Mi amigo Gary llegó al restaurante por un cebichito de doncella y una jalea de pescado y mariscos con cremita, rocoto y, para la sed, una chicha morada al tiempo.

“María, vi con indignación y sorpresa un informe del programa de Beto Ortiz sobre cómo en algunos de los . ¡Increíble y vergonzoso! Cuando yo dejo propina en un local, es para la persona que me atendió. No es para el administrador, el gerente o el dueño, que seguramente ganan muy bien con el precio que cobran por la comida.

No conozco a un mozo que tenga dinero, pues son personas humildes que con suerte ganan el sueldo mínimo. Así que las propinas, que son un reconocimiento a la atención brindada al cliente, les deben servir bastante. Este abuso contra el más débil de parte de poderosos empresarios es, sin duda, el lado oscuro del boom gastronómico de nuestro país.

En la referida investigación televisiva, es mencionada ‘La Trattoria Di Mambrino’ de Larcomar, donde el mozo Percy Carrillo denunció que si él o sus compañeros no logran llegar a la cuota exigida, deben completarla con su propio dinero. Dijo que si una mesa tiene un consumo de mil soles y solo le dan una propina de 20 soles, él debe poner 10 soles. ¡O sea que, incluso, sale perdiendo!

Si por el contrario le dejan 50 soles, él está obligado a entregar 30 soles al local. A esta fea costumbre los empresarios la llaman ‘retención’. Carrillo calculó que el local, dirigido por Carlos Mulanovich, obtiene unos 16 mil soles mensuales de las propinas que le quita a sus mozos.

También se hizo referencia en el informe a ‘La Trastienda Criolla Fusión’, del parlamentario Carlos Bruce. Una mesera venezolana denunció que en el año que lleva trabajando en ese negocio, nunca le pagaron los feriados que laboró por ser extranjera y que además tampoco está en planilla, como ninguno de sus compañeros de la misma nacionalidad. Consultado sobre este tema, Bruce negó las acusaciones y aseguró que cumple con las leyes.

Es hora de que el Ministerio de Trabajo se pronuncie sobre este asunto y defienda los derechos de las personas que laboran en estos lugares. Los empresarios podrán alegar, como ya lo hacen, que la retención de una parte de las propinas de los meseros es el cobro que realizan por haberlos formado. Podrán dar mil explicaciones, pero lo cierto es que les están quitando su dinero a personas humildes que trabajan muy duro por llevar el pan a su mesa.

Hasta cuándo cierto sector de empresarios dejará de ver al trabajador como ‘cholo barato’, esa subcategoría de peruano creada desde hace tanto tiempo por el racismo y el desprecio de quienes se creen superiores por tener más dinero”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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