Este considera al escritor (Los Ángeles, 1948) como uno de los mejores escritores de la clásica novela policiaca de la segunda mitad del siglo pasado, porque de la primera, los reyes indiscutibles son sus padres literarios Dashiell Hammett y Raymond Chandler. Pero sobre Ellroy, llamado ‘El perro rabioso de la literatura norteamericana’, pesa una autobiografía que puede ser aún más violenta, chocante y traumante que las historias que cuenta en su famosa y brutal tetralogía novelística sobre su ciudad natal, llamada el ‘Cuarteto de Los Ángeles’.

La imprescindible saga comienza con ‘La dalia negra’ (1987). Esta novela marcaría un antes y un después en su producción personal, que había empezado como un típico escritor policial con un detective fetiche, Lloyd Hopkins. Dota a su nueva obra no solo de borbotones de violencia clásicos del propio género, sino que también le otorga connotaciones históricas. Y esto se debe a que sobre él pesa una mochila escalofriante y traumatizante: El bestial asesinato de su propia madre, que fue ultrajada y ultimada en un crimen que nunca se resolvió. Ellroy decidió exorcizar sus demonios con respecto a la muerte de su madre y en su homenaje eligió investigar el homicidio de una bella aspirante a estrella de los años dorados de Hollywood en plenos años cuarenta, Elizabeth Short. La prensa amarillista y hasta la más ‘seria’ hicieron coberturas impresionantes en ese entonces, según escribió el novelista en el epílogo: ‘Ella era conocida como ‘La Dalia Negra’ y fue víctima de un acto de tortura y brutalidad sin parangón. Fue el más célebre crimen sin resolver en la historia de los Estados Unidos’. El escritor confesó que fue un proceso doloroso: ‘Al principio de su muerte, odiaba a mi madre, tenía un rencor de chiquillo idiota’. Sin embargo, de ella recordó ya maduro que la dama tenía una lengua afilada, era malgeniada e incapaz de conservar un trabajo, alcohólica y con tendencias a la promiscuidad. Sería por eso que su padre, un contador que le llegó a revisar las finanzas a la gran diva ‘Rita Hayworth’, la abandonó y ella se quedó con el pequeño James.

El muchacho creció con malas juntas, se sumergió en el alcohol, drogas y terminó en correccionales hasta que enmendó su rumbo haciéndose adicto a escribir novelas del tema que más sabía, la violencia y la corrupción de su ciudad, la que subyacía debajo del fantasioso mundo de oropel de Hollywood. ‘Me fijé en Betty Short para sentir esa piedad que debí sentir por mi madre muerta cuando era niño’, reveló. La novela trata de dos policías empecinados en resolver el crimen de Betty, en medio de un circo armado por los medios y los políticos ávidos de publicidad. Ya con la celebridad a cuestas, publica la segunda parte de la saga, ‘El gran desierto’ (1988), que es más brutal y describe los métodos salvajes de una policía racista y corrupta en los años cincuenta, en plena Guerra Fría. La tercera, la celebrada ‘LA Confidencial’ (1990), le abrió las puertas al gran público gracias a su adaptación al cine por el director Curtis Hanson, ‘Los Ángeles al desnudo’ (1997), con estrellas como Russell Crowe, Kevin Spacey, Kim Basinger, Guy Pierce y Danny DeVito como el editor de un pasquín amarillo. Otra vez la ciudad de Los Ángeles funciona como un gran teatro de mafia, corrupción policial, matanzas salvajes, racismo, bellas mujeres objetos de deseo, traiciones y un periodismo de alcantarilla al servicio de los más oscuros intereses, los que se entremezclan de manera siniestra. Hasta el policía héroe es ambicioso y trepador, el más noble es un salvaje asesino con placa que vio a su padre matar a su madre, el detective más inteligente vende información confidencial sobre ‘drogadicción’, homosexualidad y escándalos de estrellas de cine, al editor de un tabloide amarillista -‘Hush Hush’-, interpretado en la película por un alucinante DeVito. Incluso el todopoderoso comisionado de Policía tiene ‘sus secretitos’ con chibolos y su ‘fotito’ comprometedora. Todo matizado con estrellas de Hollywood drogadictas o damas de compañía, que operan como simples marionetas de un poder mayor, absoluto y que actúa en nombre de la ley. Con ‘Jazz blanco’ (1992), la cuarta y última de la saga, el autor se estiliza y utiliza un solo narrador para contar las podredumbres del sistema, que no es otro que el detective de Policía David Klein, corrupto hasta los huesos y que hasta acepta llevar a cabo crímenes para la mafia del inefable Mickey Cohen, el legendario jefe en la Costa Oeste en los años cincuenta, mientras en la ciudad hay un asesino suelto que solo mata indigentes y el departamento policial investiga casos de corrupción en la mafia del boxeo. Dicen que el estilo de Ellroy es ‘telegráfico’, con ahorro de palabras que lejos de ser mezquino, transforma la prosa en un demoledor y contundente ‘jab’ de boxeador. Lean el ‘Cuarteto de Los Ángeles’, los dejará noqueados. Apago el televisor.

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