Este Búho se entera de que el gobierno del presidente Pedro Castillo le puso toque de queda a Papá Noel al prohibir la circulación de los ciudadanos por todo el territorio nacional los días de Navidad, entre las once de la noche y las cuatro de la madrugada. La medida precisa que ‘está prohibida toda reunión social que se organice, incluidos los eventos sociales y visitas de familiares, durante la Nochebuena y Navidad, 24 y 25 de diciembre, respectivamente’. Todo para prevenir una posible expansión de la variante ómicron, de la que se han detectado ya doce casos.

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LOS TIEMPOS DE VIZCARRA

No pude evitar recordar los tiempos del ‘Lagarto’ Martín Vizcarra, cuando la pandemia de coronavirus mataba a miles en el mundo y en el Perú. ¿No fue Vizcarra quien nos obligó a vivir la cuarentena más draconiana del mundo? La verdad es que hizo trizas la economía y solo podíamos salir a comprar a la farmacia o a la bodega hasta las seis de la tarde. Y me pregunto: ¿ese encierro nos protegió? Como el del ‘pico y placa’, hombres y mujeres diferenciados, del izquierdista Farid Matuk, que hizo aumentar los contagios, y el autor de este desaguisado quedó peor cuando ensayó una disculpa: ‘No queríamos patriarcado’ (plop). El país ocupó el tristemente célebre primer lugar de fallecidos por millón de habitantes. En esos tiempos, mayo del 2020, el ‘Lagarto’ mentía a todos los peruanos diciendo que estábamos en una ‘meseta irregular’, un término que no existe en el diccionario geográfico. Lo que experimentaba el Perú era un ‘pico’ que no paraba.

Pero Vizcarra salía todas las mañanas con cara seria, con ‘mensajes a la Nación’, hablándonos de la ‘meseta irregular’, mientras los hospitales colapsaban. El virus se paseaba en microbuses repletos de gente, en los mercados te vendían plátanos y papayas con el virus de yapa. Hubo algunos, como el de Iquitos, donde la totalidad de comerciantes estaba con Covid. Nunca hubo seguimiento y las pruebas rápidas se hicieron muy tarde. A pesar de todo su falso andamiaje de que ‘la meseta se iba a horizontalizar’, llegaron las terribles estadísticas de mortandad. Entonces a Martincito se le ocurrió una idea: la vacuna. Nos meció varios meses anunciando que el Perú ya había concertado acuerdos con laboratorios para dotar del antídoto a los miles de contagiados. Piñera, el presidente chileno, sí lo había hecho, sin mucha bulla. Vizcarra recibió a los del laboratorio chino, pero teniendo el efectivo no concretó ningún acuerdo económico. Más bien prefirió despilfarrar del fisco con millones de dólares para lanzar bonos sin padrones actualizados, con miras a una futura elección presidencial. Mientras, en las colas de los bancos se expandía el letal virus. Sin embargo, para esa fecha, Vizcarra, su esposa y su hermano ya se habían vacunado.

Tuvieron que vacarlo para que el nuevo gobierno de Francisco Sagasti estableciera los acuerdos con los chinos y luego con otros laboratorios. Vizcarra ignoró por completo que para una enfermedad como la de la pandemia se iba a necesitar implementar la mayor cantidad de plantas de oxígeno o importarlo. No hizo nada. Esta crónica de la infamia del moqueguano no terminaría aquí, sino que el ‘Lagarto’ reapareció y tiene una más grande que la del Campo de Marte. Se puso en plan de víctima echándole la culpa al ministro de Salud de que no puede tener la tarjeta de vacunación. “Si quisiera ir a comprar, incluso, un pequeño presente por Navidad a un centro comercial, no puedo entrar, señor ministro, porque el sistema dice que tengo una dosis”, dijo con cara de compungido. Hay que ser bien caradura para hacerse la víctima. Si se vacunó tres veces. Increíble. Apago el televisor.

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