Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unas cachemas fritas con arrocito graneado, papas doradas, ensalada de lechuga y tomate y, para la sed, una jarrita de refresco de cocona friecito.

“María, estamos a mediados del cuarto mes del año y ya llegamos a las 50 víctimas de feminicidio. Es alrededor de una mujer asesinada cada dos días. ¡Espantoso! La última víctima fue Estefanie Flores Mendoza, una joven de solo 20 años cuya expareja, José Luis Falcón Gutiérrez, la . La chica ya lo había denunciado hace semanas por violencia física y pidió garantías para su vida, pero nadie la protegió.

Pidió auxilio a las autoridades, pero estas no hicieron nada y dejaron que la bestia acabe con su vida. Luego de matarla, el criminal introdujo el cadáver en un saco, lo colocó debajo de una cama y en la mañana se entregó a la policía. Tengo varios años en el periodismo, pero nunca como ahora había visto tantos casos de homicidios de mujeres, la gran mayoría a manos de sus parejas o de quienes lo fueron.

Este es un tema gravísimo que seguirá empeorando si no comenzamos a hacer algo drástico. Las causas más comunes que llevan a los hombres a cometer feminicidio son los celos, el alcohol, las drogas y el machismo. El agresor cree que la mujer es de su propiedad y entonces dice esa frase tan desgraciada y cobarde: ‘Si no es mía no será de nadie’. Luego, cuando la mujer lo deja, cansada de sus golpizas, de sus insultos y humillaciones, harta de que la desprecie y la haga sentirse menos, el sujeto exige volver con ella, no importa si es a la fuerza. Muchas son asesinadas por la expareja, que no acepta que lo haya dejado.

La protección de la mujer es tarea de toda la sociedad. En primer lugar, el Estado tiene la obligación de adoptar las normas necesarias para ese fin y hacerlas cumplir (policías, fiscales, jueces y otros), debe crear planes nacionales de acción, hacer que la justicia sea accesible para mujeres y niñas, brindar formación a quienes trabajan en este tema (policías, abogados, jueces, trabajadores sociales, personal de salud), invertir en el empoderamiento de las mujeres y mejorar su autonomía económica, aumentar la conciencia pública, trabajar con los niños y jóvenes porque ellos harán el cambio.

Las familias también tienen un rol fundamental, pues siempre deben estar atentas a lo que le pasa a la hija, a la sobrina, a la hermana, así se haya ido de casa y tenga su familia. Los vecinos, los amigos, son igualmente importantes para dar apoyo a quienes sufren violencia y que muchas veces callan por vergüenza o temor. Las víctimas mismas deben denunciar y buscar el apoyo de las personas que las rodean. El silencio siempre favorece al maltratador”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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