Este esperó que en el manto azul de color río que cubría la noche, apareciera una luna llena. A medianoche abrí la ventana y me puse a leer ‘King: Tributo al rey del terror’, el espléndido libro que reúne a una pléyade de destacados escritores hispanoamericanos, todos admiradores del ‘rey del terror’, el mítico Stephen King.

Confieso que me alegré cuando comprobé que había escritores como los peruanos Fernando Iwasaki y Rafael Roncagliolo, o del calibre del mexicano Alberto Chimal o el ecuatoriano Jorge Luis Cáceres -que es el padre de la criatura, pues es el compilador también- que eran como yo, cultores y deudores de las historias del norteamericano.

Digo que me alegré porque muchos años estuve pegado a la literatura de King como un buen amante, a escondidas. Imagínense que si tenía que encaletar a Vargas Llosa o Borges ante las miradas de la ultra maoísta, ¡qué hubiera pasado si me veían con un librote de Stephen King! Lo que más me molestaba de sus detractores no era que sacaran como demérito que haya vendido 350 millones de libros por sus 62 novelas publicadas con su nombre y un puñado con seudónimo, sino que lo calificaban de ‘mediocre’ sin haber abierto un libro suyo.

Ese es el estigma para el escritor nacido en Maine, Portland, en 1947, ser incomprendido por una crítica ‘progre’ casi siempre obtusa y miope cuando de analizar cultura de masas se trata. Este columnista ingresó a su mundo terrorífico, visceral y psicológico gracias a la magia del cine. Siempre he dicho que para mi formación cultural, el cine y la literatura se entremezclan de manera maravillosa. A veces primero veo una película y luego me interno en el libro que la inspiró, a veces sucede lo contrario.

Con King fue lo primero. Muchos de mis lectores escucharán por primera vez su nombre, pero les voy a nombrar unas cuantas ‘joyas’ del cine inspiradas en sus novelas.

‘Carrie’ (1974): su primera novela, supuso un filme terrorífico dirigido por Brian De Palma. El primero en hablar de ‘bullying’ en una escuela donde la chica víctima, con poderes telequinésicos, ejecuta una sangrienta venganza.

‘El Resplandor’ (1977): este thriller psicológico gótico fue llevado a la pantalla grande por el maestro Stanley Kubrick. Un Jack Nicholson extraordinario encarnó a Jack Torrance, un escritor que se loquea al cuidar un vacío hotel de lujo.

La claustrofobia será una temática recurrente en sus novelas, sino recuerden su obra ‘Misery’ (1987): quién no odió a esa gordita chiflada de Annie Wilkes, encarnada maravillosa y desquiciadamente por Katty Bates, al punto que ganó el Óscar.

Rob Reiner hizo uno de los pocos filmes fieles al estilo de la novela. ‘Sueños de fuga’, sí, esa película mil veces repetida en cable y laureada, con Morgan Freeman y Tim Robbins como presidiarios, es la adaptación de su novela corta ‘Rita Hayworth y la redención de Shawshank’.

Seguiría con un torrente de libros convertidos en películas, como ‘It’, el siniestro payaso encarnado en el largometraje por Tim Curry. Nadie miró igual a un payaso después de eso. Stephen vivió una infancia difícil, en un hogar donde el padre abandonó a la familia cuando él tenía dos años y debieron mudarse muchas veces. No pudo vivir de la escritura y se ganaba los frejoles como profesor, al tiempo que escribía y publicaba cuentos en revistas para hombres junto a fotos de calatas. Conoció a su esposa de toda la vida, una gordita bonita, Tabitha Spruce, pero igual se sumió en diez años de alcoholismo. Lo salvaron Tabitha y Stanley Kubrick, que le compró los derechos de su primera novela, ‘Carrie’. Stephen terminó la novela y, borracho, no le gustó y la tiró a la basura. Su esposa la recogió y la llevó a un editor. Ni bien salió publicada, Kubrick compró los derechos por ¡400 mil dólares! Pero la década de los ochenta lo golpeó, pese a que publicó novelas notables como ‘Misery’ o ‘It’. Es que murió su madre y se sumergió en una vorágine de alcohol y drogas. Le confesó a la revista GQ: ‘No recuerdo cómo escribí ‘Cujo’ (1981), estaba demasiado borracho y drogado’. Recién dos lustros después, publicaría un libro en completo estado de sobriedad: ‘La tienda’ (1991).

Para este Búho, King es un viejo amigo, sea en la soledad de una habitación leyéndolo o en la oscuridad de un cine aterrorizado, porque aunque no lo quisiéramos, el miedo es parte de nuestra condición humana. Apago el televisor.

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