Jorge Luis Borge, uno de los grandes escritores latinoamericanos.
Jorge Luis Borges

Este Búho encontró refundida una caja de libros de mi época de estudiante sanmarquino. Palpé unos delgaditos dentro de una cajita fina de Alianza Editorial: ‘Cuentos completos de Jorge Luis Borges’. Mario Vargas Llosa nunca escatimó en elogios para el autor de ‘El Aleph’. “Es el único escritor contemporáneo de nuestra lengua equivalente a los grandes clásicos: Cervantes, Quevedo o Góngora. La riqueza de su obra, su originalidad y la gran revolución que ha producido en la lengua literaria española es tan importante como la de aquellos”.

Pero Borges era distinto al resto de escritores latinoamericanos. No le interesaba la política, la despreciaba; tampoco lo moderno e ignoraba los problemas sociales. La Academia Sueca nunca le otorgó el Premio Nobel a pesar de que estuvo veinticinco veces entre los nominados. Se dijo que lo marginaron por razones políticas y no artísticas.

Jorge Luis Borges (Buenos Aires 1899 - Ginebra 1986) nació en un hogar culto. Su padre era abogado, pero escribió una novela, y su madre era una traductora que a los veinte años leía y escribía en cuatro idiomas. Fue un niño genio. ‘Si tuviera que señalar un hecho capital en mi vida, diría que la biblioteca de mi padre. En realidad, creo no haber salido nunca de esa biblioteca’. Escribe su primer relato, ‘La visera fatal’, inspirado en ‘El Quijote de la Mancha’, ¡a los nueve años! Había aprendido a leer y escribir en inglés y castellano a los cuatro.

En 1914, su padre sufre lo mismo que padecería su hijo: ceguera progresiva. Viajan a Europa para tratarlo. Viven en Ginebra y España. Al regresar a Argentina funda revistas literarias y en 1935 presenta su primer gran libro: ‘Historia universal de la infamia’. Lo califican como el inventor del ‘realismo mágico’, que influenciaría en Gabriel García Márquez.

En 1949 publica ‘El Aleph’, para este columnista, su obra maestra. Allí encontramos relatos imperecederos como el inolvidable thriller policial psicológico ‘Emma Zunz’ y ‘El jardín de lo senderos que se bifurcan’. Hacia 1961 ya se había quedado ciego, pero continuó produciendo. Siempre dependió de su madre, Leonor Acevedo, su administradora, asesora editorial, acompañante viajera.

Un biógrafo, Alejandro Vaccaro, afirmó que esa relación era como ‘la de un perfecto matrimonio que solo excluía el sexo’. Fue la mamá la que decidió que su ‘Georgie’, como lo llamaba, debía casarse en 1967. Y le escogió a una exenamorada de juventud, que había enviudado: Elsa Astete, de 57 años, mientras Jorge Luis tenía 67. En el libro ‘El señor Borges’, testimonio de Epifanía Uveda, su mucama durante 40 almanaques, y Alejandro Vaccaro, esta afirma: “Doña Leonor dijo: ‘Cuando yo me muera, esta sí que me lo va a cuidar bien’”. Pero se equivocó. Borges, la primera noche de bodas, se quedó a dormir en la casa de su mamá. Según la empleada, Elsa no lo atendía bien, le decía ‘vístete tú solo. ¡Cómo se iba a vestir si era ciego!’.

A los tres años, el escritor se hartó. Dijo que salía a pasear con un amigo y no regresó. Su madre recibió la llamada de una enfurecida esposa: “¡Su hijo me dijo ‘prepárame una sopa para la noche’ y nunca vino. Ahora llegó un abogado para que firme los papeles del divorcio. ¡Es un cobarde!”. Doña Leonor se alegró, pero su satisfacción duró poco, pues comenzó a visitar a su hijo María Kodama, una hija de japonés treintañera y licenciada en Literatura, a quien ‘Georgie’ conoció años atrás.

Una vez la anciana la ‘cuadró’ a la salida de la casa, de acuerdo al testimonio de la mucama: “¿Usted está enamorada de mi hijo?”, inquirió. “Estoy enamorada de la obra de Borges, no del hombre”, respondió. La mamá se derrumbó en un sofá, devastada, y gritó a su hija: “¡Norah, esta china se va a quedar con todo!”. La extraordinaria mujer y posesiva madre siguió guiando a su hijo hasta que murió a los 99 años. María Kodama pasó a ser la mujer que lo acompañaría a viajar por el mundo y se convirtió en su administradora editorial y financiera. Antes de morir, doña Leonor, precavida, le pidió a su hijo que juntos hicieran el testamento del escritor y este colocó a su hermana Norah y a sus sobrinos como herederos universales de los bienes. A su criada Epifanía entregó la mitad del dinero de sus cuentas en el país y el extranjero, mientras que la otra mitad era para María Kodama.

Pero en 1979, seis años antes de morir el maestro, modificó su testamento y nombró heredera universal a la Kodama. En 1986, dos meses antes de expirar, ya muy enfermo, el mago de las historias, de las más fantasiosas de las ficciones, escribió la suya propia, al casarse a los 86 con Kodama, de 41, por poder -él estaba en una clínica en Ginebra y ella en un registro civil en Paraguay-, dejando en Argentina un torrente de escándalo mediático y protestas de los familiares del poeta. Antes de su último aliento, el eterno ‘no creyente’ rezó el ‘Padrenuestro’ en varios idiomas. Por si acaso. Apago el televisor.

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