Emprende Trome. En Chorrillos, un grupo de ha roto los estereotipos y demostrado que cuando se trata de fuerza, dedicación y trabajo no importa el género.

Ellas son madres y emprendedoras que, de la mano de la ingeniera Clara Eliza Quispe, se convirtieron en maestras de construcción y han edificado muros de contención, veredas y parques enteros en sus respectivos distritos.

Ninguna de la nuevas maestras de construcción ha dejado de lado sus responsabilidades en el hogar, por el contrario, como mujer coraje que es cada una de ellas, aseguran que madrugan para prepara el desayuno y almuerzo a sus hijos, y después de su pesada jornada laboral se dedican a limpiar y acomodar sus casas. Son imparables. Demostrando que las mujeres pueden con todo. 

Ingeniera Clara,  ¿cuántos años trabajando con maestras de construcción?
Empecé en el 2002. También soy vecina de Chorrillos y hace 15 años organicé a un grupo de mujeres para hacer proyectos de construcción que mejoren nuestra comunidad.

¿Quién financia las obras y paga a las mamitas que trabajan?
Nosotras presentamos un proyecto (una obra de construcción) a través del programa social ‘A Trabajar Urbano’, esperamos la aprobación del Ministerio de Trabajo y arrancamos con la obra.

¿Cuántas obras han realizado?
Unas dos mil. También han llegado mamitas de otros distritos buscando mejorar sus zonas y lo hemos hecho. En pueblos jóvenes construimos muchos muros de contención para lograr la instalación de agua y desagüe en esas zonas.

¿Cómo ha sido capacitar a madres de familia para ser constructoras?
Al principio entran como beneficiarias, eso quiere decir que participan en el proyecto viendo y aprendiendo. Luego, son capacitadas y empiezan a trabajar. Así se convierten en maestras de construcción.

¿Para qué están capacitadas?
Para hacer excavaciones, mediciones, leer planos; son muy hábiles.

¿Cuántas horas trabajan?
Cuatro horas en la mañana y cuatro en la tarde.

BUENOS EJEMPLOS
Una de las maestras de construcción es Amada Sierralta (57), madre soltera de cuatro hijos.
Antes de ser maestra, ¿a qué se dedicaba?
Lavaba ropa para otras personas. Esa era la manera como mantenía a mi familia, hasta que aprendí sobre construcción.

¿Qué ha logrado con este trabajo?
Mucho. Puedo decir que he construido mi casa con mis propias manos. Ladrillo por ladrillo he sabido hacer mi hogar.

¿Sufre de alguna molestia física por hacer este trabajo pesado?
No, yo trabajo con faja y aquí nos enseñan técnicas para cargar peso con cuidado, sin provocarnos contracturas ni malestares.

Otra experta en la construcción de veredas y parques es doña Maritza Malarín (52).

¿Cómo se integró a este grupo de mujeres constructoras?
Como dirigente vecinal, los pobladores me pedían hacer algo para mejorar las calles. Fue así que llegué a esta iniciativa social, aprendí de construcción y animé a otras madres a hacer lo mismo.

¿Alguna vez se ha sentido discriminada por hacer este trabajo?
Siempre hay machismo, dicen que por ser mujeres no podemos o no lo hacemos bien. Pero hemos demostrado con hechos que sí somos capaces y nuestras obras hablan por sí solas.

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