Este nunca dejará de sorprenderse con las series que nos brinda Netflix. Primero, me hice adicto a la política ‘House of Cards’, con el acusado de acoso sexual a jóvenes, Kevin Spacey, luego la policial y oscura ‘The Killing’, y después la notable ‘Narcos’, sobre la azarosa vida y maldades de Pablo Escobar. Alucino con ‘Stranger Things’ (‘Cosas extrañas’).

También el año pasado me sorprendieron ‘Seven Seconds’, ‘Bodyguard’, ‘Queer Eye’, pero me enganché con la segunda temporada de ‘El marginal’ y en las noches de insomnio vuelvo a ver sus capítulos. Es una producción argentina creada por Sebastián Ortega y Adrián Caetano. Se trata de una historia que si en su primera temporada era cruda, les juro que la segunda es peor. Como toda serie carcelaria, es claustrofóbica. La principal y única locación es ¡¡una cárcel!! Sí, es una historia carcelaria, pero curiosamente el héroe, o antihéroe, no es aquel que quiere evadirse del presidio. Todo lo contrario. El protagonista, Miguel Palacios ‘Pastor’ (excelente Juan Minujín), es un expolicía que en un inicio se ve involucrado en un doble asesinato. Despierta con los cadáveres a su costado y una voz siniestra en el celular que le dice que está fregado, que la policía lo tiene rodeado, que irá derechito a la cárcel y que allí debe averiguar quién secuestró a la hija del influyente juez Cayetano Lunati. Si cumple su objetivo, saldrá libre y sin cargos; de lo contrario, se quedará preso de por vida. El penal donde transcurre la trama es una mezcla de ‘Lurigancho’ y ‘Sarita Colonia’, en los tiempos que reinaba ‘Caracol’, quien, según excelentes informes de ‘Panorama’, a pesar de estar tras la rejas, manejaba la delincuencia en el Callao como le daba la gana. A cualquier hora del día agarraba su celular y se comunicaba con sus compinches. Claro, autoridades corruptas se lo permitían a cambio de una ‘aceitada’. Desde la cárcel dirigía la extorsión, tráfico de droga y sicariato en el primer puerto. Es más, en un audio se le escucha decir que tenía un fiscal que le cobraba mucho dinero para dejarlo limpio de polvo y paja. También se jactaba de tener a malos policías en sus manos y de pagar plata para que no lo trasladen del penal chalaco. Pero sus oscuras movidas acabaron y hoy está en ‘Challapalca’, a 4 mil 800 metros sobre el nivel del mar.

Bueno, como les contaba, ‘Pastor’ es derivado a ‘La Villa’, una azotea donde viven los presos marginales, una especie de ‘pampa de Luri’ y desde allí luchará contra el capo de capos, el taita ‘Borges’, un narcotraficante aliado del director del penal y quien ejerce el control. Él ordena quién vive y quién muere. Y trata al director, ‘Antín’, como a un inferior. Eso sucedió en la primera temporada, pero en la segunda se remonta a cómo el gordo ‘Borges’ logra ser el ‘capo’ del penal. Para ello tiene que enfrentarse al mandamás del presidio, el ‘Sapo’, un tipo obeso hasta la indignidad y la ofensa, psicópata, asesino, que no respeta ni los códigos con el director del penal, que es su socio. Se dedicaba a secuestrar por teléfono en un ‘call center’. Cuando muere una viejita, madre del secuestrado, y la policía se entera de que la llamada extorsionadora provenía del penal de ‘San Onofre’, se produce el choque entre el director Antín y el ‘Sapo’. Es allí donde el alcaide recurre a ‘Borges’, confinado con ‘la chusma’ del penal por asesinar a un guardia en su fuga de otro presidio, para que destrone al adiposo ‘Sapo’. No será fácil y correrán ríos de sangre en ese intento. El héroe, ya sin ‘Pastor’, es un médico que llega a la cárcel por un crimen que no cometió, pero también adquiere protagonismo el mismísimo ‘Borges’, un genio del mal pero que tiene su corazoncito, y su hermanito del alma, ‘Diosito’.

Ellos, junto al colombiano ‘James’ y el gigantón ‘Barney’, se enfrentarán al siniestro y peligroso ‘Sapo’. No puedo contarles más. Solo tienen que verla.

Apago el televisor.

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