(Fotos: Allengino Quintana)
Renato Cisneros

Antes buscaba la manera de conquistar chicas en un bar. Hoy solo tiene ojos para su pequeña Julieta. Hace unos años buscaba novia y enamoró a toda una generación de lectores con su blog. Ahora reparte su tiempo entre la escritura, el periodismo y los pañales. , el soltero empedernido, se casó, se convirtió en padre y desnudó todas sus dudas, temores y problemas en su último libro ‘Algún día te mostraré el desierto’. Pero también se atrevió a cruzar el desierto con Trome y, como siempre, no rehuyó ninguna pregunta.

¿Un café?

Para mí un té. Yo traiciono un poco la imagen del escritor que fuma y bebe café.

¿Hay un cliché del escritor bohemio?
Tiene que ver con la personalidad de cada escritor. De hecho, Vargas Llosa es el modelo opuesto. Él ha confesado que nunca ha tenido una vida licenciosa o desordenada. (Alfredo) Bryce está en el otro lado, más asociado con el alcohol, (Ramón) Ribeyro con el cigarro. Me parece que está bien tomar algo de cada uno, pero no fumo ni tomo café. Todo lo concentro en el modelo de Bryce, ja, ja.

¿Qué sueles beber?
Cerveza, gin y vino. Dependiendo de con quién esté o qué cosa esté haciendo. Pisco puro también.

¿Escribir bajo efectos del alcohol te sirve?
Es un desinhibidor, puede que se te ocurran algunas cosas. Prefiero escribir por las mañanas lo más lúcido posible. No me ha pasado que bajo efectos del alcohol haya escrito una frase y que en la mañana siguiente me haya conmovido. No lo consideraría parte de una metodología de trabajo.

¿Y cuando haces tu programa de radio?
Ahí sí me tomo una copa para mantenerme despierto. Salimos acá en el Perú de 6 a 8 de la noche y yo en España estoy entre 1 a 3 de la mañana. Es una situación un tanto absurda, yo estoy de madrugada en mis pijamas de Homero Simpson hablando de la Comisión de Acusación Constitucional.

A esa hora tu esposa duerme...
Sí, ella y mi hija. Trato de no despertarlas. Me ha pasado alguna vez que como mi esposa es médico y hace guardia, yo me quedo a cargo de la niña y ese día ya saben en la radio que si de pronto desaparezco, es porque mi hija se ha despertado. Una vez estaba entrevistando a un congresista y lo dejé hablando solo, porque comenzó a llorar la bebé y me fui corriendo a atenderla.

¿De esas anécdotas trata tu nuevo libro ‘Algún día te mostraré el desierto’?
Sí. Tiene una curva argumental desde que conozco a Natalia, mi esposa, hasta que se desencadena una crisis posterior al nacimiento de mi hija. El libro está plagado de las preguntas que creo que muchos hombres nos hacemos y no solemos decir en voz alta. La sociedad espera que un tipo que se va a convertir en padre sea un hombre seguro, resuelto, aplomado, que proyecte sobre su mujer embarazada toda la seguridad y confianza que ella necesita. Muchas veces nos metemos al baño y nos agarramos de la pared, porque también hay miedo al cambio, a lo que uno va a convertirse y a lo que dejará de ser.

¿Le haces sus trenzas?

No, alguna vez creo que le he puesto unos colets, pero, por ejemplo, no tengo ningún pánico en cambiar pañales. Podría dictar un taller de cómo hacerlo. He descubierto esa habilidad.

¿Extrañas la soltería?
A veces la memoria es tramposa y uno recuerda la parte buena de los años en que vivía solo. Pero también vivir solo me hacía pasar por unos ‘picos’ de depresión en los que pensaba que ojalá un día pueda tener una pareja. Quizá extraño el hecho de pasar más tiempo conmigo mismo, pero no llega a ser una nostalgia real.

¿Cansa seguir buscando pareja después de los 40?
Sí. Llega un momento en que uno quiere estar tranquilo. No hacerse tantas ‘paltas’. Termina siendo un poco patético insistir en ese estilo de vida, que ya no tiene mucho sentido seguir ejerciendo. Ya viví esa etapa en la que iba de viejo a las discotecas y solamente te reconocía el barman o el guachimán. Vas y te encuentras con los hermanos menores de los que eran tus amigos.

