Jaime Bayly reunido con su familia gracias a su hija.
Jaime Bayly reunido con su familia gracias a su hija.

reveló en su primera columna del 2017 la forma en la que volvió a disfrutar junto a sus primos y hermanos en Lima todo gracias a la influencia de la menor de sus hijas, Zoe, fruto de su matromonio con la escritora Silvia Nuñez.

Es que en la columna de su blog personal, titulada , Jaime Bayly contó cómo fueron las últimas celebraciones de fin de año que pasó junto a su madre, hermanos y otros parientes, luego de años de estar distanciado por hacer su vida y carrera en Estados Unidos.

"Regalé corbatas a todos mis hermanos y pañuelos a mis hermanas y cuñadas en las fiestas navideñas. Mi esposa me prohibió regalar perfumes. Yo siempre regalaba perfumes, pero esta vez ella me exigió superarme un poco. Hizo bien. Los regalados parecieron sorprendidos con sus corbatas y pañuelos. Quedé como un señorito botarate, querendón", narró con evidente placer Jaime Bayly.

Luego, Jaime Bayly explicó como ayudó bastante el cariño que Zoe dio y recibió de todos en la familia: "No pensé que mi hija sería tan insólitamente feliz en Lima...Verla tan contenta en esta ciudad me ha hecho feliz a mí también, de un modo que acaso no conocía, porque mi relación con Lima ha sido siempre turbulenta, áspera, rencorosa”.

"Pero ver a Zoe tan a gusto en Lima me embellece enormemente la ciudad y me deja a mí también muy cómodo y contento de haber venido dos semanas a visitar a la familia, yo que siempre escapaba de la familia para sentirme libre. Pues ahora es, por lo visto, lo contrario: el placer ya no radica en huir de la familia y deplorarla, sino en reunirme con ella y ver cómo se quieren nuestros hijos", continúa Jaime Bayly satisfecho por esta reunión.

Cabe destacar en que desde que inició su relación con Silvia Nuñez, Jaime Bayly estuvo muy alejado del Perú, especialmente tras dar a conocer la forma nada feliz en la que el reconoce que perdió el cariño de Camila y Paola, las hijas que tuvo con su primera esposa, Sandra Masías.

Justamente, las tres son las grandes ausentes en la feliz crónica de Navidad y Año Nuevo de Jaime Bayly.

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