El orgullo para la juventud de la gente del ande? ¿La algarabía ante la proeza de nuestros surfistas, de la chica Cuglievan, de Diego Elías? El salto cualitativo del deporte peruano es incalculable. Y la infraestructura que va a quedar será aprovechada ahora y en el futuro. Ya no podrán haber excusas de que ‘no hay infraestructura’. Hay ejemplos puntuales. Las Olimpiadas de Barcelona en 1992 hicieron que España, un país con escasas medallas en la historia de los juegos, triplicara su cosecha. Algo similar pasará con Lima 2019, y ya batimos el récord histórico de Buenos Aires 1951. Desde la extraordinaria ceremonia inaugural que presentó al mundo toda nuestra cultura milenaria de ayer y hoy supimos que algo iba a marcar estos juegos en un país atravesado por una nefasta crisis política. Si la política nos presenta lo peor del Perú, el deporte nos está mostrando, felizmente, lo mejor de los peruanos deportistas, los voluntarios, los organizadores, el público, la policía. Nos demuestran que en nuestro país ¡¡sí se pueden hacer las cosas bien!!

Apago el televisor.

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