El fotógrafo Gary llegó al restaurante por un rico plato de lentejas con un bistec encima, arroz blanco graneadito y ensalada fresca. Para tomar se pidió su jarrita de emoliente al tiempo.

“María, llegué temprano y me encontré con el legendario periodista de policiales ‘El Sonámbulo’. Vestía su clásico gabán gris que le llega hasta la rodilla y tenía su cigarro en la boca. Es al único que dejan fumar en la sala de Redacción. Mi amigo lleva cerca de treinta años trabajando únicamente en Policiales. Está escribiendo una novela que romperá esquemas. ‘No me desespero por publicar, como otros que sacan libros como si fueran folletines para leer en la combi. Aspiro a escribir una novela vital sobre la violencia que he vivido en carne propia. Por ahora me dedico a trabajar y a darles charlas a los alumnos de Periodismo, que ya están por venir’. Justamente se aparecieron diez estudiantes, entre ellos la guapita chica de lentes y el gordito preguntón.

‘Gary, dos universidades ‘truchas’ me pedían que enseñe, pero no me veo en un salón para 200 alumnos que ni tiene ventanas y la mayoría está chateando. A estos diez alumnos sí les interesa aprender. En la semana vamos a repasar algunos de los más emblemáticos cuentos policiales.

Esta mañana les presentaré un clásico de Jorge Luis Borges: Emma Zunz. Es un cuento sobre la venganza de una muchacha sana, buena y trabajadora, del mismo nombre que el título, contra su empleador, Aarón Loewenthal, culpable de que a su padre lo acusaran de ladrón, lo encarcelaran y terminara suicidándose en Brasil. Cuando ella leyó la carta, armó un plan para matar a Loewenthal, asegurándose de aparentar que lo hacía en defensa propia. Para ello se va al muelle y escoge una víctima: un marino sueco borracho. Ella se hace pasar por ‘lolita’ y sostiene relaciones con el navegante.

Él le paga y ella destruye el dinero. Luego va a la fábrica y le dice a Aarón Loewenthal que planean una huelga, por lo que el jefe la cita para que le dé nombres. Luego induce a Aarón a que salga de su despacho para buscarle un vaso con agua. Allí coge el arma del verdadero ladrón, que estaba guardada en el escritorio; al volver este, lo mató con tres tiros. Llamó luego a la policía y dijo: ‘Él me violó a la fuerza, lo maté en defensa propia’.

Efectivamente, la joven presentaba la vagina inflamada y con semen del marinero. Pero nadie se percató de eso y ella vengó a su padre’. Cuando el ‘Sonámbulo’ terminó el relato, los jóvenes se quedaron con la boca abierta. Vaya historia la que escribió el argentino Jorge Luis Borges. ‘Bueno, muchachos, la próxima semana continuamos’, dijo el periodista, que se puso sus gafas negras y salió por el jirón Santa Rosa todo misterioso”. Pucha, qué tales historias. Me voy, cuídense.

 

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