Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un rico cebiche y chicharrones de pescado con cremita, rocoto y una chicha morada al tiempo. “María, leía la entrevista que dio a Trome el general en retiro de la Policía, Marco Miyashiro. Fue uno de los jefes del legendario Grupo Especial de Inteligencia (GEIN), que capturó al genocida Abimael Guzmán, el cabecilla de Sendero Luminoso. El actual congresista advirtió sobre el grave riesgo de que ese grupo terrorista resurja hoy con el apoyo de los jóvenes malinformados. Claro, Sendero está volviendo a infiltrarse en universidades como La Cantuta y San Marcos, donde captan a muchachos que hacen el papel de tontos útiles. Por eso, Miyashiro señala la necesidad de que el Ministerio de Educación cumpla con su responsabilidad de enseñar a los niños y jóvenes que el Perú sufrió 20 años de terrorismo. “(Los terroristas) están haciendo la llamada ‘acumulación de fuerzas’, esto es captar nuevos elementos para que, en un momento dado, ojalá Dios no lo quiera, volver a las andanzas terroristas”, señala Miyashiro. Los universitarios, y mucho menos los escolares, desconocen el terror en que vivimos todos los peruanos desde mediados de los 80 hasta los primeros años del 2000, en los que fueron asesinadas y desaparecieron unas 70 mil personas, incluidos mujeres y niños.

Los policías eran ejecutados a sangre fría en las calles, las comisarías dinamitadas. Del mismo modo, mataban a los ingenieros que reparaban las torres de alta tensión que hacían estallar los terroristas. Los senderistas ingresaban a los pueblos alejados de la sierra y degollaban, lapidaban o mutilaban a hombres y mujeres en los llamados ‘juicios populares’, en los que eran condenados sin derecho a defensa. Una de sus masacres más recordadas la perpetraron en 1983, en Lucanamarca, provincia de Huancasancos, en las alturas de Ayacucho. Estaban furiosos porque los humildes campesinos, hartos de sus crímenes y abusos, se comenzaron a organizar en rondas de autodefensa. Al final, mataron a 79 personas (incluidos ancianos, niños y mujeres) de la manera más brutal, con machetes, cuchillos y armas de fuego, entre indefensos agricultores, ancianos, mujeres y niños. Algo parecido ocurrió en 1991, en la comunidad de Ccano, en Huanta, Ayacucho. Sendero ejecutó a 36 pobladores que participaban en una actividad de la Iglesia Evangélica Pentecostal. Tan malditos eran estos criminales que obligaban a muchas madres a quitarle la vida a sus propios hijos porque lloraban cuando se retiraban de algún enfrentamiento, para que con su llanto no revelen sus posiciones. Esas y muchas otras bestialidades cometió Sendero, cuyos integrantes hoy se quieren presentar como mansas palomas dignas de lástima, pero en este mismo momento muchos de ellos ya hablan abiertamente de volver a tomar ‘el fusil’ para reiniciar la lucha armada por el poder. ¡Increíble!” Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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