(GEC)
Kukin Flores

POR: FERNANDO 'VOCHA' DÁVILA

logró lo imposible: unir a todos los barrios del Callao”. La afirmación pertenece a un joven porteño, con pinta de barrio, cabello cortado en barbería, tatuajes cubriendo gran parte de sus brazos, los ojos llorosos y la garganta ronca. No por gritar por su Sport Boys, sino de tanto cantar ‘¡Ohhh, ‘Kukín’ no se va...!’.

Cerca de la una de la tarde, Carlos Flores realizó su último recorrido por las calles del pueblo que lo acogió desde niño hasta convertirlo en héroe máximo, ídolo por siempre.

Sus restos salieron de la calle Teatro y fue acompañado por cerca de 8 mil simpatizantes, amigos, fanáticos y todo aquel que se identificó con ‘Kukín’. Todos llegaron para decirle lo mucho que lo querían... Y que ya lo extrañan.

‘BALACERA’ PORTEÑA

El primer punto fue Chucuito, donde le gustaba veranear. Porque no era de alquilar una casa de playa en el sur. Él no se movía del Callao. De inmediato, un rumor corrió como reguera de pólvora: pasarían por el barrio picante de Castilla. Allí lo esperaban sus causas, su batería fina, ‘faites’ y hasta familiares que batutean la zona. Recibió el saludo que solo se le da a los palomillas, a los elegidos. Balazos al aire que dejaron en claro la zona que estaban pisando.

Punto obligado era llegar a Atahualpa, allí donde tantas veces fue entrevistado. Ahora sí encontró su rostro dibujado y más balazos para mostrarle su alegría por visitar a los buenos amigos. La procesión llevó el féretro hacia el emblemático ‘Telmo Carbajo’, lugar histórico para un pueblo que ama. Los cantos, el ruido de tambores y bombos, aplausos y más gritos le dieron la bienvenida en ‘Los Barracones’. Ingresaron al lugar conocido como ‘Canadá’, donde Carlos Flores creció y forjó esa zurda inmortal.

EL ÚLTIMO VACILÓN

Luego de cuatro horas, pisó el ‘Miguel Grau’. Testigo de sus goles increíbles, festejos únicos y esa sonrisa de palomilla que acompañaba cada anotación. La orquesta salsera ‘Kllao Salsa’ lo recibió con su clásico: ‘Te invito a un vacilón...’. La gente gozó, bailó, hizo bailar el ataúd de ‘Kukín’. Hasta que llegó lo inevitable. Había que dejarlo descansar y emprendieron el camino al cementerio ‘Baquíjano’. Los cantos hicieron estremecer a quienes allí descansan eternamente. Carlos fue sepultado en la parte más alta para que pueda mirar a todo su Callao.

Hoy, que duerme solito y descansa en paz, me atrevo a decir que en pocos años dejará de ser el futbolista para convertirse en ‘San Kukín’, el santo pelotero de los chalacos.

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