El Búho escribe sobre Osmán Morote y Sendero Luminoso.
Sendero Luminoso

Este Búho recibe con indignación la noticia de que el Poder Judicial otorgará arresto domiciliario al número dos de , , y a la rabiosa miembro del Comité Central, la temible Margot Liendo, a pesar de que ¡ambos están comprendidos en otro crimen mayor, como la matanza con coche bomba en el edificio de Tarata! Por esa barbarie contra más de una veintena de personas, la Fiscalía ha pedido cadena perpetua. Los cabecillas que dieron la orden eran Abimael Guzmán, su segundo, Osmán Morote, y la sanguinaria Elena Iparraguirre y el Comité Central, entre los que estaba Margot Liendo. Este columnista recibe mails de sus jóvenes lectores: ‘Búho, nos gustaría que cuentes los orígenes de esa banda terrorista de la que solo conocemos de oídas, porque muchos no habíamos nacido’. Me debo a mis lectores. Cuando se quiebra el monolítico Partido Comunista Peruano pro-Moscú, en la época en que Mao Tse-Tung, el caudillo chino, rompe con la Unión Soviética, acusándolos de ‘revisionistas’, Saturnino Paredes, un oscuro abogado, se proclamó cabeza del PCP ‘bandera roja’ prochino y se llevó a todita la juventud comunista de las universidades y uno de sus acólitos era Abimael. Pero el filósofo arequipeño dividió al partido, formando uno nuevo, ‘Sendero Luminoso’. Guzmán había tenido una infancia trágica. Su madre, una guapa chica, cargaba con su hijo no reconocido de un ilustre abogado arequipeño adonde la llevaran sus amantes de turno. Vivió en Chimbote, Lima, Callao, hasta Puno. La historia siempre era la misma. Sus maridos terminaban la relación, según ella, por culpa de su hijito Abimael. Enterado del calvario de su pequeño, el padre verdadero se lo llevó a vivir a Arequipa y allí, con su madrastra, una bondadosa dama chilena, Abimael tuvo un hogar digno.

Estudió en uno de los mejores colegios de la ciudad, La Salle, y en la universidad, la elitista carrera de Filosofía. Como dirigente comunista, el partido lo manda a hacer trabajo político a Ayacucho. En ese lugar, en calidad de profesor de la Universidad San Cristóbal de Huamanga, Guzmán decidió crear un partido ‘ayacuchano’ y la única manera era casándose con una dama genuina y de raigambre huantina, el pueblo más próspero y el nexo entre la capital y las comunidades andinas. Una hija de hacendados, Augusta La Torre, fue la elegida. Una belleza andina por donde se la mirara. ‘Gonzalo’ era treintón, profesor universitario, pero había conquistado a la hija de un hacendado dándole clases particulares. Así, se apoderó del corazón de la bellísima e idealista chiquilla de 18 años. Él y Augusta La Torre contrajeron matrimonio en Ayacucho el 3 de febrero de 1964. El excongresista Walter Alejos Calderón estuvo como fotógrafo de ese matrimonio. Augusta nunca estudiaría nada. Nunca tuvo hijos con Guzmán, pero hizo el trabajo de Chiang Ching, la esposa de Mao en la revolución cultural china. Ella constituyó bajo la sombra y con su fachada de mujer bella y de la mejor sociedad ayacuchana, el ejército armado y de aniquilamiento de Sendero Luminoso, que desataría un baño de sangre en Ayacucho y en todo el país. Pero el testimonio del testigo de esa boda, el fotógrafo, reafirma la idea de que el siniestro Abimael se casó por interés: ‘Pero si algo me llamó la atención era que no todos estaban del todo felices. El doctor Guzmán se mostraba siempre serio y a menudo ensayaba una sonrisa pero que no era natural, sino casi forzada. Quien se encontraba más contenta y feliz era la novia, aunque nerviosa, y que en todo momento mantenía una sonrisa natural, que armonizaba con su rostro de joven y su delgada figura’, relató.

Pero varios lustros después, esa linda joven de bella sonrisa ya se había convertido en la camarada ‘Nora’, el brazo derecho del ‘presidente Gonzalo’. Ambos desataron terribles matanzas, sobre todo en Huanta. A finales de los ochenta, una revista reveló una primicia: fotos exclusivas del velorio de la esposa de Abimael con toda la parafernalia senderista. Pero no señalaban las circunstancias de su muerte. Años después, investigaciones periodísticas acusaron a Elena Iparraguirre y a su amante Abimael de asesinar a la esposa del líder por celos. Pero esa alucinante historia será para otra columna. Apago el televisor.

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