Por: Melina Betocchi

Es domingo a la hora del almuerzo. Un momento importante. Han preparado un gran banquete familiar bien típico y contundente. Frejoles, seco, arroz, sangrecita y más. La mesa está servida. Y aquí va la pregunta. ¿Qué tomarán? ¿Gaseosa? ¿Tal vez alguna cerveza? ¿Quizá se cuela una botella de Borgoña o semiseco? ¿Acaso una botella de pisco? ¿O algún Malbec o Tannat iqueño que espera para ser descorchado?

Y si quieren hacerlo aún más interesante, de repente han considerado varios vinos, uno diferente por plato. Todo esto puede parecer muy complejo, sobre todo si el tema del vino no es lo suyo o si no han indagado mucho en el mundo de los sabores, de las combinaciones posibles entre comida y vino, sobre tipos y estilos, y por qué el vino que va bien con la sangrecita no es el mismo que caerá ideal con el seco.

En mi casa, casi desde que tengo uso de razón, en el almuerzo del domingo siempre hemos compartido una botella de vino, principalmente tinto. En los almuerzos familiares reinaba la pasta con una buena salsa, la carne a la parrilla o algún plato con sabor peruano, como un arroz con pato norteño, el de mi madre. Pero el vino nunca faltó.

Eso probablemente viene por el lado de mi padre, que es uruguayo, y en su casa mi abuelo y sus tíos hacían su propio vino. Para ellos era un tema de tradición.Con el tiempo, durante esos largos almuerzos que teníamos, no nos preocupaba si el vino iba bien con la comida, si era muy fuerte para la pasta o si la salsa era muy ácida para el Cabernet Sauvignon.

Pero todo eso cambió cuando empecé a enamorarme del vino y a tomarlo en serio. A partir de ahí me dediqué a probar, probar y probar. A catar, a estudiar y fui entendiendo que hay cientos de variedades de uva en el mundo, y que cada una es diferente.

Que el buen vino necesita sobre todo y casi únicamente uvas de calidad, pues cada una entrega diversos aromas y sabores. Que la industria del vino es maravillosa y también compleja. Que así como hay vinos muy buenos en todo el mundo, y que es difícil hoy hacer un vino ‘malo’, también hay vinos que pueden alejar al consumidor en lugar de atraerlo.

Para todo eso nace esta página, como un medio para conectar con el vino con su origen. Para compartir anécdotas, consejos, recomendaciones. Y no solo hablaremos de la bebida de Baco. También habrá espacio para la coctelería y sus secretos. Para el pisco –nuestro destilado bandera- y los destilados en general. Para aprender, ilustrar y, principalmente, resaltar el lado divertido del vino. Y también ese que es el responsable de que los médicos lo receten como parte de la dieta diaria.

Dicen por ahí que hay que tomar vino porque ‘ninguna buena historia comenzó con una ensalada’. Es un consejo que sigo al pie de la letra desde hace unos diez años. Les aseguro que no se arrepentirán. Beban el vino que más les guste, eso es lo más importante.

Tiempo sobra para que su paladar descubra. Además, como decía el famoso químico francés Louis Pasteur: ‘El vino es la más sana e higiénica de las bebidas’. Razón no le faltaba. ¡Salud! #palabradevino

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