Además, la música es otra...
Antes había una época en que podías al menos bailar con el parlante, había canciones con las que conectabas. He tenido un montón de esas noches patéticas en las que digo: ‘¿Qué estoy haciendo aquí?’. Me ha tocado ver cincuentones en discotecas detrás de chicas de 20. Mientras los veía, pensaba ojalá nunca me convierta en eso porque son un espectáculo tristísimo.

¿No crees en el 40 y 20?
No digo que uno no se pueda enamorar, pero creo que hay un momento en que la discoteca no es un lugar amigable para ese tipo de flirteo. Sobre todo porque a mi edad, lo que más me gusta es conversar.

¿Ese es tu jale?
Una vez un amigo me dijo: ‘Lo tuyo y lo mío es la distancia corta’. Hay gente que gana por golpe largo, su aspecto es arrollador y no necesitan hablar. Dicen dos tonteras y ya lograron un acercamiento, pero en mi caso, mi territorio es la distancia corta, la conversación.

El ‘floro’...
Más que eso, lo que las mujeres quieren es que las escuchen. A mí me encanta escuchar historias porque no me gusta hablar de mí mismo, aunque mis libros podrían decir lo contrario. Odio a las personas que no hacen más que hablar de ellos mismos.

Uno podría pensar que llegas a un sitio y dices: “Hola, soy Renato Cisneros, escribo libros y soy conductor de TV...”
Precisamente escribo y hago un programa de televisión para no tener que hablar de mí. Ya estoy retirado de las canchas.

¿Hay un vínculo especial entre padres e hijas?
Las hijas se relacionan con el papá de otra manera. Uno también es modelo y probablemente el día de mañana, mi hija buscará para enamorado, novio o esposo, a alguien que se parezca mucho a mí. Es normal que a veces elijamos a nuestras parejas como proyecciones de nuestros padres o madres. Ya me tocará cargar mis escopetas cuando empiecen a aparecer los ‘gallinazos’.

¿Cuántas veces has escuchado ‘Mi niña bonita’ de Lucho Barrios?
Ja, ja. Es un clásico. Es la historia de muchos que tenemos esa idea machista de que es mucho más fácil y cómplice criar a un hombre y luego nos encontramos con esta niña que revoluciona todas tus creencias.

¿Por qué el título ‘Algún día te mostraré el desierto’?
Estábamos en Marruecos, Natalia estaba embarazada de Julieta y en el diario puse ‘algún día te traeré hasta aquí. Algún día te mostraré el desierto’, sin saber que después entraría en crisis, que nos separaríamos... que se generaría un desierto, casi como una metáfora, de esas crisis de padre primerizo, cuarentón y de resistencia al cambio.

¿Compartes todas las tareas con tu esposa?
Salvo la lactancia. Un día mi hija se confundió. Me levantó el polo y me dijo: teta. Le dije: ‘No hija, se llama músculos pectorales antiguamente trabajados en el gimnasio con ahínco’.

También se viene una película sobre ‘Busco novia’...
Aún no sabemos si se va a estrenar en el cine o estará en otra plataforma tipo Netflix. Durante muchos años decía ‘no quiero saber nada con ese blog’, pero le debo varias cosas. Sobre todo una relación con lectores que han envejecido conmigo, han engordado, tenido hijos y cuya vida ha ido paralelamente a la mía.

Muchas gracias por habernos dado unos minutos de tu tiempo. ¿Algo que quieras agregar?

Decir que entre el hombre que deseaba tener un hijo y el que dos años más tarde tiene una hija, hay una enorme diferencia. Tener una niña en estos tiempos es una oportunidad para reelaborar todo lo que aprendimos mal y luchar juntos por una sociedad igualitaria. Ya parezco político, ja, ja, ja.

Y así Renato cruzó el desierto. Ese al que todos nos enfrentaremos en algún punto de nuestras vidas. Dejamos las tazas, nos dimos la mano y una palmada en la espalda. Él nos mostró un camino. Sea cual sea el de usted, querido lector, disfrute de la vista.


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