Este Búho los gritos de gol de todo un país. El festejo contenido tras larguísimos treinta y seis años de no asistir a una justa mundialista. Por eso, cuando el árbitro francés dio el pitazo final, se desbordó un tsunami de emociones entre los privilegiados que estuvimos en el estadio. Pero había treinta millones más que iban armando la fiesta en todo el país, a sabiendas de que y el Ministerio de Educación . Los escolares en todo el territorio nacional se habían jugado un partido aparte vistiendo sus camisetas blanquirrojas y alentando a la selección en sendas actuaciones. Por eso, estos ojazos enrumbaron, después de escribir mi columna en una Internet de Petit Thouars, por toda la avenida Arequipa rumbo a Miraflores como en los viejos tiempos, cuando en el Panamericana de ‘Papaúpa’ los hinchas se reunían para rendir homenajes. Muchos se salieron del estadio cuando cantaba Eva Ayllón, su ‘Contigo Perú’ sonó forzado, nunca se le vio a la morena apoyar a la selección de manera espontánea, como mi tía Bartola desde la radio y la televisión. En el parque Kennedy, la ‘Calle de las Pizzas’, los pubs y huariques de las primeras cuadras de Berlín, centenares de hinchas irradiaban alegría, las chicas regalaban besos, abrazos, parecía que las jarras de chela corrían por cuenta de la casa, como si varios políticos, entre ellos expresidentes embarrados por los escándalos de , hubieran ‘donado’ chopps en cantidades para que la muchachada olvide que sus iniciales o nombres aparecen en la agenda del siniestro Marcelo Odebrecht. Pero este columnista la tiene clara. Esta clasificación nos dio una alegría sana, nos hace ilusionar y nos despercude un poco de nuestro complejo de inferioridad, no solo por fracasos deportivos, sino también éticos y morales, por culpa de políticos mafiosos, exmandatarios corruptos y rateros. Encima, muchos de ellos se hacen los ofendidos, a pesar de sus alarmantes desbalances patrimoniales.

Ahora, otra política vengativa, aprovechando la euforia mundialista, acaba de aprobar la acusación contra el fiscal de la Nación. La ‘Foquita’ no metió el gol para que congresistas abusivos se aprovechen y ‘le corten’ solapadamente la cabeza al , que justamente está investigando a la líder de . Ya lo dije ayer, pese a la algarabía, el pueblo no olvida que los corruptos merecen estar en la cárcel. Recibo correos de señores que eran jóvenes cuando Perú clasificó al Mundial de México 70. ‘Búho, te olvidaste de mencionar a Orlando ‘Chito’ de la Torre, un machazo en ‘La Bombonera’ y en el Mundial’. Es verdad, ‘Chito’ vive en la urbanización Palomino y él y otros integrantes de ese equipo siguen esperando la pensión que les prometió el Gobierno y que ya se aprobó en varias instancias gubernamentales. La Torre fue un back de aquellos, a quien temieron tremendos delanteros como Müller, Uwe Seeler, Pelé y, sobre todo, Gerson. En su nombre, mi homenaje a los mundialistas del 70. En Miraflores hubo llanto, júbilo y los colombianos, venezolanos, argentinos, uruguayos y otros se unieron a la fiesta. Gritaban ‘¡Arriba, Perú!’. En ese ejemplo de festejo latinoamericano, me pareció extraño no ver a algún chileno, ¿por qué será? Por las pantallas se repetía una y mil veces el gol y llanto de Farfán a las tres de la madrugada y ya se podían dejar ver hinchas tambaleantes, dormidos en las bancas. Tuve una mala corazonada: ¿Cuántos de estos serán víctimas de las peperas? Pero el gordito Guille, un sereno en monopatín de Berlín, me dijo en confidencia: ‘Las peperas prometieron que si clasificaba Perú, no iban a trabajar. Hasta ahora no se ha reportado ningún incidente’. A veces uno piensa ‘qué lindo sería si todos los días tuviéramos una felicidad así. El país sería otro’. Recuerdo las celebraciones por la clasificación al Mundial de España 82, los jóvenes bebíamos un trago que se llamaba ‘Ronco Tim’ en honor al técnico brasileño. Combinaba ron, Sprite y anisado, pasaba rapidito y dulcesito, pero era bien trepador. Ahora daba la hora el coctel ‘Leche de Tigre Gareca’, que era una copa de leche de tigre del cebiche mezclada con vodka. ‘Ese trago te manda a Rusia sin escalas’, me dijo el barman. Este Búho no tomó ni un solo trago, me gusta estar contra la corriente, además, en esa insomne noche, quería estar lúcido. Y así me dieron las siete de la mañana. Todavía sonaban los bocinazos. Apago el televisor.

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