Sergio 'Checho' Ibarra y Rocío. (Foto: Allengino Quintana)
Sergio 'Checho' Ibarra y Rocío. (Foto: Allengino Quintana)

Por: Fernando 'Vocha' Dávila

Más de un cuarto de siglo, la historia empezó entre un calor asfixiante, un cebichito y una frase poco afortunada. Después conspiró la vida, obviamente el amor también y ahora, muy juntitos, caminan de la mano.

es el goleador histórico del Perú y siempre con la broma en la punta de la lengua. Rocío es su esposa y la que más lo conoce. Empecemos con el comentarista de Latina.

SERGIO: SIEMPRE DORMÍ 'TRANQUILITO' POR MI MUJER

‘Checho’, cambias de terno todos los días.
Antes de ingresar a la televisión solo tenía uno y para reuniones, parecía ‘Supermán’.

¿Has gastado la quincena en ropa formal?
El canal me dio dos sacos y algunos que luzco son prestados.

¿Camisas?
A eso sí le he agarrado gusto y he comprado varias.

¿Tu señora opina en tu look?
Mi familia es mi trabajo. Mi esposa me ha comprado un libro de sinónimos y antónimos.

¿Alguien más te aporta?
Pamela, mi hija mayor, que es diseñadora, me sugiere la vestimenta y las combinaciones.

¿Valentina, la segunda?
Estudia Audiovisuales y me toma examen.

¿Cómo es eso?

Me pide que comente algún tema y, si repito alguna palabra, me corrige.

¿La clave para que el televidente te tome atención?
No digo: ‘Entró por la derecha, centró y el delantero apareció y la metió al arco’. Eso la gente lo ve en la pantalla.

¿Entonces?
Trato de explicar qué es un pase en profundidad, una pelota en medio de los centrales y una diagonal. No todos saben de fútbol.

¿Qué te falta mejorar?
El inglés, soy nulo.

¿Cómo lo resolviste en el Mundial?
Christian Hudtwalcker me escribía cómo sonaba el apellido de los jugadores.

Estás de moda... ¿las chicas te paran por ‘selfies’?
Sí, pero siempre con respeto.

A propósito, ¿es cierto que en tu primer encuentro con la ‘patrona’ dejaste mala impresión?
La vi trabajando en un supermercado y le dije: ‘Qué haces vendiendo acá, pendeja’.

¿Voló?
Yo tenía 19 años, había llegado recién al Perú y no sabía que acá es una mala palabra, en mi Argentina significa chiquilla, porque tenía apenas 16.

Primer paso mal dado.
Después, con Agapo Gonzales, mi compañero en Alianza Atlético, fuimos a guardar su carro a una cochera y una señora nos recibió muy amablemente y nos invitó a comer cebiche.

¿Y por qué tanto cariño?
Nos quería mucho, pero un día apareció su hija y era la misma que se había molestado conmigo.

¿Luego?
Me acerqué a pedirle disculpas, pero era muy seria. Con su mamá le dejaba escritos y nada. Hasta que pudimos conversar.

Allí sí fuiste con todo.
Paseábamos y comíamos cremolada, que en Sullana se consume mucho.

¿Y?
Nada. Hasta que un día, sentados en la vereda de su casa, le pedí a su mamá que vaya a comprar una gaseosa.


¿La sacaste de encima elegantemente?
Era para quedarnos solos, allí la besé a la fuerza y le pedí que sea mi novia.

Te arriesgaste a que salga gritando.
Me di cuenta de que estaba interesada en mí.

En 25 años, ¿cuántas veces dormiste fuera del cuarto?
Jamás.

¿Alguna vez la celaste?
Nunca, sé qué mujer tengo en casa.

¿Eso cómo se lee?
Siempre dormí tranquilito en la concentración.

¿Si alguien la mira más de lo normal?
Le pregunto: ¿Qué te pasa, baboso?

Cuando van a bailar, ¿solo rumbea contigo?
Casi nunca salimos.

¿Quién es más romántico?
Nos mandamos piropos delante de los hijos y se mueren de la risa.

A la casa se invita a...
Los amigos amigos, nadie más.

¿Lo mejor de tu matrimonio?
Que tengo la vida que deseo.

El enamorado de tu hija, ¿hasta dónde llega cuando ‘marca’?
Hasta la sala. Si se mete al cuarto, lo saco a palos.

¿Y la del hijo sí tiene carta libre?

Funciona igual.

Si tus engreídos salen a divertirse, ¿pueden llegar a la hora que quieran?
Así se vayan a las 12, tienen que estar a las 2 de la mañana.

Hoy no hablamos de tus goles, sino de tus mejores conquistas y te lo agradecemos.
Soy el mismo en la cancha, ante cámaras y en la vida, por eso les agradezco que me hayan entrevistado. Los invito a ver el Universitario-San Martín, que lo transmitiremos por Latina.

ROCÍO: MI VIEJITO ME GUSTA CON O SIN SACO

Rocío lo observa, a veces le suma detalles a la respuesta del ‘Checho’. Han caminado juntos, desde que acabó el colegio para convertirse en su mujer. Pero no solo fue a verlo jugar, también se preparó para ser la señora de un futbolista.

¿Te agrada más en terno o ropa deportiva?
Mi ‘viejito’ me gusta con o sin saco.

¿Desde cuándo lo llamas así?
Desde que somos novios, seguro porque siempre hemos pensado en estar juntos hasta que nos salgan canas.

¿Un consejo para las parejas de jugadores?
He leído hasta el libro de Bilardo.

¿Qué aprendiste?
Que tres días antes de un partido no debe meterse a la piscina o sauna, porque se ponen pesadas sus piernas.

Otro dato.
En la previa no se puede estar mucho con los besos y abrazos, porque se puede excitar.

¿Algo más?
Que sus pies deben estar bien cuidados y los de él parecen de mujer.

¿Cuántas veces lo timbraste en una concentración?
Los problemas los solucionaba yo, salvo que sea algo muy grave.

¿La última pelea?
Nunca nos enojamos y, si alguna vez pasó, todo se arregló después de decirnos las cosas como deben ser.

‘Checho’ me dice que no entra cualquiera a casa.
Mi hogar es un templo sagrado.

¿Lo destacable de Sergio?
Es un hombre con quien jamás te aburres.

¿Callejeros o caseros?
Nos encanta estar viendo películas, pedir una pizza. Si salimos, dormimos un mes entero.

¿En qué más lo vas a apoyar?
Vamos a matricularnos para estudiar inglés juntos.

¿La última medida que has tomado?
Había subido de peso y ya empezó a entrenar nuevamente.

¿La televisión lo ha cambiado?
Es el mismo y por eso le va muy bien.

¿Una virtud?
Cuando comentan que no va a poder hacer tal o cual cosa, se enterca hasta conseguirlo.

¿A todos lados lo has seguido?
Solo no lo acompañé a China y El Salvador. Después, siempre como familia.

Gracias por este momento especial.
A ustedes y al diario que leo.

Se despidieron con la misma cordialidad como llegaron, con esa sonrisa que parece un sello de los Ibarra–Gonzales. Ya han pasado las ‘Bodas de plata’ y todavía se expresan afecto como la primera vez. Ella llegó para cumplir con la afirmación del poeta español Antonio Machado: ‘Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer’.

tags relacionadas

NOTICIAS SUGERIDAS

Contenido GEC