SOY EL CÓNDOR Y QUERÍA DISCULPARME...

El nombre del volvió a sonar con fuerza por un comercial de televisión donde pide disculpas por un gol que falló con la selección. Pero a fines de los 90, Andrés pidió perdón a Santiago Salazar. Y no precisamente por errar frente al arco. Con 23 años, ‘Andlé’ ya era goleador y referente de Sporting Cristal. A veces se pasaba de revoluciones en los partidos de práctica y entraba con la ‘pata en alto’. Un día el plantel hizo una apuesta y en una pelota dividida, el chinchano le fue con todo a ‘Cafú’. ‘Qué pasa zambo, ¿estás jugando un mundial?’, le reprochó el chalaco. El goleador se mostró agrandado: ‘Juega nomás hue...’.

El back lo miró y respondió: ‘¿Así es la cosa?... Está bien’. La pichanga continuó y a los pocos minutos otra vez se vieron las caras. Esta vez el central despejó la pelota y se ‘la dejó’ al atacante. ‘Juega bien payaso, ahorita te reviento’, le gritó ‘Cóndor’ Mendoza y le tiró la pelota en la cara. Salazar se acercó: “Aquí, por respeto a los compañeros y al club no te voy a hacer nada, pero en el camarín quiero ver si eres tan bravo”. El encuentro siguió y no volvieron a haber roces. Aldo Olcese, uno de los más jodidos, les ‘metió carbón’. ‘Negro vas a perder, ‘Cafú’ es karateca’, dijo. Luego fue donde Salazar y le ‘aconsejó’: ‘Santiago creo que vas al pierde con Andrés’. Terminó la práctica y Mendoza se quedó a ensayar tiros libres. ‘Cafú’ se bañó, se perfumó y peinó con gel.

Media hora después, el ‘Cóndor’ Mendoza seguía en el campo conversando con juveniles, esperando que su rival se aburra y se vaya de La Florida. El utilero le dio la mala noticia: ‘‘Cafú’ sigue allí’. El moreno se puso más nervioso y se inventó una lesión. “Doctor, me sentí en el partido. Me duele la pierna, creo que me estiré”. El galeno se demoró media hora en revisarlo. Salazar no se iba. El ‘Cóndor’ se metió al gimnasio y cuando empezó con los fierros, apareció Salazar. El defensa no dijo nada y de frente le soltó una andanada de golpes que terminaron con el chinchano en el suelo. Sus compañeros tuvieron que intervenir. “Esta es la primera y única vez que te perdono, la próxima es peor. Aprende a respetar, zambito”, le dijo el chalaco. Desde ese día, Andrés aprendió a llamar y pedir disculpas por sus errores.

LO AGARRARON DE PALOMILLA

En el 2003, Jean Ferrari pasó de la ‘U’ al América de Cali. Rápidamente, hizo amistad con la figura, el atacante Jairo Castillo. El ‘Tigre’ era amo y señor del club, ídolo de la hinchada y amante de las noches caleñas. El delantero invitó más de una vez al volante, que siempre se excusó: ‘Estoy solo en la ciudad, prefiero descansar’. Luego de los entrenamientos se iba al hotel y antes de las 7 de la noche ya estaba viendo televisión o hablando con su pareja por teléfono. Hasta que un día, el torneo paró una semana y dieron cuatro días libres al plantel. Jairo le dijo a Jean: “Mi hermano, aliste sus cosas, esta vez no me puede decir que no. Lo voy a llevar a un sitio espectacular. Si quiere invite a alguien”.

Al día siguiente, el colombiano lo recogió del hotel y el tercer arquero fue el elegido para acompañarlos. Se dirigieron al lago Calima, a 86 kilómetros de Cali y con diversión las 24 horas. Almorzaron y se cambiaron de local. La música estaba a full, el baile invitaba, las chicas estaban en su punto. Todo iba bien, hasta que un amigo del ‘Tigre’, gordito, bajito y con gorra, empezó a molestar a Jean Ferrari: ‘Peruano no bailas, no tomas, ¿cuál es tu diversión?’. Jean no dijo nada. El gordito seguía interrogando al volante, él solo sonreía. Hasta que le colmaron la paciencia al excrema. Se paró de su asiento, le quitó la gorra al colocho y le metió un ‘lapo’ en la cabeza pelada.

“¡¿Qué te has creído huevón?! Yo nací en el Callao y no soy ningún sanazo”, le gritó. El colombiano sacó una pistola y se la puso en la cabeza: “Tú no sabes quién soy yo, lo que has hecho te costará la vida hijo de p...”, amenazó el ‘Pelado’. Jean Ferrari se soltó de nervios, las lágrimas se le salían y no supo qué decir. ‘¡Arrodíllate que te voy a reventar los sesos!’, advirtió el ‘capo’.

Cuando Jean Ferrari creyó que se iría al cielo, apareció Jairo Castillo: “¿Parcero qué va hacer? Ese chico es mi hermano, no me lo toque. Lo está jodiendo toda la noche y el muchacho se cansó”, explicó. El ‘bravo’ miró a su compatriota y luego a Ferrari: “Solo porque eres amigo de Jairo te dejo vivo, si no te meto dos balazos”. Jean se levantó y salió corriendo del local. Desde ese día, solo salió del hotel para entrenar y concentrar y se ponía ‘blanco’ cada vez que le mencionaban volver al lago. Acabó su contrato y le ofrecieron renovar con mejor sueldo, pero se negó. El América de Cali era el ‘Diablo’.

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