Pico Tv por El búho
Pico Tv por El búho

Este Búho asiste al inicio de los Juegos Olímpicos de Tokio. Desde niño, soy un fanático de las Olimpiadas. Recuerdo que de chibolito veía, extasiado en los noticieros, cómo el nadador Mark Spitz ganaba ¡siete medallas de oro!, que asombraron al mundo. En 1976, en Montreal, nos deslumbrábamos con una chiquilla maravillosa, Nadia Comaneci, la rumana que encandiló por su perfección y belleza en gimnasia. Muchos de la mancha suspirábamos por ella. Décadas después, me horroricé cuando confesó que la obligaron a ser la amante del hijo del dictador Nicolae Ceausescu, un psicópata que le infligió mil maltratos.

Pero estas historias no las conocen los jóvenes. Ellos me escriben para preguntarme sobre los grandes deportistas en estos Juegos: ‘Búho, ¿quién es el mejor, Michael Phelps o Usain Bolt?’ Me pongo a pensar. Phelps ha ganado ¡23 medallas de oro en tres Olimpiadas! El jamaiquino obtuvo 8, pero no es ni la mitad de lo alcanzado por el ‘Tiburón de Baltimore’. Es más, creo que no habrá un nadador que pueda cosechar la cantidad de medallas de Phelps. Es casi imposible. A muchos se nos nublaron los ojos cuando vimos el final de la carrera deportiva del norteamericano, ganando con sus compañeros la posta combinada. Él fue el héroe y se fue llorando y riendo como un niño. Su historia comenzó en Atenas 2004, donde se llevó seis preseas doradas. Luego, en Beijing 2008, ganó ocho medallas de oro y se volvió una celebridad mundial. Pero la fama se le subió a la cabeza. Lo arrestaron en Baltimore por manejar en estado de ebriedad. Fue un escándalo. Un año después, en 2009, un tabloide inglés publicó una foto de portada, donde se le veía consumiendo marihuana con una pipa. Lo suspendieron. Por esa época se peleó con su entrenador, el hombre que lo formó y era como su padre: Bob Bowman. Llegó a Londres 2012 y ya no era el mismo. Sus cuatro medallas eran solo la mitad de lo que aspiraba. Regresó a Estados Unidos y cambió su personalidad. Ya no era el mismo. Hacía noticia por hechos extradeportivos. Cuando debía prepararse para el Mundial de Natación en Kazán, Rusia, 2015, fue detenido por manejar ebrio en Maryland. Allí recibió un tremendo castigo. Phelps fue suspendido y lo borraron de la lista para asistir al Mundial. Fue un golpe durísimo y lo sintió. Decidió someterse a un internamiento de seis semanas en una clínica.

“Lo hago por mi familia, mi país, pero sobre todo por mí mismo”, escribió en su cuenta de Twitter para asombro del mundo. El que salió de la clínica era otro. Nada que ver con aquel chico desorientado, que había confesado que ‘se quería matar’. Se comprometió con Nicole Johnson, una morochita guapa, exreina de belleza de California, que participó en el Miss USA. Ella le dio un hijo y ese fue su ‘motor y motivo’. Lo demás es historia conocida: Ganó cinco medallas de oro más en Río 2016. Phelps y Usain Bolt son solo dos caras de una misma moneda de oro. Los dos son carismáticos, adorados por las multitudes, sencillos, emotivos, sentimentales. Son admirados hasta por sus rivales.

Sus historias de vida nos demuestran que solo la dedicación, el trabajo y el sacrificio permiten llegar al éxito. El triunfo no solo encarnado en una o muchas medallas de oro. Sino que lo diga la mujer ejemplo del país, Gladys Tejeda, oriunda de un caserío sin agua ni luz, una zona sin servicios básicos, que compite con gigantes atletas europeas, australianas y las pasa como a postes. Nada le cayó del cielo. Aquí, en el país, sin una política de Estado para el deporte, salvo la excepción del fondismo, les cuesta a los deportistas y sus familias sangre, sudor y lágrimas. Apago el televisor.


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