La historia de
Pico TV

Este Búho, en este ardiente verano, siempre lleva algún libro relacionado al mar para leerlo en una playita solitaria. También me agrada, en la noche, ver una película relacionada con el océano justo cuando por la ventana me arrulla el sonido de las olas. Así que, junto con la relectura de ‘Moby Dick’, la gran novela de Herman Melville (Nueva York 1819-1891) vi la película del siempre acertado director Ron Howard, ‘En el corazón del mar’.

Esta es una historia basada en el libro de Nathaniel Philbrick con el mismo título, sobre el naufragio del ballenero ‘Essex’, atacado y hundido por un cachalote blanco. La historia de Melville se ‘basaba en este hecho real’, pero su increíble novela, donde privilegia decenas de páginas en retratarnos con descripción meticulosa y erudita la vida en alta mar, como si Gustave Flaubert estuviera escribiendo en el camarote de la embarcación ‘Pequod’, nombre del navío en ‘Moby Dick’, y estuviera de grumete al servicio del poseído capitán Ahab.

En el libro de Nathaniel, que inspira la película, un joven Herman Melville se convierte en un historiador de tragedias marinas y logra entrevistar a Thomas Nickerson, único marinero de aquel barco ‘Essex’, quien todavía permanece con vida, pues era un adolescente cuando se enlistó en el ballenero dispuesto a regresar al puerto de la isla de Nantucket con las bodegas llenas de barriles de aceite de ballena.

Pero la película de Howard nos muestra a un Melville tratando de convencer al ahora viejo tripulante para que le cuente la verdad del hundimiento y cómo lograron sobrevivir tres meses en alta mar. Este se niega, no quiere recordar un episodio así de terrible y traumático, como fue el hundimiento producto del ataque de un gigantesco cachalote albino, pues había significado la muerte de compañeros de travesía y un obligado canibalismo. Pero el puñado de monedas de oro puestas en la mesa de la fonda que regenta convencieron a la esposa del octogenario, quien ingresó al túnel del tiempo.

La verdadera historia del naufragio, ocurrido en 1820, es increíble. En el libro de Philbrick, tras el ataque del cetáceo blanco, veinte de los tripulantes del ‘Essex’ lograron sobrevivir en tres botes. Pero lo peor para ellos es que estaban a miles de kilómetros de tierra firme con poquísimas provisiones: unos bidones de agua dulce, galletas y dos tortugas gigantes, y calculaban que con eso podían sobrevivir a las justas 60 días.

El capitán George Pollard y el primer oficial Owen Chase convencieron a la tripulación para no ir al oeste, donde a quinientos kilómetros podían encontrar una de las islas de la Polinesia, por miedo a verse cara a cara con tribus caníbales, y decidieron ir al este, en cuyo trayecto, recién a más de mil kilómetros, darían con tierra firme sudamericana. Pero en esos tres meses vivieron e hicieron cosas terribles. No necesitaron encontrar tribus caníbales, porque ellos mismos ¡se comieron a sus compañeros que desfallecían! Pero eso no fue lo peor. Cuando ya no había cadáveres ejecutaron un sorteo macabro: el que salía elegido debía ser asesinado para alimentar con su cuerpo al resto.

Con razón el viejo lobo de mar, el único vivo de aquella terrible tragedia, no quería contarle tal historia funesta al novelista y este tampoco quiso inmortalizar tamaño ritual antropófago de marineros norteamericanos. La narración de Nathaniel Philbrick (Boston 1956) se basó en los relatos del primer oficial Owen Chase, excluido en la película, donde más bien lo colocan como el héroe, y del grumete, el chibolo Thomas Nickerson, quien en el filme es encarnado por el notable Brendan Gleeson y es quien le contará la alucinante historia al escritor.

El libro del bostoniano nos vuelve la mirada a ‘Moby Dick’ y Melville. Ya no es únicamente la lucha contra el bien y el mal. La ballena asesina y el redentor Ahab. En ‘El corazón del mar’, Nathaniel nos encara con el tema de hasta qué punto los seres humanos podemos desprendernos de nuestros valores, creencias o tabúes cuando llegamos a una situación límite. El libro de Nathaniel Philbrick es desgarrador y lo recomiendo. También la película y, por supuesto, ‘Moby Dick’, donde predominó la ficción respecto a la desgarradora y aterradora realidad. Apago el televisor.

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