Este Búho se levantó feliz después del extraordinario triunfo en Quito. Lo escribí un día antes. Recordé las debacles de frente a Ecuador, que este periodista sufrió en los mismos estadios. Una vez en el ‘Nacional’, cuando el ‘Cóndor’ Mendoza falló de forma clamorosa solo ante el arco y ahora, todavía, tiene la raza de facturar por dejarnos fuera de un . Y el otro, cuando nos voltearon el partido en el ‘Monumental’ con ese gol del ‘Tin’ Delgado. No puedo olvidar los ómnibus de los miles de ecuatorianos que se iban bailando por La Molina. Antes del partido histórico del último martes, escribí en la columna: Y se dio. La selección de Gareca vengó las lágrimas de millones de hinchas. Nunca olvidaré que al salir a la calle, luego de esta extraordinaria victoria, vi a los niños con la camiseta de Perú que jugaban su ‘pichanguita’ y todos querían ser el ‘Orejas’ Flores, el ‘Caballito’ Hurtado, Paolo Guerrero o Cáceda. No pude evitar ingresar al túnel del tiempo. Este columnista recuerda cuando con sus entrañables amigos de la Unidad Vecinal Mirones jugaba un partidito y todos querían ser Sotil, Cubillas, Cueto, Quiroga, Uribe, Chumpitaz o Germán Leguía. Confieso que lo que más me ha dolido en estos más de treinta años de eliminatorias mundialistas, en los que fuimos humillados y eliminados incluso varias fechas antes del final, es que esos niños se hicieron jóvenes y adultos sin ver a Perú jugar un Mundial. Hoy estamos a dos partidos de tomar un vodka en la Plaza Roja. Pero piso tierra. Antes del partido con Ecuador escribí: Hay que seguir nuestro camino a la clasificación ‘Pasito a paso’, como la inolvidable canción de Chabuca Granda.

No se pongan a estudiar ruso, todavía. Estas son las eliminatorias más dramáticas, terribles, angustiantes e impredecibles del planeta. Antes, los periodistas de todo el mundo solo las calificaban de ‘duras’ por las condiciones geográficas en las que se desarrollan, como jugar a 4 mil metros de altura en La Paz, o con los 40 grados de Barranquilla.

Ahora se reconoce que las diez selecciones poseen también un nivel futbolístico muy superior a las del ‘grupo de abajo’ de Europa, África o Asia. Ya se reconoce que los ‘grandes’ de Europa se dan ‘paseos’ con equipos chistosos como Islas Feroe o los de Oceanía, donde los futbolistas ordeñan vacas como en Nueva Zelanda, o juegan con cocos en vez de pelotas, como en Islas Salomón. En cambio, en la Conmebol, Venezuela, ya eliminada pero con orgullo deportivo y técnica, empata con la Argentina de Messi en Buenos Aires; Bolivia le gana al campeón de América, Chile. Por algo el técnico José Mourinho señala: ‘No veo las Eliminatorias europeas, me aburren. Solo veo las sudamericanas, que son apasionantes’. Un día después del partido me levanté y vi en cable al panel de ‘90 Minutos de Fútbol’, en FOX Sport con el ‘Pollo’ Vignolo. Y me di cuenta de que los argentinos se mueren de miedo de enfrentar a Perú. Están traumados. Piden psicólogos para Messi, Di María y compañía. Se pelean por escoger la sede donde jugarán con Perú. Poco faltaba para pedir jugar con los nuestros en Las Malvinas. Lo bueno es que el país está unido: jugadores, hinchas y periodistas. El grupo también. Este triunfo no solo es una inyección necesaria que esperaba el país, ante tantos problemas que vivimos: corrupción, inseguridad ciudadana, canibalismo político, agitación sindical. Que los políticos aprendan, que PPK imite, cuando se sabe escoger a los mejores y no a las ‘argollitas’.

Cuando se juega por una sola camiseta, se logran los objetivos. Sigamos unidos con la sencillez de un Edison ‘Orejas’ Flores, un chico de Collique que es una estrella y que brilla sin necesidad de pedirlo. Como él debemos ser todos, como en aquella película ‘Todos somos estrellas’. Sigo recomendando a los jugadores y a mis lectores ir ‘Pasito a paso’, como el título de la imperecedera Chabuca. No pensar en nada más que ganar a Argentina en Buenos Aires. Un pasito más. Apago el televisor.

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