El ingeniero Robertito no soportó la grave traición.
El ingeniero Robertito no soportó la grave traición.

El Chato Matta llegó al restaurante por sus tallarines rojos con una presa grande de pollo parte pierna, cremita a la huancaína y su jarrita de agua de cebada con limón heladita. “María, muchas veces las apariencias engañan. Yo tengo un cliente, un ingeniero de minas, Robertito. Él siempre me contrata como chofer cuando tenemos que ir a la mina, en la sierra. Robertito es medio ‘botadito’, pero buena gente. Es un ‘señor’ en su casa, pero a veces se da sus escapaditas y le conozco sus secretos.

‘Chato, después de estar con mi trampita me dan unos terribles remordimientos, porque mi esposa es una santa y está en la casa cuidando a mis hijitos, pero no puedo con mi genio’. Mi amigo me llamó para que lo lleve en su camioneta a Marcona: ‘Nos vamos una semana. Me recoges en mi casa a las seis de la mañana’.

Me presenté y en la puerta estaba su mujer, Esperanza, despidiéndolo con besos desesperados. Parecía que se iba a la guerra, porque la mujer no lo soltaba y hasta creo que derramó una lagrimita. Cuando estábamos manejando, al abrir su maletín gritó: ‘¡Carajo, dejé los planos en mi casa, regresa al toque, sin eso no puedo trabajar!’. Llegamos a su casa en Monterrico. A los diez minutos me llamó de la puerta. Estaba llorando. ‘Ven, quiero que veas esto’. Me señaló la computadora: ‘Lee’.

Era el correo de su esposa, que lo había dejado abierto. Le escribía un mensaje a un venezolano: ‘Mi amor, el antipático de mi esposo por fin se fue de viaje, no lo soporto. No regresa en una semana. Ya te reservé el hotel, llegas y me esperas en la noche, me he comprado un baby doll para ti, mi chamo lindo. Seré todita para ti’.

Le vi la cara y mi amigo estaba destruido, apuntó hacia el clóset y de un cajón sacó un baby doll que parecía para actriz porno. No me imaginaba a la señora Esperanza, tan sencilla en su vestir, con ese baby doll al estilo Jenny Kume. ‘¡No llores, hue…! Hay que actuar con estrategia. No vamos a viajar, vamos a esperar a que llegue la noche y les caemos en el hotel’, le grité.

Esa noche vimos cómo venía su esposa con unos tacazos y una minifalda espectacular. A la salida los filmamos saliendo de la manito, la prueba para que sirva en el juzgado, y después me le fui encima al partidor y mi amigo encaró a su esposa. Pero el golpe fue fuerte para el ingeniero. Se emborrachaba y yo le cantaba en la cantina: ‘Amigo, por qué tomas tanto/ por qué acabas tu vida por esa mujer, amigo, deja de beber/ escucha mis palabras y así la olvidarás./ Esa mujer nunca te amó,/ esa mujer siempre te engañó y se burlaba de ti cuantas veces quería y te besaba, fingiéndote querer...’.

El juez le dio la custodia de sus hijos, pero él se tiró tres meses al abandono. Ahora ya está recuperado, volvió a ser el gran ingeniero de siempre y hasta se consiguió una nueva novia. Y la mujer fue de mal en peor. El venezolano resultó ser un vividor y como ella no recibía nada de plata de mi pata debido a la separación por adulterio, la abandonó’”. Pucha, qué tales historias del Chato. Ese Robertito también sacaba los pies del plato y recibió de su medicina. Me voy, cuídense. 

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