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El Chato Matta llegó al restaurante por una espectacular chanfainita con arroz blanco y su rocotito molido. Para calmar la sed, se pidió una jarra de emoliente con linaza. “María, mi vida está cambiando. Debe ser por los años, pero ahora disfruto más quedarme en mi casa, ver una película en Netflix y pedir algo para comer que estar en la calle con ‘Pancholón’ y sus bandidas. Pero a veces la nostalgia me invade. Mi cama la siento fría. Tú sabes que estoy separado desde hace años. Me dolió por mis hijitos, a quienes amo y siempre voy a verlos. Ellos son mi motivación para trabajar día y noche. Sufrí mucho tiempo, hasta que la soledad se casó conmigo.

Los tiempos han cambiado. Ahora con el Facebook, encuentras a medio mundo y en una se te regalan. Justamente, hace un mes una de ellas averiguó un ‘face’ trucho que tengo y se conectó conmigo desde California. ‘Chatito, nadie me daba razón de ti. Te has perdido, pero Elizabeth sigue todos tus movimientos y ella me dio tu ‘face’. Llego a Lima el lunes, recógeme en el aeropuerto. Con el gringo no pasa nada. Vivo en una bonita casa, pero hago mi vida. Lo peor que le puede pasar a una sudamericana es casarse con un viejo aburrido, así sea rico. Es un enfermo de los celos y cuando se emborracha me quiere pegar. Me acusa de sacarle la vuelta con un negro’.

María, ‘la loca Mary’ llegó de Estados Unidos forrada en dólares con sus hijitos, pero los dejó en casa de su mamá, en La Perla, y sacó un tour a Paracas. ‘Chato, ¿te acuerdas de nuestro primer campamento en ‘León Dormido’? Nunca lo olvidaré, porque fui tuya por primera vez. Ahora te invito a un hotel cinco estrellas. Aquella vez no teníamos ni para pagar ese trago horrible, creo que se llamaba ‘Cien fuegos’, ahora alquilaremos una suite frente al mar’.

La pasé bien con Mary. Una noche, cenando al borde de la piscina, me hizo una propuesta. ‘Chato, vente conmigo a California. Con mi divorcio sacaré tanta plata que podrás vivir sin trabajar o cachuelear en lo que quieras, para que le mandes plata a tus hijitos’. Me puse a pensar seriamente en sus palabras. Mary estaba guapa, enterita y sentía que me apreciaba, pero a mi edad ya no estoy en condiciones de volver a formar un hogar. Es como empezar de nuevo y me aburre. Puedo salir, estar un fin de semana, pero no soportaría vivir con alguien. Además, mis hijos están en una edad difícil, su madre trabaja y deben estar chequeados por su padre, más en estos tiempos. No puedo ser egoísta y dejarlos para irme a disfrutar de los placeres.

Le expliqué a la loquita mis razones para no irme con ella: ‘Amo demasiado a mis hijos. Ya sufrí el tener que irme obligado de la casa, no voy a sufrir el doble al abandonar el país. Tú eres como yo, Mary, no habrás sido buena esposa por culpa de ese gringo celoso, pero tus hijos te adoran y no pueden estar sin ti. Los míos también me necesitan. Perdóname y tomemos la última copa de vino en esta linda noche llena de estrellas’”. Pucha, ese Chato perdió a una buena esposa por mujeriego y dejarse llevar por el cochino de ‘Pancholón’. Me voy, cuídense.

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