Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unos tallarines rojos con queso parmesano ralladito y un refresco de cocona bien frío. “María, quedé impactado con las imágenes que difundió la televisión de las decenas de trabajadores que laboran en La Atarjea todo el día retirando con largos rastrillos la enorme cantidad de basura que llega a la planta de tratamiento del agua. Debido a los huaicos y desbordes, los deshechos aumentaron, pero nadie puede negar que el río Rímac es, para miles de personas sin conciencia, el gran basurero de Lima durante todo el año. Esa gente se siente con derecho a arrojar en él sus desperdicios, desde desmonte hasta residuos químicos como pinturas, tintes, petróleo y aceite quemado de motor. Incluso, en gran parte del trayecto del río, desde la Carretera Central hasta su desembocadura en el mar, muchas fábricas arrojan a sus , a través de tuberías que están a la vista de todos, sus venenosos desechos industriales. Eso es un verdadero crimen que se debería castigar con prisión.

Hasta hace unas décadas, en el ‘Río Hablador’ todavía se podían encontrar pequeños peces, pero ahora no hay vida. Solo basura. Lima está en medio del desierto y si sus habitantes tuviéramos menos ignorancia y más conciencia ambiental, cuidaríamos el río Rímac como el inmenso y delicado tesoro que es. Un precioso regalo de la naturaleza que nos da vida a más de diez millones de personas, sin contar animales y plantas. Recién ahora, cuando hay escasez de agua en todo Lima, y miles deben salir de sus casas a hacer colas, incluso durante horas para llenar un baldecito, es que comprendemos su importancia. ¡El agua es vida! Sin ella, la vida se extingue. Recién lo estamos entendiendo y valorando. Todos podemos cuidarla. Por ejemplo, en casa, no teniendo abierta la llave del caño mientras nos lavamos la boca. Lo que se debe hacer es llenar un vaso con agua y utilizar su contenido. Mientras nos afeitamos, no debemos dejar que el agua se vaya al desagüe inútilmente. ¡Hay que cerrar el caño siempre! Para lavar los cubiertos no se debe abrir el caño completamente. Con un chorro pequeño basta para enjuagar. Lo mismo pasa con la electricidad. Hay que apagar los artefactos que no se utilizan y los focos de los cuartos en los que no hay nadie. En Lima, normalmente, hay un millón de personas sin agua potable. Ellos padecen a diario lo que por estos días de escasez muchos han sufrido. Cuidemos el agua para que también la puedan disfrutar otros peruanos. Protejamos el medio ambiente. Hay que decirle basta a la gente que arroja su basura a la calle, al río, porque estos nos pertenecen a todos”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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