Este Búho siempre se ha declarado admirador del escritor, cineasta, ensayista y periodista , fallecido en el 2007 en Nueva York. Mailer era, ante todo, un hombre combativo y comprometido con su tiempo. Como periodista nunca vendió su pluma ni se hizo asalariado de las grandes corporaciones, como sucede en nuestros días con pseudoperiodistas. El norteamericano fue un hombre que elevó, junto a Truman Capote, el periodismo a un peldaño más alto e inmortal: la creación literaria. Sin embargo, el judío graduado en Harvard pasaría a la posteridad por ser un escritor contestatario. Se autodefinía como un ‘conservador de izquierda’, pero eso no le impidió convertirse en un gran bebedor de whisky, fumador de marihuana, adicto al sexo y buscapleitos profesional. El establishment norteamericano libró con él una desigual batalla, a diferencia de sus contemporáneos Charles Bukowski o Truman Capote. El primero se sumergía en un ostracismo de perdedor en Los Ángeles, bebiendo cantidades navegables de cerveza y recibiendo mujeres todo el tiempo. El segundo vivía un mundo de glamour, conviviendo con las estrellas del ‘jet set’ internacional y asistiendo a los ‘talk shows’ a chismorrear como Cacho. Norman utilizaba esas mismas tribunas para despotricar contra el llamado ‘sueño americano’, la guerra de Vietnam y a favor de los derechos civiles. Por eso mismo, la ‘moledora de carne’, el FBI y la CIA, lo tenían en la mira, como si estuviera en la lista de ‘los más buscados’. Fue una lucha abusiva. Norman era, al final, un hombre de carne y hueso y sus propias tragedias personales le dieron armas a sus enemigos del Gobierno, de la derecha más conservadora, para tumbarlo, cuando como un ‘outsider’ iniciaba su campaña para ser alcalde de Nueva York.

Justamente, tuvo una infausta noche cuando organizó una fiesta en su departamento neoyorquino con el fin de conseguir fondos para su candidatura. Dicen que en un momento determinado salió del departamento y tomó un taxi, al parecer para buscar a un ‘dealer’ que le venda marihuana. En la calle, se enfrenta a un grupo de malandrines que querían asaltarlo. Pero este judío de Brooklyn sabía boxear y llegó solo con algunos rasguños a su casa. Con toda la adrenalina, llegó al tono que estaba efervescente. No pudo soportar ver a su esposa Adele Morales, hija de un peruano, bailando pegada con uno de sus ‘pulpines’ universitarios que apoyaban su candidatura. Se la llevó a la cocina y le hizo una escena de celos. La sangre latina de Adele afloró y lo mandó al carajo mientras cogía una capa de toreo y le gritaba: ‘Ven, torito, ole, torito’. Pero no contó con que Norman estaba en shock por la droga y la bronca callejera. Se volvió una bestia y la hirió con un cortaplumas. Mientras la mujer era ingresada a un hospital, Mailer era detenido y como por arte de magia, llegó oportunamente toda la prensa que apoyaba a los candidatos rivales. Su paso por la política fue efímero. Con su reputación destruida, salió en libertad, pues su esposa no lo denunció. Ella aguardó su venganza para algunos años después, cuando sacó un libro, ‘La última fiesta’, donde narraba los tormentosos años que vivió con el escritor. Mientras ella ingresaba a Alcohólicos Anónimos, Norman siguió casándose hasta seis veces y tuvo nueve hijos. Se vieron las caras veintiocho años después, en el matrimonio de su hija menor y el novelista solo atinó a decir: ‘Perdóname por arruinarte la vida’. Así como combatió las injusticias en su país, también entabló combates contra las feministas que lo atacaron con virulencia por su novela ‘Los hombres duros no bailan’ (1984). Justamente en el año 1987, cuando David Lynch era aclamado por su película ‘Blue Velvet’ (‘Terciopelo Azul’ en español), el mismo equipo de la película, con el músico Angelo Badalamenti, la actriz Isabella Rossellini -esposa de Lynch-, el actor Ryan O’Neal y el saxofonista de Bruce Springsteen, Clarence Clemons Jr. protagonizaban la película basada en ese libro, y ¡¡el director era el propio Mailer!! Fue una cinta que pude ver en video. Es la historia de un perdedor, Tim Madden, que vive en una casa de playa tratando de escribir una novela, mientras su esposa bella, drogadicta y millonaria tiene un vicio mayor: sacarle la vuelta. Una mañana, Tim se despierta con sangre en las manos y ropa. Va a su coche y también lo encuentra manchado de sangre. Conduce hasta un descampado donde él esconde marihuana, pero no está la hierba y sí la cabeza de una rubia totalmente desfigurada. ¿Es la cabeza de su esposa? Un thriller alucinante. Fue una piedra en el zapato para el poder corrupto y sus sucios tentáculos. Nunca fue un adulón ni sobón, sino una férrea oposición para el establishment. Como debe ser. Apago el televisor.

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