El Búho escribe sobre el expresidente Fernando Belaunde Terry, fundador de Acción Popular.
Fernando Belaunde Terry

Este recibe correos de jóvenes lectores. ‘Búho, votamos por primera vez por la ‘lampa’ de Jorge Muñoz, pero la verdad no sabemos mucho de Fernando Belaunde Terry’. Me debo a mis lectores y más a los jóvenes, y me vi obligado a ingresar al túnel del tiempo.

3 de octubre de 1968. Este Búho estaba chibolito en el colegio de curas de la ‘Santísima Trinidad’. Ingresó el padre Rafael con cara preocupada. ‘Agarra tu maleta y tu lonchera, te vas a tu casa’. Me alegré y en la puerta vi a mi entrañable tío Kike, con cara de asustado. ‘Los militares le han dado golpe al presidente Belaunde’. Se los juro -mi tío lo recuerda hasta hoy- que le pregunté y ‘¿dónde le cayó el golpe, en la cara?’. Así me enteré del Golpe Militar que interrumpió la democracia, cuando solo faltaban meses para las nuevas elecciones. Pero tengo más anécdotas sobre el gran dos veces presidente constitucional Fernando Belaunde.

¡WIRACOCHA BELAUNDE! El arquitecto asumió el poder en 1963, encabezando una coalición de la Democracia Cristiana con su partido, Acción Popular, constituido fundamentalmente por alumnos y egresados de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), donde él era catedrático. Increíblemente derrotó a una coalición conservadora del Partido Aprista de Haya de la Torre y la UNO del dictador Manuel Odría. Belaunde gobernó sin mayoría en el Congreso, porque la alianza Apra-UNO boicoteaba todas las reformas que pretendía implementar. Llegó al poder gracias a sus promesas de hacer una verdadera ‘reforma agraria’ en la sierra, donde los comuneros vivían en condiciones casi feudales y donde los gamonales los explotaban con el degradante ‘yanaconaje’. Los campesinos del Cusco apoyaron a Belaunde en 1963. En el imprescindible libro de Hugo Neira, ‘Cusco, tierra y muerte’, se puede leer que cuando pasaron meses y los gamonales cusqueños, como los Romainville, dispararon contra las turbas que intentaban ‘recuperar sus tierras’, el presidente a través del prefecto envió la represión. Cuando los comuneros se enfrentaban a la policía con la bandera peruana y ‘tomaban las tierras’, uno a uno los hacendados, ante los miles de invasores, abandonaban sus espectaculares estancias y se refugiaban en el Hotel de Turistas de Cusco. Hugo Neira, entonces joven periodista enviado especial del diario ‘Expreso’, escribe en su libro “cuando algún campesino era capturado por la policía y le preguntaban por qué invadían terrenos que no eran suyos, los campesinos al unísono respondían: ‘Wiracocha Belaunde nos prometió reforma agraria, nos prometió darnos nuestras tierras’”. En esa época sin TV, sin radio, un campesino cusqueño no tenía idea de qué significaba una Presidencia. Solo que el ‘Dios’ de Lima, Belaunde, al que llamaban Wiracocha, les había prometido algo que no se estaba cumpliendo.

EL PERÚ COMO DOCTRINA: Belaunde pasa a la historia como el primer candidato que en su campaña electoral se empecinó en recorrer todas las ciudades del Perú. Aun aquellas en las que no había ni transporte terrestre o fluvial. El arquitecto llegaba a caballo y hasta en burro. En 1956 había logrado inscribir su candidatura a las elecciones presidenciales, en una histórica marcha por el Jirón de la Unión, donde con una bandera en la mano se enfrentó al ‘rochabús’ que lo bañó con agua sucia, en el famoso ‘Manguerazo’. Belaunde, contrariamente a Haya de la Torre, su principal competidor, que era un brillante intelectual, era un constructor, de allí su célebre frase, mil veces vacilada en los programas cómicos, ‘vamos al mapa’. Se obsesionó con una ruta terrestre hacia la selva, su nunca bien valorada Marginal, que llega a Pucallpa, pero que en el proyecto era hasta Iquitos. Muchos aseguran que la mejor obra de don Fernando no fue la Marginal, sino la residencial San Felipe, la llamada ‘Manhattan limeña’, una obra ejecutada en su primer gobierno. Las clases medias le deben prender velitas. No solo continuó la segunda parte de las unidades vecinales del gobierno de Odría. Mirones, Palomino, la del Rímac y Matute, sino que, en su segundo gobierno, construyó las clásicas Torres de San Borja, la de Limatambo. Siempre fue un constructor, por algo su símbolo era la ‘lampa’. Un demócrata a carta cabal y un gobernante honesto que murió en su departamentito sanisidrino. Hoy, en el Olimpo de los Demócratas, debe estar festejando el triunfo de su legendaria ‘lampa’. Apago el televisor.

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