El Chato Matta también tiene sus historias.
El Chato Matta también tiene sus historias.

El Chato Matta llegó al restaurante por sus tallarines rojos con una pierna de pollo, su papa la huancaína cremosita, huevito duro y aceituna. Para la sed, pidió una jarrita de agua de hierba luisa.

“María, a veces pienso que la vida se empeña en llevarme por el mal camino. Mi noviecita Sammy, la chica que trabaja y estudia, me gusta, pero siempre se cruza en mi camino una tentación. Entré al ‘face’ y me encontré con ¡Marilú!, la devoradora del ministerio donde trabajé varios años. ‘Chato, te espero frente al Metro de Alfonso Ugarte el viernes a las 6 de la tarde. No me falles’. Qué chiquito es el mundo, encontrarnos de esta manera.

A Marilú me la presentó mi amigo Rencito. ‘Chato, estoy loco por esa mujer, me voy a casar con ella’, me dijo en una borrachera, en una cantina del jirón Washington. Yo ya había ‘tarifado’ a Marilú, que tenía más recorrido que la Vía Expresa. ‘Rencito -le dije- eres mi causa, Marilú es chévere, pero todos los fines de semana se luce en salsódromos y he visto que la vienen a recoger en carrazos con lunas polarizadas’, le advertí. Pero Rencito estaba obsesionado con Marilú. Ella sangraba a mi amigo, que siempre andaba con plata. Un viernes me crucé con Marilú saliendo del ministerio.

‘Chato, te invito un roncito, quiero aclarar algo contigo. Ya sé que hablas pestes de mí, deja de meterte en mi relación con Renzo, o acaso estás celoso, ¿crees que no me doy cuenta de cómo me miras cuando estoy de espaldas?’.

En verdad tenía un cuerpo hermoso. En ese momento se produjo un apagón y se escuchó una detonación que retumbó en todo Lima. ‘¡Chato, los terrucos, corre!’, gritó y me abrazó. Terminamos en un parque a oscuras y con la botella de ron casi vacía. Empezó a besarme, lo hicimos en el parque y luego nos fuimos a un hotelito barato de Breña. Fue espectacular.

Terminé como la ‘Culebra’ Carrillo después de bailar a los chilenos. ‘Chato, me voy a casar con Renzo, pero podemos seguir viéndonos a escondidas. ¿Has escuchado la canción ‘Hacer el amor con otro? Ese tema de Alejandra Guzmán me identifica. Con Rencito es ‘como no hacer nada’, tú me haces sentir otra cosa’, me confesó ebria de lujuria. ‘Marilú, me siento mal, Rencito es mi amigo’, le contesté.

‘¡No, Chato, a mí tú no me dejas, si lo haces le cuento que hicimos el amor en el parque. ¡Ya lo sabes!’, y se fue moviendo las caderas. Esa amenaza me descuadró. Le consulté a Mariana, mi brujita confidente. ‘Chato, cuéntale la verdad a tu amigo, que sepa quién es esa mujer’. Tenía dudas. Pero una noche cuando ya iba a revelar mi secreto, ambos vimos a Marilú con un tío de terno ¡entrando al mismo hotel de Breña donde estuvo conmigo! Rencito se volvió loco y se le fue encima al tío.

‘Chato, me casé en Miami pero me divorcié. Vivo de mis rentas y vengo cada tres meses a Lima. Te invito unas chelas en La Herradura. Recordemos viejos tiempos’. Pucha María, yo que ya estaba plantado con mi noviecita Sammy y llega Marilú a calentarme la cabeza’. ¡Ay!, ese Chato Matta puede perder soga y cabra. Me voy, cuídense.

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